Los
seis Premios Nobel de literatura hispanoamericanos y uno de los muchos que no lo
fueron.
Conocí a Zélia Gatai y a Jorge Amado en 1991, en Rio de Janeiro, cuando fui
a invitarlos a la inauguración del FCE -Fondo de Cultura Económica- que
abría su sucursal en São Paulo con la ayuda de este humilde servidor.
El escritor no quiso ir porque estaba muy deprimido, y las causas eran
sabidas: la caída estrepitosa de la URSS y de todas sus convicciones que, como
veremos más tarde, eran fuertes y duraderas, y también su eterna espera de un
Premio Nobel de literatura que nunca le llegó.
Recordamos entonces con Zélia - Jorge poco hablaba en esos días- que en
1937 el escritor había viajado por México, hablando de política y literatura
brasileñas; y que llegaron a los Estados Unidos, después de una larga gira que
empezara en Rio Grande do Sul, estado gaúcho del sur brasileño, Uruguay,
Argentina, Chile, subiendo por la costa del Pacífico hasta México; para luego
regresar a Centroamérica, momento en que Jorge Amado ya ensaya de hecho nuevas
formas de escritura que mezclan testimonio, memoria y documento histórico y
literario.
Al regresar a Brasil supo que su novela Capitães de Areia, que había
estrenado recientemente, había sido confiscada, quemada y destruida. En
noviembre, el escritor fue detenido en Manaos y enviado a Río de Janeiro;
después de los interrogatorios fue puesto en libertad.
En noviembre de 1937, cuando se estableció el Estado Novo, dictadura
de Getúlio Vargas que duró hasta 1943, sus libros fueron retirados de
circulación. Tras varias prisiones, viajó al extranjero, vivió entre 1941 y
1942 en Uruguay y Argentina, donde escribe la biografía del líder del PCB, Luís
Carlos Prestes, El caballero de la esperanza, lanzado en ese último año.
Con la caída del Estado Novo y la legalización del PCB, fue elegido
por el partido por São Paulo a la Asamblea Nacional Constituyente de diciembre
de 1945. Luego de promulgada la Constitución de 1946, comenzó a ejercer el
cargo de diputado federal, pero en 1947, el PCB volvió a ilegalidad y Jorge
Amado fue impugnado junto con los demás comunistas, en mayo de 1948.
El largo período que finalizó a mediados de los años cincuenta, y que se
cierra con Gabriela, Cravo e Canela en 1958, corresponde a la etapa de
noviazgo y matrimonio con la también escritora paulista Zélia Gattai, cuyas
obras -la más conocida, Anarquistas gracias a Dios- cuentan sobre sus
viajes por el mundo, conferencias y grandes amistades literarias y artísticas,
que Zélia retrata en Un sombrero para viaje, una obra casi paralela de
exilios, encuentros con otros escritores y congresos literarios, como la que se
cuenta en Confieso que he vivido, de Pablo Neruda.
Quizás debido a las grandes coincidencias de vida y de militancia
política con el chileno, - ambos diputados e intelectuales comunistas- pudo
haber ocurrido en Jorge Amado la ilusión de que él también fuera digno al
Premio Nobel de Literatura.
Pero Neruda no había recibido, como el bahiano, el premio Stalin, que lo
marcó a fuego y de una vez por todas antes los conservadores académicos suecos
del Nobel.
En las décadas siguientes escribió una extensa obra y fue de los escritores
brasileños más prestigiosos del país y del mundo.
Se destaca en ese período Jubiabá, de 1935, Terras do Sem Fim,
a finales de 1943, São Jorge dos Ilhéus, de 1944, Subterráneos da
Liberdade en 1954, Gabriela Cravo e Canela en 1958, Los viejos
marineros de 1961, Doña Flor y sus dos maridos de 1966, Carpa de
los Milagros, 1966, Teresa Batista cansada de guerra de 1972, Tieta
do Agreste de 1977, y Menino grapiúna de 1982.
La obra de Jorge Amado se puede dividir claramente en dos momentos
distintos; el primero es el de la novela debut, O País do Carnaval,
desde 1931, hasta la novela Gabriela, Cravo e Canela, 1958.
Las características de esta fase son las denominadas Regionalismo
nororiental de los años 30, fuertemente influido por el Realismo
socialista soviético. En este primer período siguen dos novelas en un
volumen, Os Velhos Marinheiros, uno de los cuales, La Muerte y Muerte
de Quincas Berro d’Água, es considerada por muchos críticos como la obra
maestra del autor.
Gabriela, Cravo y Canela, cuenta la saga del cacao en el sur
de Bahía con mirada picaresca y un nuevo lenguaje, que anuncia la llegada de lo
que llamamos la segunda fase de los escritos de Amado.
El fuerte carácter político e ideológico de la obra de Jorge Amado que
venía desde la primera etapa, hasta mediados de los años cincuenta,
corresponden al período en el que el autor, militante del Partido Comunista
Brasileño, fue diputado federal, en 1945.
Después de Gabriela, Cravo y Canela, antes más preocupados con los
problemas políticos y sociales, Jorge Amado se transforma en una persona más
humorística y en un digno representante de la sensualidad del pueblo bahiano.
En esta segunda fase, grandes figuras - sobre todo mujeres - aparecen como las
principales protagonistas de narraciones voluminosas, cuya acción casi siempre
tiene lugar en la colorida y mezclada, la mestiza sensual Salvador de Bahía.
Pero, a pesar de la fuerza del tema político en la explicación de la
negativa a concederle al escritor, este humilde servidor, traductor y editor,
sospecha que aparte del aislamiento político o ideológico, lo que más pesó
contra Jorge Amado fue el hecho de ser un escritor de la Última flor del Lacio,
el idioma portugués, lengua bella e inculta, desconocida del vasto mundo
hispano hablante. Y no hablamos de un escritor menor, claro, y sí de uno que
arranca con un sutil Realismo fantástico brasileño, permanentemente comparado
con Gabriel García Márquez por sus imágenes, su regionalismo y la cierta
hermeticidad de su lenguaje, su gastronomía, su clima y sus gentes.
JV. São Paulo, abril de 2024
Argentino, establecido
en Brasil, profesor de idiomas, editor,
traductor, escritor y librero. Investigador y conferencista de temas
hispanoamericanos y de la historia y las culturas de los pueblos nativos. Autor de más de una centena de libros
didácticos publicados en Brasil, y de dos colecciones de cuentos en Argentina.