Por: Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Silvia De Esteban
SILVIA DE ESTEBAN
La niña triste que llegó a ser reina
Hace algunos años, cuando mi pieza
breve “Rojo 33” se estrenó en Monterrey, surgió la posibilidad de montarla
en Miami, bajo la dirección de Miguel
Sahid. En esa puesta, conocí a una
actriz muy talentosa con la que, desde
entonces, he desarrollado una gran
amistad y visualizamos varios nuevos
proyectos.
Esta ocasión, con esta entrevista realizada entre que presentaba su nueva obra en Nueva York y regresaba a Tenerife, en
Islas Canarias, su tierra, tengo el enorme gusto de presentarles
la belleza, talento e inteligencia de Silvia de Esteban.
¿Qué tal si nos vamos a tus primeros años?
Siempre tuve una sensación de que mi infancia había sido triste.
Y de alguna manera lo fue. Me sentía diferente, desplazada y
poco entendida. Desde siempre tuve problemas para leer, soy
disléxica, y en el colegio me trataban como si fuera “burra” por
no poder leer o entender las matemáticas.
Confundía las letras y me costaba mucho entender lo que
leía, así que se me dificultaba mucho estudiar. Y con los números igual o peor. Así que suspendía las asignaturas desde los
5 años, y eso para mí fue un trauma, ya que tanto las monjas y
las profesoras del colegio, como las niñas, me ridiculizaban y
me hacían sentir mal, aunque visto desde fuera todos podrían
decir que tuve una infancia normal y bonita.
¿Cómo procesabas esa situación? ¿Dónde encontrabas tu
zona de comodidad?
Sólo en las cosas creativas me sentía cómoda. Una vez, una
monja me dio la oportunidad de actuar en la que sería mi primera obra de teatro para el final de curso del colegio, en un
teatro de verdad; me ayudó a aprenderme el texto y yo hice una
actuación brillante.
Tenía 6 años. Creo que ese fue el momento en el que supe dónde
quería estar el resto de mi vida. El escenario era el único lugar
en el que podía sentirme libre y segura, aunque eso lo descubriría
más tarde. Lo primero que quise ser, fue payaso. Amaba el circo
y me encantaba la figura del payaso que hacía reír a los niños.
“El
escenario
era el único
lugar en el
que podía
sentirme
libre y
segura”
¿Y cómo te encaminaste a la actuación?
Fue más adelante, en clase de literatura, y con la única profesora que me enseñó sin juzgarme en aquel colegio, Lourdes se
llamaba, descubrí a los poetas y autores de la generación del
27 y ahí, en sexto de básica, con once años, supe que lo que yo
quería era ser actriz, interpretar, meterme en mundos que no
fueran el mío y hacer sentir cosas.
Creé mi propio mundo en casa. Cuando nadie me veía, convertía el salón de mi casa en un escenario enorme, imaginando
gradas llenas de público y actuaba. Recuerdo utilizar la música
para expresar mis sentimientos. Ponía canciones que me gustaban y hacía playbacks con todo tipo de diferentes emociones.
También, actuaba historias que me inventaba. Lo que fuera. Pero,
por supuesto, ese era mi secreto. Ese mundo interior infantil,
hizo que mi imaginación se disparara y creo que esos ratos a
solas, en mi escenario, me sentía más libre.
¿A solas? Entonces, ¿qué pasaba con tu familia? ¿Te
apoyaban en esos sueños?
¿Apoyo? Bueno, supongo que mi familia, a esa edad y en
una isla como Tenerife, donde salirse de la norma estaba mal,
me apoyaban sólo si sacaba buenas notas en el colegio, y se lo
tomaron como una cosa de niña. Pero conseguí que me dejaran
ir a una escuela de interpretación a la edad de trece años y, ahí
sí, sentí que me apoyaban.
Las clases eran para adultos y en horario nocturno, ya tarde,
los martes y viernes, así que recuerdo a mis padres haciendo
un esfuerzo enorme para recogerme a la una de la madrugada,
teniendo que ir a trabajar temprano al día siguiente. Aquellas
clases me enseñaron tanto y me abrieron tanto los ojos a este
mundo del teatro y la interpretación, que ya jamás cambié de
opinión. Por fin me sentía feliz y sentía que encajaba en un
grupo, y eso que todos eran mayores y yo era la benjamina, pero
todos hablaban mi idioma o al menos yo entendía el de ellos y lo
empecé a aprender veloz y con alegría. La palabra “pertenecer”
empezó a formar parte de mi vocabulario.
