La exquisitez
de ser nosotrxs
Del Principito
y otros
aprendizajes
para el
principio
de año
¿Cómo le fue en las fiestas decembrinas? Sin
duda, compartir la mesa con quienes queremos
es un recordatorio de que se avanza mejor en
unión y no en solitario.
Pero sin duda, las ausencias se hicieron presentes. La silla vacía es un abismo que se siente,
pero también es recordatorio de los momentos
compartidos.
Si ha leído alguna vez “El Principito” de Antoine
de Saint-Exupéry, recordará esa parte que dice:
“Fue el tiempo que pasaste con tu rosa, lo que
la hizo tan importante”.
Pues así es. Cada fin o inicio de año es momento
de compartir una llamada, un mensaje, una
comida o una velada con alguien, es el motivo
para recordar que las historias se construyen
con acciones y no solo con planeaciones. Que
del “hay que vernos”, “te llamo pronto”, “hay que quedar”, hay solo la distancia
de un querer hacerlo. Y es que
si algo debemos entender de
los últimos tiempos, es que
hoy estamos pero mañana
quien sabe. La frase del
principito nos recuerda lo
importante que es construir
lazos, momentos, historias,
recuerdos y construirlos con
decisión.
Y es que ante las relaciones
humanas, hay que tener
cierta responsabilidad con
esos vínculos pues compartir
tiempo es un regalo que no
cualquiera está dispuesto a
dar, ni nosotros mismos.
Por todo ello, en mis propósitos de este año está la decisión de llevar a cabo los
planes, no solo postergarlos
a un mejor momento: ese
encuentro, esa comida, esa
charla, ese proyecto, ese
viaje.
Darle al trabajo solo el
tiempo necesario y no más
de lo que realmente amerita.
Bien dicen que al momento
de la muerte nadie ha dicho
“debí pasar más tiempo en
el trabajo”, pero no siempre
lo entendemos. Pienso en
la familia y en nada dejamos de tenerles a un
lado, véalo en su propia historia: ese hijo, hija,
sobrino, hermano o hermana, su pareja o sus
padres, eran y hoy son otros. Mas grandes, sin
duda, más viejos o ausentes como ley natural.
Y es que la vida pasa y no nos damos cuenta
hasta que las rodillas empiezan a dolernos.
Pero también quiero pasar más tiempo conmigo
en las acciones que me gustan: ese libro pendiente, esa película, ese proyecto personal con
el que tanto he fantaseado y no logro llevar a
cabo por la eterna excusa de la falta de tiempo.
Tic, tac, tic, tac, lo que no nos damos cuenta es
que el tiempo pasa, hagamos lo que hagamos.
Y es que la vida, sus relaciones y los recuerdos,
son simples y a la vez complejos. Tienen que ver
con un tiempo que no siempre destinamos al
creer que siempre habrá un después mejor y
que creemos se relaciona con el dinero disponible. Pero va más allá y tiene que ver con algo
más preciado y es la calidad al construirlo:
escuchando, riendo, hablando, llorando, bailando, compartiendo, sintiendo en tiempo presente, en el yo y nosotros. En el hoy, no en el
después.
Seguramente con el tiempo, podremos
reconocer que nuestra historia personal y las
historias con quienes valoramos su cercanía,
serán la base de nuestro epitafio al reconocer
los pasos dados y lo afortunados que fuimos
de ser quienes somos y de haber compartido
con quienes tuvimos a un lado, tal como lo dijo
el Principito: “Fue el tiempo que pasaste con tu
rosa, lo que la hizo tan importante”, porque “lo
esencial es invisible a los ojos”
Diana Elisa González Calderón Docente e
investigadora en la Universidad Autónoma
del Estado de México.