Entrevista: Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Rosa Salazar Arenas
ROSA SALAZAR ARENAS
Los ricos volverán a llorar
Rosa Salazar Arenas me une una
gran amistad, pero, también, una
profunda admiración por su talento,
disciplina, constancia y sensibilidad.
Compartimos el oficio de escribir,
de crear personajes, de contar historias. Sin duda, es una gran Maestra de la que uno siempre quiere
aprender.
Hija de dos íconos del cine nacional, Doña Rosita Arenas y Don Abel Salazar, afirma haber tenido
una niñez a la que califica de “Maravillosa”. Y por ahí empezamos.
Como hija de grandes estrellas, seguro tuviste una
infancia peculiar. Hablemos de ella y de tus padres.
Crecí en un set de cine al lado de mi padre. Fue desde muy niña
que se gestó la fascinación que hoy siento por la magia del cine
y la televisión. Pero, al final, cuando uno es niño, no dimensiona
las cosas. Mis papás eran mis papás. A medida que fui creciendo,
me fue cayendo el veinte de su fama. Durante la primaria, yo
creo que mis amigos tampoco sabían quiénes eran, pero ya en
secundaria y prepa, cayeron en cuenta, aunque más allá de su
fama, les atraía su belleza.
¿Su belleza?
Sí. Mis amigas iban a ver a papá, y mis amigos a mi mamá. ¡Y
yo como el chinito, “nomás mirando”!
Mis padres, excepcionales. Me dieron la mejor educación, tanto
la que se procura en casa como la académica. A mi padre lo veo
como un hombre que se hizo solo, fue un gran emprendedor,
muy arriesgado. Gran proveedor y apoyador al 1000%. Mi mamá
fue una mujer devota de su casa. También, muy “apoyadora”.
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Rosa Salazar Arenas. |
¿Cómo los percibes desde tu perspectiva como guionista?
Me encantaría tenerlos a los dos y escribirles una historia en la
que pudieran actuar. Mi padre fue un gran actor de comedia, por
ahí me iría. Y a mi mamá, me gustaría escribirle EL PERSONAJE
de su vida. Creo que está en un tiempo perfecto para honrarla
con algo así. A pesar de que tiene muchos años retirada, creo
que está en un momento clave para hacer una gran actuación.
¿Cuál ha sido su mejor consejo, su mayor lección y el
principal legado de ellos hacia ti?
La disciplina. “No hay pretextos”, decía mi papá. A esa disciplina
le debo mucho. Mi papá siempre era el primero en llegar al set
y el último en salir.
Y la humildad, la educación y el buen trato. Los dos siempre
son amabilísimos con todo el mundo. Mi papá me decía: “En el
set, entras y saludas primero al “jala cables”. Sin toda la gente
del staff, ninguno de nosotros podríamos hacer nada. Los vi,
a ambos, convivir con todas las personas involucradas en una
producción y a todos los trataban con enorme sencillez y calidez.
¿En qué momento y cómo descubriste tu vocación por
contar historias?
Muy chiquita. Desde muy pequeña me pasaba horas escribiendo.
Empecé mi carrera en radio y después fui actriz. En esa época,
odiaba ir a castings porque prefería quedarme en mi casa a
escribir. El profesor Sergio Jiménez me estaba dirigiendo en la
telenovela “El Engaño”, y me dijo un día en el set: “Rosita querida, tú no eres actriz, eres escritora”, porque a mí me llegaban
los guiones y, desde el punto de vista del escritor, cuestionaba
todo lo que pasaba.
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Su padre Abel Salazar. |
¿Tuviste el apoyo de tu familia para seguir camino en las
letras?
Mi mamá me empujó al ruedo. Ella estaba trabajando en un unitario: “La Edad de Oro” y la escritora, Manola Saavedra, tuvo un
problema con el productor y dejó el programa. Mi mamá le habló a
Luis de Llano, el productor, y le dijo: “Mi hija escribe”. Yo ya había
trabajado con Luis como conductora del programa “Videocosmos”
y aceptó de inmediato. Era un viernes y necesitaban el capítulo
para el lunes. Me aterré, pero lo hice. Ahí empezó mi carrera.