Y luego se abrió la puerta al mundo de la moda…
El mundo de la moda llegó de repente. A los trece años, la vida me
dio la oportunidad de ser alguien, cosa que hasta ese momento
no había sucedido. Así que yo lo aproveché, disfruté y empecé a
tener más seguridad en mí, pero siempre tuve clara mi vocación.
“Un buen
concurso
de belleza,
es mucho
más que
una simple
competición en belleza física”
¿Tuvo eso qué ver con tu incursión en concursos de
belleza?
A mis dieciséis años, me ofrecieron presentarme a Miss Tenerife y, un año más tarde, me presenté, gané el título de Miss
Atlántico y fui directa al Miss España. Ahí gané Miss Simpatía,
que lo daban mis compañeras de certamen, y Miss Elegancia.
Luego de eso, el 9 de octubre de 1989, con diecisiete años, me fui
a vivir a Madrid y trabajé como modelo con diferentes agencias
y diseñadores.
|
Silvia de Esteban
participando en Miss
Internacional. |
Entonces, las pasarelas y los concursos de belleza llegaron
casi de la mano…
Como había quedado clasificada en el Miss España, la organización del certamen me ofreció ir a alguno de los internacionales. Me hablaron de Miss Hispanidad y Miss Internacional,
yo pregunté, “¿Dónde se celebran?”, mi mayor deseo era viajar,
jamás pensé en otra cosa, así que elegí Miss Internacional porque se celebraba en Japón y me parecía un lugar maravilloso y
diferente para conocer.
La sorpresa, para mí y para todos, fue que gané ese certamen
y me convertí en la segunda española de la historia en ser Miss
Internacional. Ahí mi carrera se disparó y empecé a presentar
un programa infantil para Televisión Española, y eso se parecía
mucho más a lo que yo quería hacer. Recuerdo que en aquel
casting yo estaba feliz, inspirada, segura, divertida, ocurrente,
sin miedo… y me dieron el programa.
Mi vida se empezaba a parecer a lo que yo soñaba y la niña
triste e insegura de la infancia fue quedando atrás. Aunque,
muchos años después, tuve que rescatarla y trabajar con ella
en un proceso largo de psicoanálisis, porque ella ha seguido
estando y está ahí, siempre. Tenía que gestionar muchas cosas
para poder ser yo y no dejarla atrás. Ahora somos amigas y siento
que ella me enseñó mucho. Todavía aprendo cada día.
“El teatro
social, que
refleje los
dramas de
nuestras
vidas, es el
que más
me interesa”
¿Qué dices a quienes piensan que los concursos de belleza
son mera frivolidad y no toman en cuenta la plataforma
tan importante que pueden llegar a ser?
A mí me parece que para criticar algo, hay que estar dentro, o
haberlo vivido de cerca. Desde fuera es muy fácil hablar de la
frivolidad de los concursos y lo entiendo, pero un buen concurso
de belleza, desde que yo los conozco, son mucho más que una
simple competición en belleza física.
No conozco a nadie que los haya vivido de cerca, de una
manera o de otra, que piense así sobre los concursos de misses
(y actualmente de misters). Muchas veces, se convierten en una
plataforma maravillosa, otras veces no, he visto de todo, lo bueno
y lo malo, pero lo más destacable para mí de los certámenes es
la escuela que brindan.
Normalmente somos chicas jóvenes, muchas de ellas sin la
posibilidad de viajar y conocer mundo. Para mí, los certámenes
fueron una gran escuela de vida. Conocer a gente de tantos países,
convivir con ellos, (participantes, familiares de las amigas que
van a apoyar, organizadores, periodistas, fotógrafos, jurados…),
es una experiencia maravillosa.
Siempre digo que los certámenes son un curso intensivo de
saber estar y de aprendizaje veloz para la vida y son positivos
para lo que elijas hacer después. Incluso conociendo la parte
mala de ellos, porque a veces hay competitividad mala o envidias, eso te hace crecer y aprender lo que quieres y lo que no,
de una manera rápida.
Entiendo que hoy en día es un tema delicado, pero bien llevado,
con respeto y sabiendo lo que una quiere en la vida, te pueden
dar muchas cosas buenas.
|
Silvia de Esteban en su faceta de modelo. |
Como actriz, tienes una gran responsabilidad social,
desde el momento que interpretas personajes con los que
el público se puede identificar y/o proyectar. ¿Cómo te
sientes al respecto?
Con los años, esa parte de mi trabajo es una de las que más
me atrapa. Hacer personajes que puedan llegar al corazón de
muchos y que quizá les hagan pensar sobre su vida, de alguna
manera, me parece cada día más importante.
