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¿Es cierto que Rulfo pensaba que Borges no existía? | JAVIER VILLANUEVA | Enero 2024


¿Es cierto que Rulfo pensaba que Borges no existía?

El autor de Pedro Páramo, -Juan Rulfoera un hombre demasiado pudoroso para hablar de sí mismo. Tímido, según algunos; y aunque sus obras están allí, siempre es bueno conocer las convicciones del escritor sobre su oficio. 

“Uno de los principios de la creación literaria es la invención, la imaginación. Somos mentirosos, -decía Rulfo-, todo escritor que crea es un mentiroso, la literatura es mentira; pero de esa mentira sale una recreación de la realidad, -insistía, -recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación”- decía Rulfo en su charla en la UNAM con el título de El desafío de la creación, en 1960.

Ya con esta idea fija en la cabeza, y después de haberme leído de cabo a rabo las 628 páginas del Borges babilónico del FCE de Argentina, recordé también que algún autor trasnochado, al acercarse con una cierta mirada matemática a La Biblioteca de Babel -el famoso cuento 1944 (en Ficciones) de Jorge Luis Borges que habla de una identidad entre la biblioteca y el Universo-, calculó que el número de libros posibles en sus estanterías, basándose en las mismas coordenadas borgianas, era algo así como 25 elevado a la 656 milésima potencia.

La biblioteca-Universo tenía un número indefinido, y quizás infinito, de galerías hexagonales, con vastos tubos de ventilación en el centro, rodeados por balaustradas muy bajas, y desde cualquier hexágono se podían ver los pisos inferior y superior: infinitamente. Esto llamó bastante la atención de un físico, cuyo nombre no recuerdo, que publicó un artículo en el que se preguntaba si realmente existía esa tal biblioteca, porque situarla en el Universo parecía matemáticamente imposible y, finalmente, llegaba a la conclusión que J. L. Borges tampoco existía o era, en todo caso, un burdo impostor. 

Si le creyéramos a Borges, el volumen del Universo, en centímetros cúbicos, exige un número de 85 cifras. Entonces, pensemos bien: ¿cómo podría caber en el Universo esa cantidad -25 elevado a la 656 milésima potencia- de libros? Tal biblioteca no suena como algo posible, ya que no cabe en el Universo; me siguen, ¿no?

Por otro lado, según las teorías de Newton, la densidad media de la presunta biblioteca sería algo así como un décimo de la del agua, y así llegaríamos a una obra brutal de arquitectura con un diámetro de más de un centenar de millones de kilómetros, lo que nos llevaría irremediablemente a un agujero, negro, tenebroso y fatal para el Universo.

Pienso que si Juan Rulfo hubiera hecho estos simples cálculos matemáticos, con seguridad habría desconfiado del cuento -La Biblioteca de Babel, digo- y también del mismo Borges. Piensen, pues es más que evidente: una persona común -una bibliotecaria, por ejemplo- no puede andar, a lo largo de toda su vida de 25 o 30 años de labor, más que medio millón de kilómetros. Siendo así, -y una vez que Juan Rulfo sabía que todo escritor al crear su obra se vuelve un mentiroso contumaz, y que la literatura es puro engaño, de la cual sale una recreación de la realidad- es evidente que iría a darse cuenta que es imposible que alguien pudiera mantener una velocidad constante por entre los estrechos corredores y las empinadas escaleras de la tal hipotética biblioteca, ¿no? 

Tampoco podemos olvidar, por otro lado, que Rulfo afirmó en una charla de 1960 en la UNAM –El desafío de la creación-: “Sabemos perfectamente que no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la muerte. No hay más, no hay más temas, así es que, para captar su desarrollo normal, hay que saber cómo tratarlos, qué forma darles; no repetir lo que han dicho otros”. 

O sea, digo yo: si Borges era un convencido de que existen los universos paralelos, planos y enormes, y que la física tiene allí sus propias leyes y valores muy diferentes; y por otro lado Rulfo repetía que la literatura es una mentira que recrea la realidad, seguramente que La Biblioteca de Babel sí podía realmente existir, y que una construcción tan grande seguro que existía en alguno de los super-planetas de un universo paralelo inventado y, por lo tanto, hecho realidad -sí, realidad- por Borges, y de puro gusto.

¿Era Borges él mismo un invento de sus propios textos? Dice Juan Rulfo que, cuando se encontraron por fin en México, en vez de aquella historia de “ando muriéndome”, en un susurro le dijo: “No se preocupe por saludarme, Juan, yo no existo. Soy un error, un fantasma”. Como diría el personaje, medio real, medio fantástico del brasileño Ariano Suassuna: “Não sei, só sei que foi assim”.

Muchos creemos, décadas después de estos hechos, que Juan Rulfo pensaba justamente en esto cuando dijo que compartía la idea de José María Arguedas, de que “al autor, al escritor, hay que dejarle el mundo de los sueños ya que no puede tomar el mundo de la realidad”


Javier Villanueva. 
blog.javier.villanueva@gmail.com 
www.albertointendente2011.worldpress.com

Argentino, establecido en Brasil, profesor de idiomas, editor, traductor, escritor y librero. Investigador y conferencista de temas hispanoamericanos y de la historia y las culturas de los pueblos nativos. Autor de más de una centena de libros didácticos publicados en Brasil, y de dos colecciones de cuentos en Argentina.