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SILVIA DE ESTEBAN | La niña triste que llegó a ser reina | EDUI TIJERINA | Octubre 2022

Por: Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Silvia De Esteban



SILVIA DE ESTEBAN
 La niña triste que llegó a ser reina

Hace algunos años, cuando mi pieza breve “Rojo 33” se estrenó en Monterrey, surgió la posibilidad de montarla en Miami, bajo la dirección de Miguel Sahid. En esa puesta, conocí a una actriz muy talentosa con la que, desde entonces, he desarrollado una gran amistad y visualizamos varios nuevos proyectos.

Esta ocasión, con esta entrevista realizada entre que presentaba su nueva obra en Nueva York y regresaba a Tenerife, en Islas Canarias, su tierra, tengo el enorme gusto de presentarles la belleza, talento e inteligencia de Silvia de Esteban.

¿Qué tal si nos vamos a tus primeros años? 

Siempre tuve una sensación de que mi infancia había sido triste. Y de alguna manera lo fue. Me sentía diferente, desplazada y poco entendida. Desde siempre tuve problemas para leer, soy disléxica, y en el colegio me trataban como si fuera “burra” por no poder leer o entender las matemáticas.

Confundía las letras y me costaba mucho entender lo que leía, así que se me dificultaba mucho estudiar. Y con los números igual o peor. Así que suspendía las asignaturas desde los 5 años, y eso para mí fue un trauma, ya que tanto las monjas y las profesoras del colegio, como las niñas, me ridiculizaban y me hacían sentir mal, aunque visto desde fuera todos podrían decir que tuve una infancia normal y bonita.


¿Cómo procesabas esa situación? ¿Dónde encontrabas tu zona de comodidad? 

Sólo en las cosas creativas me sentía cómoda. Una vez, una monja me dio la oportunidad de actuar en la que sería mi primera obra de teatro para el final de curso del colegio, en un teatro de verdad; me ayudó a aprenderme el texto y yo hice una actuación brillante. 

Tenía 6 años. Creo que ese fue el momento en el que supe dónde quería estar el resto de mi vida. El escenario era el único lugar en el que podía sentirme libre y segura, aunque eso lo descubriría más tarde. Lo primero que quise ser, fue payaso. Amaba el circo y me encantaba la figura del payaso que hacía reír a los niños.

“El escenario era el único lugar en el que podía sentirme libre y segura”

¿Y cómo te encaminaste a la actuación? 

Fue más adelante, en clase de literatura, y con la única profesora que me enseñó sin juzgarme en aquel colegio, Lourdes se llamaba, descubrí a los poetas y autores de la generación del 27 y ahí, en sexto de básica, con once años, supe que lo que yo quería era ser actriz, interpretar, meterme en mundos que no fueran el mío y hacer sentir cosas. 

Creé mi propio mundo en casa. Cuando nadie me veía, convertía el salón de mi casa en un escenario enorme, imaginando gradas llenas de público y actuaba. Recuerdo utilizar la música para expresar mis sentimientos. Ponía canciones que me gustaban y hacía playbacks con todo tipo de diferentes emociones. También, actuaba historias que me inventaba. Lo que fuera. Pero, por supuesto, ese era mi secreto. Ese mundo interior infantil, hizo que mi imaginación se disparara y creo que esos ratos a solas, en mi escenario, me sentía más libre.

¿A solas? Entonces, ¿qué pasaba con tu familia? ¿Te apoyaban en esos sueños?

¿Apoyo? Bueno, supongo que mi familia, a esa edad y en una isla como Tenerife, donde salirse de la norma estaba mal, me apoyaban sólo si sacaba buenas notas en el colegio, y se lo tomaron como una cosa de niña. Pero conseguí que me dejaran ir a una escuela de interpretación a la edad de trece años y, ahí sí, sentí que me apoyaban.

Las clases eran para adultos y en horario nocturno, ya tarde, los martes y viernes, así que recuerdo a mis padres haciendo un esfuerzo enorme para recogerme a la una de la madrugada, teniendo que ir a trabajar temprano al día siguiente. Aquellas clases me enseñaron tanto y me abrieron tanto los ojos a este mundo del teatro y la interpretación, que ya jamás cambié de opinión. Por fin me sentía feliz y sentía que encajaba en un grupo, y eso que todos eran mayores y yo era la benjamina, pero todos hablaban mi idioma o al menos yo entendía el de ellos y lo empecé a aprender veloz y con alegría. La palabra “pertenecer” empezó a formar parte de mi vocabulario.