De hecho, la obra que estoy haciendo ahora, está basada
en la violencia machista, y mi intención más clara, desde que
la escribí, es que quizá a alguna mujer le haga abrir los ojos y
papar una situación de abuso que quizá hasta ese momento
no hayan podido reconocer, o no hayan sido capaces de parar.
El teatro social, que refleje los dramas de nuestras vidas, es
el que más me interesa. Si con esta obra, titulada “La vida
de colores”, consigo que una sola mujer se salve, me daré por
satisfecha. Creo que es muy bueno utilizar nuestras vivencias
para crear conciencia, tanto como actriz, como escritora. Es
mucha responsabilidad, pero si no me gustara ese reto, habría
elegido otra profesión.
¿Quiénes han sido tus principales guías en el terreno de la
actuación?
He tenido muchos profesores, la más importante fue Cristina
Rota, una mujer con la que aprendí mucho y de la que me acuerdo
muchas veces cuando trabajo personajes concretos. También he
aprendido mucho de mis compañeros, buenos y malos, de ver
mucho teatro, de observar y obligarme a crecer cada día. Por
suerte es una profesión en la que nunca dejamos de aprender.
|
Silvia de Esteban conduciendo el programa “Olla de Grillos”
con Arcadio Pascual. |
¿Cuál ha sido el personaje que más te ha exigido o el
proyecto que más presión te ha representado?
Hacer el musical “El diario de Ana Frank” fue muy exigente. Yo
tenía el personaje de Edith Frank, madre de Ana, y ser ella cada
día, supuso mucho trabajo. Era alguien que había existido, no un
personaje escrito desde la ficción, así que quería ser como ella.
Del poco material gráfico que teníamos e investigando mucho,
aprendía a andar como ella, a mirar como ella, a hablar como
ella y traté de ponerme en su piel, en aquel horrible momento
de la historia, y sentir como entendíamos que ella lo hacía. Sus
miedos, su protección por la familia, por sus hijas, su manera
alemana de expresarse…
Fue un reto enorme y uno de los personajes que más me ha
gustado hacer. Aunque podría mencionar algunos otros que seguro tú conoces bien, como Mapi de la obra “ROJO 33”. Hay
personajes que parecen hechos a medida, y este fue uno de ellos.
He hecho también mucha comedia y me lo he pasado en grande,
Morticia de “Los Locos Addams”, fue genial, la hice muy perversa y sexy a la vez, nos daban verdaderos ataques de risa en
los ensayos, y así, podría hablar de muchos otros.
¿Cuándo y cómo migraste a América?
En 2013 decidí probar e irme a Miami, una ciudad donde no
conocía a nadie pero que me daba muy buena espina. Llevaba
tiempo queriendo hacer un cambio, estaba en un momento
en el que necesitaba diversión (sobre los escenarios) y mucho
trabajo.
Me había hartado de la lucha feroz después de 22 años en
Madrid, batallando por cada casting y teniendo que demostrar
que podía, así que hice las maletas y me fui.
“No hay
nada como
el contacto con el
público, el
reto diario
de hacerles sentir
cosas y los
nervios de
cada vez
antes de pisar el escenario”
Entonces, Miami te atrapó.
Así fue. Y así es. Miami me atrapó.
Creo que esa luz tan especial
que tiene y la energía de la gente amable y abierta, me hicieron
sentir como en casa. Sé que Estados Unidos es un país lleno de
contradicciones, hay muchas cosas de su manera de ser que no
consigo entender, he querido ver miles de documentales, leer
sobre su historia y, sobre todo, conocer todo tipo de gente, para
entender el porqué de las cosas que no comparto con ellos, pero
mi experiencia ha sido tan fantástica que no puedo decir nada
malo de Miami, sino todo lo contrario.
Miami me dio alas, felicidad, amigos que llevo conmigo en el
corazón, gente amable que ayuda al que llega como a ellos los
ayudaron en su momento, una diversidad de colores, acentos
y formas de pensar que me encanta y teatro, mucho teatro y
trabajo como actriz y como directora que no hubiera podido
hacer en Madrid en tan pocos años.
Además, pude comprar mi primera casa, un lugar único con
un jardín con el que siempre había soñado y durante el tiempo
que estuve allí, fui muy feliz. Creo que siempre voy a recordar esa
casita como uno de los lugares más mágicos en los que he vivido.
Ahora tengo un apartamento sobre el agua que es otra divinidad. Para mí es muy importante tener un trocito de naturaleza
en casa, eso me da la calma que necesito para seguir cada día.
Me gusta salir al jardín y mirar las estrellas o la luna, meditar,
pensar… y a veces, no pensar en nada y sólo disfrutar de esos
momentos.
|
Silvia de Esteban como
Morticia Addams en “Los
Locos Adams”. |
Tu amor por la naturaleza y los animales es, de verdad,
admirable.
