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Cultura de la cancelación | EDUI TIJERINA | Septiembre 2023

Sin audiencia no hay medios

Cultura de la cancelación

El odio masivo es lo de hoy

Seguramente han escuchado hablar de la “cultura de la cancelación”, la cual ha ido tomando cada vez más fuerza gracias a las redes sociales; tanto que sociólogos estudiosos del tema la han señalado como reflejo de la ligereza con la que se analiza y aborda lo que pasa en nuestro contexto. En pocas palabras, se trata de reacciones extremas, para muchos exageradas, ante juicios rápidos sobre algo o alguien.

¿Qué es lo que mueve a la cancelación de alguien (personaje público) o algo (movimiento, grupo, partido, programa, medio de comunicación, etc.)? Motivos hay muchos y pueden ser desde los positivos (afectar la existencia de algo nocivo para los usuarios y su estado ideológico, emocional y de relación con quienes les rodean) hasta los negativos (usar el recurso de manera poco ética para afectar competidores, destruir la carrera de alguien o dañar su imagen pública)

Si analizamos casos de “cancelaciones” podemos encontrar ejemplos que ilustran ambos grupos de motivos, es decir, los positivos y los negativos. Sin embargo, los segundos quedan como mayoría. Curiosamente, ese análisis nos puede llevar a que la solución a cualquier problema o efecto pudo ser menos destructiva, agresiva o escandalosa, de haberse recurrido al diálogo, a la explicación o a la revisión del caso.

Aplicar la “cancelación” es una forma de expresar desaprobación y, desde las redes, armar toda una maquinaria de presión social para contrarrestar manifestaciones ligadas al clasismo, sexismo, homofobia, racismo, misoginia y casos de acoso, agresiones, violaciones y discriminación. Aquí, para bien o para mal, no se da lugar al principio de “separar el arte del artista”.

¿De dónde viene este concepto? Muchos dicen que “cancelación” viene de la relación con las series de TV que, al no tener éxito, terminan siendo canceladas. Otros afirman que tiene que ver con la función de “cancelar” (silenciar, eliminar, restringir) propia de las redes sociales y, en especial, de X (antes Twitter)

Una curiosidad es que, contrario a lo que es ahora -rechazo, contra agresión y hasta respuesta violenta o “hacer justicia”- inicialmente se usaba “cancelar” cuando durante una charla entre amigos o compañeros, alguien decía algo que no resultaba bien recibido, se le decía “cancela eso” y listo. Ahí quedaba, como solicitud cordial de cambiar de tema o evitar el uso de ciertas frases.

Lo que ahora enfrentamos es un fenómeno de amplio alcance, por lo que se le distingue como “cancelación cultural”. Todos tenemos la oportunidad de un celular a la mano, acceso a una red social y de expresar lo que nos gusta o disgusta con sólo presionar un botón de like, lo mismo que el mando de eliminar (cancelar) Basta un hashtag para correr la voz y que, quienes piensen u opinen similar, se unan. Eventualmente, el material o personaje en vías de cancelación queda expuesto y colocado en el ojo del huracán, para juicio general y con el casi asegurado fin de su existencia pública.

¿Ejemplos? Dejar sin carrera a un cantante por decir que en México hay mujeres que no se depilan el bozo (vello en la parte superior del labio) y no le atraen las mujeres “bigotonas”; dejar de ir a los conciertos de alguien que no comulga con las familias homoparentales o presionar para negar gira en México a un grupo de adolescentes que, en una entrevista, dijeron que no les gusta el ruido de la CDMX ni el refresco en bolsa. Otros ejemplos serían pedir la eliminación de un personaje animado por considerar que su romanceo con una gatita, a la que cree zorrillita -igual que él- es apología del acoso sexual, ir en contra de una película clásica por considerar que su trama “normaliza” temas como la esclavitud y discriminación racial o provocar el cierre de un restaurante estadounidense en el que un mesero se negó a atender a alguien que le ordenó español… ¡Y así hay muchísimos! 

Estas acciones de efecto en onda expansiva pueden llegar a tener implicaciones en múltiples niveles, que van desde el social y el ya señalado cultural, hasta el político, el deportivo y el religioso. Quienes están en contra argumentan que esto sólo genera odio, violencia cibernética y acoso, además de que va en contra del principio de democracia y no favorece al cambio social constructivo. Los que se declaran a favor, hablan de herramienta para visibilizar e impartir justicia debido a la incapacidad de entidades de Gobierno y de las Instituciones.

Ustedes, ¿qué opinan?

Edui Tijerina Chapa
edui_tijerina@yahoo.com.mx 
Twitter: @EduiTijerina 
Instagram: @eduitijerinachapa 

Es escritor, dramaturgo, guionista, asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”, “Somos invisibles” y “Jesús de Nazaret”.