Y luego se abrió la puerta al mundo de la moda… 

El mundo de la moda llegó de repente. A los trece años, la vida me dio la oportunidad de ser alguien, cosa que hasta ese momento no había sucedido. Así que yo lo aproveché, disfruté y empecé a tener más seguridad en mí, pero siempre tuve clara mi vocación.

“Un buen concurso de belleza, es mucho más que una simple competición en belleza física”

¿Tuvo eso qué ver con tu incursión en concursos de belleza? 

A mis dieciséis años, me ofrecieron presentarme a Miss Tenerife y, un año más tarde, me presenté, gané el título de Miss Atlántico y fui directa al Miss España. Ahí gané Miss Simpatía, que lo daban mis compañeras de certamen, y Miss Elegancia. Luego de eso, el 9 de octubre de 1989, con diecisiete años, me fui a vivir a Madrid y trabajé como modelo con diferentes agencias y diseñadores. 

Silvia de Esteban participando en Miss Internacional.


Entonces, las pasarelas y los concursos de belleza llegaron casi de la mano… 

Como había quedado clasificada en el Miss España, la organización del certamen me ofreció ir a alguno de los internacionales. Me hablaron de Miss Hispanidad y Miss Internacional, yo pregunté, “¿Dónde se celebran?”, mi mayor deseo era viajar, jamás pensé en otra cosa, así que elegí Miss Internacional porque se celebraba en Japón y me parecía un lugar maravilloso y diferente para conocer. 

La sorpresa, para mí y para todos, fue que gané ese certamen y me convertí en la segunda española de la historia en ser Miss Internacional. Ahí mi carrera se disparó y empecé a presentar un programa infantil para Televisión Española, y eso se parecía mucho más a lo que yo quería hacer. Recuerdo que en aquel casting yo estaba feliz, inspirada, segura, divertida, ocurrente, sin miedo… y me dieron el programa.

Mi vida se empezaba a parecer a lo que yo soñaba y la niña triste e insegura de la infancia fue quedando atrás. Aunque, muchos años después, tuve que rescatarla y trabajar con ella en un proceso largo de psicoanálisis, porque ella ha seguido estando y está ahí, siempre. Tenía que gestionar muchas cosas para poder ser yo y no dejarla atrás. Ahora somos amigas y siento que ella me enseñó mucho. Todavía aprendo cada día. 

“El teatro social, que refleje los dramas de nuestras vidas, es el que más me interesa”

¿Qué dices a quienes piensan que los concursos de belleza son mera frivolidad y no toman en cuenta la plataforma tan importante que pueden llegar a ser?

A mí me parece que para criticar algo, hay que estar dentro, o haberlo vivido de cerca. Desde fuera es muy fácil hablar de la frivolidad de los concursos y lo entiendo, pero un buen concurso de belleza, desde que yo los conozco, son mucho más que una simple competición en belleza física.  

No conozco a nadie que los haya vivido de cerca, de una manera o de otra, que piense así sobre los concursos de misses (y actualmente de misters). Muchas veces, se convierten en una plataforma maravillosa, otras veces no, he visto de todo, lo bueno y lo malo, pero lo más destacable para mí de los certámenes es la escuela que brindan.

Normalmente somos chicas jóvenes, muchas de ellas sin la posibilidad de viajar y conocer mundo. Para mí, los certámenes fueron una gran escuela de vida. Conocer a gente de tantos países, convivir con ellos, (participantes, familiares de las amigas que van a apoyar, organizadores, periodistas, fotógrafos, jurados…), es una experiencia maravillosa. 

Siempre digo que los certámenes son un curso intensivo de saber estar y de aprendizaje veloz para la vida y son positivos para lo que elijas hacer después. Incluso conociendo la parte mala de ellos, porque a veces hay competitividad mala o envidias, eso te hace crecer y aprender lo que quieres y lo que no, de una manera rápida. 

Entiendo que hoy en día es un tema delicado, pero bien llevado, con respeto y sabiendo lo que una quiere en la vida, te pueden dar muchas cosas buenas. 

Silvia de Esteban en su faceta de modelo.

Como actriz, tienes una gran responsabilidad social, desde el momento que interpretas personajes con los que el público se puede identificar y/o proyectar. ¿Cómo te sientes al respecto?

Con los años, esa parte de mi trabajo es una de las que más me atrapa. Hacer personajes que puedan llegar al corazón de muchos y que quizá les hagan pensar sobre su vida, de alguna manera, me parece cada día más importante. 