¡Son grandes amores! ¡Amo los animales! No sé ni cómo explicarlo.
La conexión que tengo con ellos es preciosa. Me gusta darles
su espacio, conocerlos, y cuando se sienten cómodos, quererlos
mucho, tanto como ellos a mí. Todos los amigos peluditos que
me han acompañado durante mi vida han cumplido y cumplen
una enorme labor en mi felicidad.
Ahora mismo, sin Luna, no sabría estar. Es mi dachshund
miniatura y ha sido mi salvación durante el cáncer tanto como
lo es cada día. El amor que nos tenemos es sobrenatural, o así
quiero creerlo yo. Yo la rescaté a ella de una vida en una jaula
dedicada a tener cachorros que los dueños vendían por $1,000
dólares y ella me rescató a mí de sentirme sola y de muchas más
cosas, somos inseparables.
Y el resto de la familia es amorosa también y todos se llevan
genial. Es precioso despertarme con Luna y los dos gatos, acurrucados conmigo en la cama. Me dan amor y calma. Y no me
pongo a hablar de Lola, la labradora que rescaté de una muerte
segura y que estuvo conmigo 13 años, porque me pondría a llorar.
Todavía la extraño, pero sé que hicimos lo mejor la una por la
otra y las dos fuimos muy felices juntas. Ojalá fueran eternos.
¿Proyectos a corto y mediano plazo?
Estamos en la fase de edición de un documental que grabé mientras hice una donación de médula ósea.
|
Silvia de Esteban en ‘Los Locos Adams’. |
Cuéntanos más de eso, por favor. Es un tema
importantísimo. Hay que promover la cultura de la
donación…Llevaba muchos años siendo donante pero nunca me habían
llamado para donar, hay que tener mucha compatibilidad con
el paciente que necesita tu médula y eso no es tan fácil. Pero,
después de 22 años siendo donante, en noviembre del 2018 me
llamaron para donarle la médula a un enfermo de leucemia severa.
Al hacer la prueba de compatibilidad, hicimos match al 99% y
eso significaba que el enfermo tuviera muchas posibilidades de
no rechazar el trasplante y sanar.
Decidí hacer todo este proceso de preparación y donación de
médula con una cámara delante. Grabar todo el proceso para
que otros puedan entender lo que supone donar médula ósea y
quizá, con suerte, salvarle la vida a otra persona.
Así que nos pusimos manos a la obra y después de muchas
pruebas y preparación, hicimos mi extracción y posterior trasplante, el 30 de abril de 2019.
Fue muy curioso, que justo un año más tarde, el 30 de abril
del 2020, yo tuviera que pasar por cirugía y luchar contra un
cáncer de mama. La vida es muy sorprendente, si me hubiesen
llamado más tarde para donar, no lo hubiera podido hacer. Lo
hice justo en mi momento perfecto. Ahora, siendo paciente de
cáncer, aunque ya lo haya superado, no podría donar más.
|
Silvia con Luna. |
¿Conociste al receptor de tu donación?
Sólo sabía que el paciente era un hombre de 43 años, nunca supe
nada más, pero luego recibí una carta suya dándome las gracias
por salvarle la vida y creo que ese fue el día más feliz de mi vida.
Jamás había llorado así de felicidad, fue una sensación tremenda.
En el terreno de las letras ¿Prefieres desarrollar historias
originales o trabajar adaptaciones?
En este terreno todavía estoy investigando a ver dónde me siento
más cómoda. Desde luego, no me considero una escritora, aunque
ya he escrito muchas cosas, pero me queda mucho por explorar, así
que con historias originales me siento más cómoda, porque dejo
volar mi imaginación y me es más fácil. Pero hubo un proyecto
que me dio mucho, “Lorca, flamenco y contemporáneo”. Llevaba
escrito, en borrador, muchos años, y me costó mucho terminarlo,
pero cuando lo hice y lo pude poner en pie en el teatro, fue magia
pura. Un sueño de hecho realidad. Fue una adaptación de muchos
textos y poemas de Federico García Lorca, mi autor favorito.
Y llevo tiempo queriendo escribir mucho más, proyectos
empezados pero que todavía requieren tiempo, como el libro
“Miss Decisiones”, que poco a poco va cogiendo forma.
¿Cuál es tu género preferido, el consentido?
