Sin audiencia
no hay medios
Terror elevado
Lo mismo disfrazado
de novedad
En nuestra sección del número pasado abordamos un poco lo que son los géneros y, a la vez,
referimos los más importantes. Entonces, señalamos que el Cine Fantástico, junto con sus ramas
o subgéneros (Fantasía, Ciencia Ficción, Terror y
Horror) es, hoy por hoy, el que acumula mayor
número de adeptos.
Desde hace relativamente poco, se ha estado
hablando cada vez más del “Terror Elevado” y del
“Horror Elevado”. Se trata de “nuevos” subgéneros
-aunque más bien son nuevas vetas de subgéneros ya existentes- que se salen del patrón, evitan
clichés y exploran temas, tramas y personajes
más complejos.
Los que apoyan esta “novedad” aseguran que
apelan al “miedo psicológico-existencial” para
envolver, generar tensión y detonar situaciones de alto suspenso. Pero, pregunto: ¿Acaso
no hacen eso, por sí, las películas de terror? No
olvidemos que, justamente, la veta psicológica es
la que distingue el terror del horror, ya que éste
último se enfoca más en mover reacciones de
rechazo físico ante la exposición de mutaciones,
mutilaciones, secreciones, sangre, vísceras y
similares.
Si esta “nueva forma” de abordar tramas de terror/horror con personajes más rebuscados, con
fuertes choques morales y con análisis profundos
sobre la ética, las relaciones humanas, la vida y
la muerte es, justamente, “novedosa” … ¿Dónde
entran, entonces, propuestas como “El Resplandor” de Kubrick, “El Bebé de Rosemary” de Polanski,
“El Exorcista” de William Peter Blatty o “El Silencio
de los Inocentes” de Jonathan Demme?
Ya con las películas recién listadas se hacía referencia a un “miedo” muy por encima del sobresalto barato causado por un corte abrupto en
pantalla, una aparición sorpresiva a cuadro o
la elevación repentina de los efectos sonoros o
los acentos musicales. En ellas se conecta con
discursos filosóficos, psicológicos y éticos sobre
conflictos de base, así como con personajes más
y mejor perfilados y con ruidos emocionales más
profundos que, claro, representa mayor exigencia
reflexiva y analítica para el público.
Se supone que las películas de “Terror Elevado”
o de “Horror Elevado” apelan a ideas ligadas a
nuestra responsabilidad social, tanto de nuestras
conductas, ya sea en plan individual o grupal,
como al uso de la ciencia y la tecnología, el ejercicio del poder o conceptos como la felicidad, la
infelicidad, la frustración y la realización personal.
Definitivamente, en la larga filmografía de Terror y
Horror encontramos infinidad de títulos que descansan en el sobresalto, el brinco, la impresión
momentánea como pasajera, pero también hay
muchísimos que van más allá.
¿A qué quiero llegar? A que se está inventando
un nuevo nombre para algo que ya existía. Que
la etiqueta de “Terror Elevado” sea nueva, no implica que las producciones a las que refiere no
existieran. No confundamos.
Mis respetos a grandes nuevos directores como
Ari Aster (“Hereditary”, “Midsommar”), Jordan Peele
(“Get Out”, “Us”, “Nope”) o Robert Eggers (“La Bruja”,
“El Faro”) a quienes se catalogan como exponentes de esta elevación del terror, pero, insisto, lo que
hacen es aportar nuevos enfoques, atmósferas,
ritmos y tópicos sobre cimientos que ya otros
habían sentado.
Pensemos en una pastelería. Todas pueden elaborar el mismo pan de vainilla básico, pero la capacidad para moldearlo, decorarlo y presentarlo va
marcando la diferencia ante la preferencia del
público (y el precio a manejar) Algo así ocurre.
Dicho de otra forma, yo, más bien, no hablaría de
variantes de género, sino de objetivos de producción: Terror Comercial y Terror de Autor.
Nada nuevo bajo el sol. Sólo formas frescas, estilos diferentes y miradas más profundas a lo que
ya está.
Edui Tijerina Chapa
edui_tijerina@yahoo.com.mx
Twitter: @EduiTijerina
Instagram: @eduitijerinachapa
Escritor, dramaturgo, guionista,
asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas
teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”,
“Juan Diego” y “Jesús de Nazaret”