Por: Eugenio Gutiérrez
Fotografía: Cortesía E. Gutiérrez
Alabanzas lluviosas
¿Dónde quedó todo el tiempo perdido?
Veo mis manos borrosas, me desmayo,
no puedo mantenerme consciente con el
pensamiento de perderte, de vivir sin tu
sonrisa, cómo podré usar mis manos si tú
fuiste el que me enseño a usarlas, cuando tú
estás en peligro, todo lo demás solo es ruido ambiental,
tiemblo al pensar que te pasaría algo.
¿Dónde quedaste tú después de las largas noches
sin dormir? Yo quedé tratando de pensar qué hubiera
pasado, dejando lentamente todo lo que amé, encontrando nuevas raíces, huyendo de guerras civiles.
Noches de enero que huyen de sus propios brillos,
mañanas lluviosas de marzo que dejan un testamento
previniendo lo que pasaría esa noche.
¿Y si todo lo que he vivido es una alucinación? ¿ Y si
en el sueño en el que estamos metidos solo es un chiste?
¿Y si somos un pensamiento de Sacheri, una teoría de
Newton, una droga, una infección, una esperanza de
un soldado, una motivación de un prisionero?
Todas las cosas que se nos olvida valorar van lentamente desapareciendo, tener compañía mientras
comes, contarle tu día, dar el segundo abrazo, darle
una última mirada antes de dormir, correr junto a
tu perro, bromear con un amigo, ser educado por tu
abuelo, ser admirado por tu abuela, ser respetado por
tus tíos, ser mencionado por tus tías, ser abrazado por
tu hermano, la sonrisa de tu hermana, ser reconocido
por un extraño sin rastrillo, ser alabado por tu padre,
ser amado por tu madre, ser protegido por tu perro,
ser defendido por tus amigos, por ese amigo, jugar
fútbol, platicar con tu primo, ser respetado por todos
pero más que nadie por ti mismo.
Repito, ¿dónde quedaste tú,? ¿Te perdiste por el
camino, te caíste del barranco mientras reías, mientras abrazabas cerrando los ojos? ¿Estás sobre una
colina del bosque, donde el trueno te enreda los brazos,
y te raspa las mejillas? Ahí estoy yo también, ahí nos
salvaremos, ahí volveremos a vernos, ahí moveremos los huracanes que nos rodean con la mirada, y
regalaremos alabanzas a los que nos rodean, aramos
testimonios en tierra seca, regalaremos abrazos, nos
abrazaremos mientras caminamos, nos diremos toda
la alma, hablaremos sobre los solazos de los sábados,
sobre el ambiente de los domingos, sobre las nubes de
los miércoles, sobre la fortuna de los lunes, sobre las
expectativas falsas de los viernes, sobre la inmensa
nostalgia que sentimos los jueves.
Hablaremos eternamente sobre nuestro camino hacia el cielo, después
de que pase toda nuestra vida, cuando estemos viejos,
seguiremos abrazados, gritaremos poesía con los ojos,
anunciaremos a toda la sierra que vamos hacia arriba,
hasta la cumbre, hasta donde nos esperan muchos,
ignoraremos nuestras rodillas desgastadas, nuestros
tobillos oxidados, iremos a las nubes, regresaremos
a cuando todo era más simple, una mesa con cinco
lugares, miradas sin pretexto, abrazos sin dudar.
Subiremos levitando, esperando abrazos que antes
habíamos recibido, palabras memorizadas, nostalgia
divina. Subiremos y llegaremos al martes, el de insomnio, el del amor, el de rimas desconocidas. Martes
llenos de abrazos con fuerza exagerada, martes en
el cuál tus ojos reconocen los míos.
Hoy no podré publicar, estaré subiendo una sierra
junto a mi hermano, mi mejor amigo, llegando al
punto más alto para poder brincar a las nubes donde
se encuentran ellos.
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