De hecho, la obra que estoy haciendo ahora, está basada en la violencia machista, y mi intención más clara, desde que la escribí, es que quizá a alguna mujer le haga abrir los ojos y papar una situación de abuso que quizá hasta ese momento no hayan podido reconocer, o no hayan sido capaces de parar. El teatro social, que refleje los dramas de nuestras vidas, es el que más me interesa. Si con esta obra, titulada “La vida de colores”, consigo que una sola mujer se salve, me daré por satisfecha. Creo que es muy bueno utilizar nuestras vivencias para crear conciencia, tanto como actriz, como escritora. Es mucha responsabilidad, pero si no me gustara ese reto, habría elegido otra profesión. 

¿Quiénes han sido tus principales guías en el terreno de la actuación? 

He tenido muchos profesores, la más importante fue Cristina Rota, una mujer con la que aprendí mucho y de la que me acuerdo muchas veces cuando trabajo personajes concretos. También he aprendido mucho de mis compañeros, buenos y malos, de ver mucho teatro, de observar y obligarme a crecer cada día. Por suerte es una profesión en la que nunca dejamos de aprender. 

Silvia de Esteban conduciendo el programa “Olla de Grillos” con Arcadio Pascual. 


¿Cuál ha sido el personaje que más te ha exigido o el proyecto que más presión te ha representado? 

Hacer el musical “El diario de Ana Frank” fue muy exigente. Yo tenía el personaje de Edith Frank, madre de Ana, y ser ella cada día, supuso mucho trabajo. Era alguien que había existido, no un personaje escrito desde la ficción, así que quería ser como ella.

Del poco material gráfico que teníamos e investigando mucho, aprendía a andar como ella, a mirar como ella, a hablar como ella y traté de ponerme en su piel, en aquel horrible momento de la historia, y sentir como entendíamos que ella lo hacía. Sus miedos, su protección por la familia, por sus hijas, su manera alemana de expresarse…

Fue un reto enorme y uno de los personajes que más me ha gustado hacer. Aunque podría mencionar algunos otros que seguro tú conoces bien, como Mapi de la obra “ROJO 33”. Hay personajes que parecen hechos a medida, y este fue uno de ellos. He hecho también mucha comedia y me lo he pasado en grande, Morticia de “Los Locos Addams”, fue genial, la hice muy perversa y sexy a la vez, nos daban verdaderos ataques de risa en los ensayos, y así, podría hablar de muchos otros. 

¿Cuándo y cómo migraste a América? 

En 2013 decidí probar e irme a Miami, una ciudad donde no conocía a nadie pero que me daba muy buena espina. Llevaba tiempo queriendo hacer un cambio, estaba en un momento en el que necesitaba diversión (sobre los escenarios) y mucho trabajo.   

Me había hartado de la lucha feroz después de 22 años en Madrid, batallando por cada casting y teniendo que demostrar que podía, así que hice las maletas y me fui.

“No hay nada como el contacto con el público, el reto diario de hacerles sentir cosas y los nervios de cada vez antes de pisar el escenario”

Entonces, Miami te atrapó. Así fue. Y así es. Miami me atrapó. 

Creo que esa luz tan especial que tiene y la energía de la gente amable y abierta, me hicieron sentir como en casa. Sé que Estados Unidos es un país lleno de contradicciones, hay muchas cosas de su manera de ser que no consigo entender, he querido ver miles de documentales, leer sobre su historia y, sobre todo, conocer todo tipo de gente, para entender el porqué de las cosas que no comparto con ellos, pero mi experiencia ha sido tan fantástica que no puedo decir nada malo de Miami, sino todo lo contrario. 

Miami me dio alas, felicidad, amigos que llevo conmigo en el corazón, gente amable que ayuda al que llega como a ellos los ayudaron en su momento, una diversidad de colores, acentos y formas de pensar que me encanta y teatro, mucho teatro y trabajo como actriz y como directora que no hubiera podido hacer en Madrid en tan pocos años.

Además, pude comprar mi primera casa, un lugar único con un jardín con el que siempre había soñado y durante el tiempo que estuve allí, fui muy feliz. Creo que siempre voy a recordar esa casita como uno de los lugares más mágicos en los que he vivido. 

Ahora tengo un apartamento sobre el agua que es otra divinidad. Para mí es muy importante tener un trocito de naturaleza en casa, eso me da la calma que necesito para seguir cada día. Me gusta salir al jardín y mirar las estrellas o la luna, meditar, pensar… y a veces, no pensar en nada y sólo disfrutar de esos momentos. 

