FRANK GUERRERO | Nuevos desafíos en la industria y escenas musicales | ROBERTO GARZA | Septiembre 2024

Terror elevado | EDUI TIJERINA CHAPA | Abril 2023


Sin audiencia no hay medios

Terror elevado

Lo mismo disfrazado de novedad

En nuestra sección del número pasado abordamos un poco lo que son los géneros y, a la vez, referimos los más importantes. Entonces, señalamos que el Cine Fantástico, junto con sus ramas o subgéneros (Fantasía, Ciencia Ficción, Terror y Horror) es, hoy por hoy, el que acumula mayor número de adeptos.  

Desde hace relativamente poco, se ha estado hablando cada vez más del “Terror Elevado” y del “Horror Elevado”. Se trata de “nuevos” subgéneros -aunque más bien son nuevas vetas de subgéneros ya existentes- que se salen del patrón, evitan clichés y exploran temas, tramas y personajes más complejos.

Los que apoyan esta “novedad” aseguran que apelan al “miedo psicológico-existencial” para envolver, generar tensión y detonar situaciones de alto suspenso. Pero, pregunto: ¿Acaso no hacen eso, por sí, las películas de terror? No olvidemos que, justamente, la veta psicológica es la que distingue el terror del horror, ya que éste último se enfoca más en mover reacciones de rechazo físico ante la exposición de mutaciones, mutilaciones, secreciones, sangre, vísceras y similares.

Si esta “nueva forma” de abordar tramas de terror/horror con personajes más rebuscados, con fuertes choques morales y con análisis profundos sobre la ética, las relaciones humanas, la vida y la muerte es, justamente, “novedosa” … ¿Dónde entran, entonces, propuestas como “El Resplandor” de Kubrick, “El Bebé de Rosemary” de Polanski, “El Exorcista” de William Peter Blatty o “El Silencio de los Inocentes” de Jonathan Demme?

Ya con las películas recién listadas se hacía referencia a un “miedo” muy por encima del sobresalto barato causado por un corte abrupto en pantalla, una aparición sorpresiva a cuadro o la elevación repentina de los efectos sonoros o los acentos musicales. En ellas se conecta con discursos filosóficos, psicológicos y éticos sobre conflictos de base, así como con personajes más y mejor perfilados y con ruidos emocionales más profundos que, claro, representa mayor exigencia reflexiva y analítica para el público.

Se supone que las películas de “Terror Elevado” o de “Horror Elevado” apelan a ideas ligadas a nuestra responsabilidad social, tanto de nuestras conductas, ya sea en plan individual o grupal, como al uso de la ciencia y la tecnología, el ejercicio del poder o conceptos como la felicidad, la infelicidad, la frustración y la realización personal.

Definitivamente, en la larga filmografía de Terror y Horror encontramos infinidad de títulos que descansan en el sobresalto, el brinco, la impresión momentánea como pasajera, pero también hay muchísimos que van más allá.

¿A qué quiero llegar? A que se está inventando un nuevo nombre para algo que ya existía. Que la etiqueta de “Terror Elevado” sea nueva, no implica que las producciones a las que refiere no existieran. No confundamos.

Mis respetos a grandes nuevos directores como Ari Aster (“Hereditary”, “Midsommar”), Jordan Peele (“Get Out”, “Us”, “Nope”) o Robert Eggers (“La Bruja”, “El Faro”) a quienes se catalogan como exponentes de esta elevación del terror, pero, insisto, lo que hacen es aportar nuevos enfoques, atmósferas, ritmos y tópicos sobre cimientos que ya otros habían sentado.

Pensemos en una pastelería. Todas pueden elaborar el mismo pan de vainilla básico, pero la capacidad para moldearlo, decorarlo y presentarlo va marcando la diferencia ante la preferencia del público (y el precio a manejar) Algo así ocurre.

Dicho de otra forma, yo, más bien, no hablaría de variantes de género, sino de objetivos de producción: Terror Comercial y Terror de Autor.

Nada nuevo bajo el sol. Sólo formas frescas, estilos diferentes y miradas más profundas a lo que ya está. 


Edui Tijerina Chapa 
edui_tijerina@yahoo.com.mx 
Twitter: @EduiTijerina 
Instagram: @eduitijerinachapa 

Escritor, dramaturgo, guionista, asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”, “Juan Diego” y “Jesús de Nazaret”