¿Prefieres desarrollar historias originales o trabajar
adaptaciones?
Me gustan las dos. Son procesos muy distintos y cada uno tiene
sus retos y sus bondades. Con una adaptación, ya tienes el camino más o menos trazado. En cambio, el original es un lienzo en
blanco totalmente.
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Su madre Rosita Arenas. |
“No creo
en la
inspiración.
Creo en
el trabajo
arduo sobre
una idea.
Más que en
el talento,
creo en la
disciplina y
el trabajo”
¿Crees que existe la inspiración o es un tema de talento
combinado con disciplina?
No creo en la inspiración. Para nada. Creo en el trabajo arduo
sobre una idea. Más que en el talento, creo en la disciplina y el
trabajo. Pienso que eso que llaman inspiración no es más que
mucho trabajo invertido en una idea. De repente te iluminas,
pero no porque te haya tocado la inspiración, sino porque trabajaste y trabajaste y trabajaste.
¿La historia encuentra su público o el público determina el
tipo de tramas que se le ofrecen?
Creo que es un proceso orgánico en el que los creativos vamos
entendiendo el “apetito” del público. Muchas veces nos equivocamos y cambiamos el rumbo. Muchas otras, le “atinamos”.
¿Cuál es tu género preferido, el consentido?
Sin duda alguna, el drama. Me encanta mover las emociones
del auditorio.
¿Y el que más se te dificulta?
La comedia. Me parece el género más complicado de lograr
porque no sólo depende del guion, sino de la cultura y el “delivery”. No es lo mismo el humor de los ingleses que el de los
mexicanos, por ejemplo.
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Rosa Salazar Arenas impartiendo una conferencia. |
¿Cuál ha sido el principal reto que has enfrentado como
escritora?
Lo tengo frente a mí en este momento. Estoy adaptando “Los
Ricos También Lloran”. Es un reto muy grande porque el auditorio recuerda la original y el remake que se hizo, “María la del Barrio”. Ha sido un proceso muy complicado, pero espero que
el auditorio lo acepte.
“Mis padres, excepcionales. Me
dieron la
mejor educación, tanto la que se
procura en
casa como
la académica”
¿Y tu mayor gratificación?
Haber sido la escritora de “Mujer, Casos de la Vida Real” durante
11 años, a lo largo de los cuales escribí 2500 historias originales.
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Su padre Abel
Salazar (esquina
superior izquierda)
protagonizando la
película “Los tres
García” junto con Sara
García, Pedro Infante
y Víctor Manuel
Mendoza. |
¿TV, Cine, Teatro, Streaming o Literatura formal?
Televisión sin dudarlo. El cine me encanta, pero la televisión
nos da la oportunidad de adentrarnos más en los personajes.
La literatura formal me da pavor. Siento que es un hacer completamente distinto.
De tus proyectos televisivos, ¿hay alguno del que te
arrepientas?
¡Sí! “Central de Abasto”. Hasta mis hijos se avergüenzan de ese
momento de mi carrera. Era un programa feo (no me gusta
hablar mal de lo que me ha dado de comer, pero era horrendo).
¿Y los que te hacen sentir más orgullosa?
“Mujer, Casos de la Vida Real” y “Lo que la Vida me Robó”
Desde tu perspectiva, ¿qué función social juegan las
historias que compartes con el público?
Creo que las personas que trabajamos en los medios tenemos
la responsabilidad de ayudar e informar sobre tópicos de relevancia. El programa “Mujer, Casos de la Vida Real” me permitía
abordar temas muy importantes, compartir con el auditorio
información, incluso llegamos a encontrar personas perdidas.
Tenemos la obligación de informar, no sólo entretener.
“Mujer, Casos de la Vida Real”, marcó un parteaguas y, ciertamente, abrió los ojos sobre temas poco antes vistos o tratados en TV.