Silvia de Esteban como Morticia Addams en “Los Locos Adams”.


Tu amor por la naturaleza y los animales es, de verdad, admirable.

¡Son grandes amores! ¡Amo los animales! No sé ni cómo explicarlo. La conexión que tengo con ellos es preciosa. Me gusta darles su espacio, conocerlos, y cuando se sienten cómodos, quererlos mucho, tanto como ellos a mí. Todos los amigos peluditos que me han acompañado durante mi vida han cumplido y cumplen una enorme labor en mi felicidad.   

Ahora mismo, sin Luna, no sabría estar. Es mi dachshund miniatura y ha sido mi salvación durante el cáncer tanto como lo es cada día. El amor que nos tenemos es sobrenatural, o así quiero creerlo yo. Yo la rescaté a ella de una vida en una jaula dedicada a tener cachorros que los dueños vendían por $1,000 dólares y ella me rescató a mí de sentirme sola y de muchas más cosas, somos inseparables.

Y el resto de la familia es amorosa también y todos se llevan genial. Es precioso despertarme con Luna y los dos gatos, acurrucados conmigo en la cama. Me dan amor y calma. Y no me pongo a hablar de Lola, la labradora que rescaté de una muerte segura y que estuvo conmigo 13 años, porque me pondría a llorar. Todavía la extraño, pero sé que hicimos lo mejor la una por la otra y las dos fuimos muy felices juntas. Ojalá fueran eternos.  

¿Proyectos a corto y mediano plazo? 

Estamos en la fase de edición de un documental que grabé mientras hice una donación de médula ósea.

Silvia de Esteban en ‘Los Locos Adams’. 

 Cuéntanos más de eso, por favor. Es un tema importantísimo. Hay que promover la cultura de la donación…

Llevaba muchos años siendo donante pero nunca me habían llamado para donar, hay que tener mucha compatibilidad con el paciente que necesita tu médula y eso no es tan fácil. Pero, después de 22 años siendo donante, en noviembre del 2018 me llamaron para donarle la médula a un enfermo de leucemia severa. Al hacer la prueba de compatibilidad, hicimos match al 99% y eso significaba que el enfermo tuviera muchas posibilidades de no rechazar el trasplante y sanar. 

Decidí hacer todo este proceso de preparación y donación de médula con una cámara delante. Grabar todo el proceso para que otros puedan entender lo que supone donar médula ósea y quizá, con suerte, salvarle la vida a otra persona.

Así que nos pusimos manos a la obra y después de muchas pruebas y preparación, hicimos mi extracción y posterior trasplante, el 30 de abril de 2019.

Fue muy curioso, que justo un año más tarde, el 30 de abril del 2020, yo tuviera que pasar por cirugía y luchar contra un cáncer de mama. La vida es muy sorprendente, si me hubiesen llamado más tarde para donar, no lo hubiera podido hacer. Lo hice justo en mi momento perfecto. Ahora, siendo paciente de cáncer, aunque ya lo haya superado, no podría donar más.

Silvia con Luna.

¿Conociste al receptor de tu donación? 

Sólo sabía que el paciente era un hombre de 43 años, nunca supe nada más, pero luego recibí una carta suya dándome las gracias por salvarle la vida y creo que ese fue el día más feliz de mi vida. Jamás había llorado así de felicidad, fue una sensación tremenda.   

En el terreno de las letras ¿Prefieres desarrollar historias originales o trabajar adaptaciones?

En este terreno todavía estoy investigando a ver dónde me siento más cómoda. Desde luego, no me considero una escritora, aunque ya he escrito muchas cosas, pero me queda mucho por explorar, así que con historias originales me siento más cómoda, porque dejo volar mi imaginación y me es más fácil. Pero hubo un proyecto que me dio mucho, “Lorca, flamenco y contemporáneo”. Llevaba escrito, en borrador, muchos años, y me costó mucho terminarlo, pero cuando lo hice y lo pude poner en pie en el teatro, fue magia pura. Un sueño de hecho realidad. Fue una adaptación de muchos textos y poemas de Federico García Lorca, mi autor favorito.

Y llevo tiempo queriendo escribir mucho más, proyectos empezados pero que todavía requieren tiempo, como el libro “Miss Decisiones”, que poco a poco va cogiendo forma.

¿Cuál es tu género preferido, el consentido? 