Me apasiona el mundo del crimen. Me considero adicta a las series
de crímenes y del FBI, sobre todo cuando en la investigación se
implica el tema mental. ¿De dónde viene la obsesión por matar
de un asesino en serie? Devoro los documentales de asesinos o
del corredor de la muerte… Sé que un día escribiré algo sobre
ello. Ya hice una primera obra de 15 minutos, para Microteatro
Miami, que se llama “The offering”, mi primera obra en inglés,
y la disfruté muchísimo.
|
Silvia de Esteban |
¿Y el género que más se te dificulta?
Amo la poesía, pero para mí es muy difícil. Mucho. Ojalá pudiera escribir poesía y expresar todo lo que siento con los poemas,
pero yo soy muy descriptiva, muy reiterativa… No me veo capaz
de escribir poesía, la verdad.
¿Cuál ha sido el principal reto que has enfrentado en tu
carrera?
Haber sido actriz. En mi época, ser “guapa” (algo que yo ni me
creía, ni me importaba), y querer ser actriz, en España, era todo
un reto. Me costó muchos años que la gente entendiera que yo
era mucho más que aquella cara de la foto o el desfile. Haber
sido Miss y querer ser actriz, fue el mayor reto, sin duda.
Ahora que ya soy una “señora de 50”, con arrugas y michelines, ya no tengo que preocuparme. Irónico, ¿no? Viviendo en
Miami, me he dado cuenta de lo diferente que es ese tema en
los diferentes países.
Y también podría hablar del reto que supone ser actriz en
una familia donde no hay ningún artista, y salir adelante con
las dificultades que esta profesión conlleva, pero eso me parece
que no es sólo mío. Todos los actores hemos pasado de todo para
poder trabajar en lo que amamos tanto.
|
En su espectáculo “Una
noche con Silvia”. |
¿Qué prefieres? ¿TV, cine, teatro, streaming?
Por supuesto, teatro. No hay nada como el contacto con el público,
el reto diario de hacerles sentir cosas, los nervios de cada vez
antes de pisar el escenario, los aplausos, las lágrimas de emoción…
Creo que el teatro debe hacer pensar, siempre, y eso implica
una labor social. Yo intento escribir y actuar de una manera
cada vez más consciente de ello. Trato de llegar a los corazones de la gente, de una forma u otra, sea el personaje que
sea, que el público se vaya pensando en algo que se dijo en
el escenario, algo que le haga modificar o replantearse algo,
que se conmueva o que consiga reírse de sí mismo… ya es una
labor social importante.
“En mi
época, ser
“guapa” y
querer ser
actriz, en
España,
era todo un
reto”.
De no ser actriz, directora y escritora, ¿qué serías?
De no ser actriz, sería infeliz. Dirigir y escribir, me han completado, pero actriz no podría no ser.
¿Cuál sería tu máximo punto profesional?
Quiero seguir siempre en un escenario. Mi mayor deseo es disfrutar
del escenario, en todas sus facetas, y poder llegar a vieja actuando.
|
Silvia de Esteban en “Lorca, Flamenco y Contemporáneo” (2019) |
¿Cómo has vivido esta pandemia que tanto sigue
afectando a toda la humanidad?
|
Silvia de Esteban. |
Desde febrero del 2020 mi vida ha sido tremenda. La de muchos
de nosotros cambió en muchos sentidos, por la pandemia mundial y todos esos meses de incertidumbre; pero para mí estos
años han sido bestiales, como una montaña rusa de emociones.
La pandemia que me dejó encerrada en Tenerife, en casa de
mis padres, con los que no vivía desde hacía 32 años. Todo un
tsunami para los tres.
En el primer mes de confinamiento, me diagnosticaron cáncer
de mama. Me enfrenté casi sola a todas las pruebas, la cirugía, los
tratamientos, los miedos, el dolor; un año de mierda, así de simple.
Luego me enamoré de alguien con quién planeé una vida
nueva, juntos, muere mi amiga con la que viví el cáncer a la
par, ella con peor suerte que yo, duelo, decisiones, venta de mi
casa de Miami, duelo y despedida. Después aquel amor resultó
ser todo un “fraude”, ruptura, duelo otra vez, cambio de planes,
compra otra casa, más decisiones, viaja como loca, estrena “La
vida de colores”, recomponte, Silvia, y sigue adelante…
Así llevo más de dos años y, sin embargo, todo ha salido bien.
Todo pasa por algo y de todo me llevo una lección aprendida. Así
que lo único que quiero es disfrutar de la vida, amar y ser amada,
hacer lo que me gusta y tocar todos los corazones posibles, para que,
al final, pueda seguir sintiéndome orgullosa del camino elegido.
No sabemos qué ocurrirá mañana, así que… ¡A vivir! Ese es mi
lema. Vivir y ser feliz, ayudar a los demás y subirme al escenario
cada vez que pueda.