Silvia Pinal, la productora, me daba total libertad de hacer
y deshacer. Me importa, como escritora, que mi trabajo trascienda, que deje huella en el auditorio, que las historias que
escribo “sirvan” de algo. Por ese motivo, siempre traté de buscar
temas que no se hubieran tratado antes en la televisión, como
la masturbación femenina, por ejemplo. Fue maravilloso contar
con la confianza ciega de la señora Pinal.
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Su madre Rosita
Arenas en la
actualidad. |
La escritura... ¿te resulta terapéutica?
Absolutamente, y no sólo en el sentido del fondo de lo que escribo.
Es decir, para mí, el simple hecho de crear universos es terapéutico. De hecho, cuando no estoy escribiendo, lo cual sucede muy
poco, afortunadamente, no la paso bien. Necesito crear, necesito
estar en contacto con mis personajes para sentirme bien.
¿Qué tanto ha afectado la pandemia tu oficio como
escritora?
En realidad, y por fortuna, muy poco. Creo que la televisión
es una de las industrias que no se vieron tan afectadas por la
pandemia. En términos de producción, sí estamos escribiendo de una manera más contenida. Sabemos que no vamos a poder
salir del foro, entonces limitamos las escenas a interiores, por
ejemplo.
“Mi género
preferido
es sin duda
alguna, el
drama. Me
encanta
mover las
emociones
del auditorio”.
La narrativa pasa por una marcada y vertiginosa
evolución, especialmente desde el surgimiento de nuevas
ventanas hacia las audiencias. ¿Es difícil adaptarse a esas
nuevas exigencias en cuanto al abordaje de historias?
Es decir, cada ventana tiene sus propios criterios sobre
temas, lineamientos específicos respecto a los ritmos y
variedad en perfiles de audiencias.
No, no es difícil. Al contrario, yo creo que facilita enormemente
nuestro trabajo y las posibilidades que tenemos como escritores. La cuestión está en conocer el mercado. ¿A quién le vas a
vender? Conociendo el mercado, puedes amoldar tu contenido
a la plataforma a la que quieres vender.
Hace relativamente poco, alguien vaticinó el final inminente de la telenovela clásica. ¿Qué opinas al respecto?
Creo que eso no va a suceder. Sin embargo, el formato se ha
modificado y va a seguir haciéndolo. La telenovela clásica ya no
va a contarse en 440 capítulos, sino en 60. Pero, en términos del género, creo que es todo lo contrario. El público, especialmente
después de la pandemia, está ávido de melodrama.
¿Cuál es el futuro del oficio de escribir, de contar?
Seguir contando, adaptándonos a las nuevas plataformas. Siem
-
pre vamos a contar historias, porque los seres humanos somos
“story tellers” por naturaleza. En la antigüedad, platicábamos
nuestras historias, las pintábamos en cuevas…
De no ser escritora, ¿qué serías?
Suicida. ¡Jajajajajajaja! No me imagino alejada de los medios.
Seguramente, regresaría a la radio. No puedo vivir sin estar en
contacto con la audiencia y contar historias.
¿Cuál sería tu máximo punto como autora?
Quiero entrar en el mercado norteamericano. Tengo una serie
y dos películas escritas en inglés. Hay interés de productores
de Hollywood por producirlas. Digamos que esa es la siguiente
meta. Cuando se cumpla, me plantearé nuevas, porque la vida
es eso: Siempre tener una montaña que escalar.
¿Algo que quieras agregar?
Que espero con ansias el estreno de “Los Ricos También Lloran”
y “Allá te espero”, que acabo de terminar. Ambas van a estar al
aire al mismo tiempo.
Mi mensaje, siempre y para todo el mundo, sin importar a
qué se dediquen: “No te rindas nunca”.
“Creo que las personas que
trabajamos en los medios,
tenemos la responsabilidad
de ayudar e informar sobre
tópicos de relevancia”