Me apasiona el mundo del crimen. Me considero adicta a las series de crímenes y del FBI, sobre todo cuando en la investigación se implica el tema mental. ¿De dónde viene la obsesión por matar de un asesino en serie? Devoro los documentales de asesinos o del corredor de la muerte… Sé que un día escribiré algo sobre ello. Ya hice una primera obra de 15 minutos, para Microteatro Miami, que se llama “The offering”, mi primera obra en inglés, y la disfruté muchísimo. 

Silvia de Esteban


¿Y el género que más se te dificulta? 

Amo la poesía, pero para mí es muy difícil. Mucho. Ojalá pudiera escribir poesía y expresar todo lo que siento con los poemas, pero yo soy muy descriptiva, muy reiterativa… No me veo capaz de escribir poesía, la verdad.

¿Cuál ha sido el principal reto que has enfrentado en tu carrera? 

Haber sido actriz. En mi época, ser “guapa” (algo que yo ni me creía, ni me importaba), y querer ser actriz, en España, era todo un reto. Me costó muchos años que la gente entendiera que yo era mucho más que aquella cara de la foto o el desfile. Haber sido Miss y querer ser actriz, fue el mayor reto, sin duda.  

Ahora que ya soy una “señora de 50”, con arrugas y michelines, ya no tengo que preocuparme. Irónico, ¿no? Viviendo en Miami, me he dado cuenta de lo diferente que es ese tema en los diferentes países. 

Y también podría hablar del reto que supone ser actriz en una familia donde no hay ningún artista, y salir adelante con las dificultades que esta profesión conlleva, pero eso me parece que no es sólo mío. Todos los actores hemos pasado de todo para poder trabajar en lo que amamos tanto.

En su espectáculo “Una noche con Silvia”.


¿Qué prefieres? ¿TV, cine, teatro, streaming? 

Por supuesto, teatro. No hay nada como el contacto con el público, el reto diario de hacerles sentir cosas, los nervios de cada vez antes de pisar el escenario, los aplausos, las lágrimas de emoción…

Creo que el teatro debe hacer pensar, siempre, y eso implica una labor social. Yo intento escribir y actuar de una manera cada vez más consciente de ello. Trato de llegar a los corazones de la gente, de una forma u otra, sea el personaje que sea, que el público se vaya pensando en algo que se dijo en el escenario, algo que le haga modificar o replantearse algo, que se conmueva o que consiga reírse de sí mismo… ya es una labor social importante.

“En mi época, ser “guapa” y querer ser actriz, en España, era todo un reto”.

De no ser actriz, directora y escritora, ¿qué serías?

De no ser actriz, sería infeliz. Dirigir y escribir, me han completado, pero actriz no podría no ser.  

¿Cuál sería tu máximo punto profesional? 

Quiero seguir siempre en un escenario. Mi mayor deseo es disfrutar del escenario, en todas sus facetas, y poder llegar a vieja actuando.

Silvia de Esteban en “Lorca, Flamenco y Contemporáneo” (2019)


¿Cómo has vivido esta pandemia que tanto sigue afectando a toda la humanidad? 

Silvia de Esteban.
Desde febrero del 2020 mi vida ha sido tremenda. La de muchos de nosotros cambió en muchos sentidos, por la pandemia mundial y todos esos meses de incertidumbre; pero para mí estos años han sido bestiales, como una montaña rusa de emociones. La pandemia que me dejó encerrada en Tenerife, en casa de mis padres, con los que no vivía desde hacía 32 años. Todo un tsunami para los tres.

En el primer mes de confinamiento, me diagnosticaron cáncer de mama. Me enfrenté casi sola a todas las pruebas, la cirugía, los tratamientos, los miedos, el dolor; un año de mierda, así de simple. 

Luego me enamoré de alguien con quién planeé una vida nueva, juntos, muere mi amiga con la que viví el cáncer a la par, ella con peor suerte que yo, duelo, decisiones, venta de mi casa de Miami, duelo y despedida. Después aquel amor resultó ser todo un “fraude”, ruptura, duelo otra vez, cambio de planes, compra otra casa, más decisiones, viaja como loca, estrena “La vida de colores”, recomponte, Silvia, y sigue adelante… 

Así llevo más de dos años y, sin embargo, todo ha salido bien. Todo pasa por algo y de todo me llevo una lección aprendida. Así que lo único que quiero es disfrutar de la vida, amar y ser amada, hacer lo que me gusta y tocar todos los corazones posibles, para que, al final, pueda seguir sintiéndome orgullosa del camino elegido. 

No sabemos qué ocurrirá mañana, así que… ¡A vivir! Ese es mi lema. Vivir y ser feliz, ayudar a los demás y subirme al escenario cada vez que pueda.