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Del Principito y otros aprendizajes para el principio de año | DIANA ELISA GONZÁLEZ | Enero 2023

La exquisitez de ser nosotrxs

Del Principito y otros aprendizajes para el principio de año

¿Cómo le fue en las fiestas decembrinas? Sin duda, compartir la mesa con quienes queremos es un recordatorio de que se avanza mejor en unión y no en solitario.

Pero sin duda, las ausencias se hicieron presentes. La silla vacía es un abismo que se siente, pero también es recordatorio de los momentos compartidos. 

Si ha leído alguna vez “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, recordará esa parte que dice: “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa, lo que la hizo tan importante”.

Pues así es. Cada fin o inicio de año es momento de compartir una llamada, un mensaje, una comida o una velada con alguien, es el motivo para recordar que las historias se construyen con acciones y no solo con planeaciones. Que del “hay que vernos”, “te llamo pronto”, “hay que quedar”, hay solo la distancia de un querer hacerlo. Y es que si algo debemos entender de los últimos tiempos, es que hoy estamos pero mañana quien sabe. La frase del principito nos recuerda lo importante que es construir lazos, momentos, historias, recuerdos y construirlos con decisión.

Y es que ante las relaciones humanas, hay que tener cierta responsabilidad con esos vínculos pues compartir tiempo es un regalo que no cualquiera está dispuesto a dar, ni nosotros mismos.

Por todo ello, en mis propósitos de este año está la decisión de llevar a cabo los planes, no solo postergarlos a un mejor momento: ese encuentro, esa comida, esa charla, ese proyecto, ese viaje. 

Darle al trabajo solo el tiempo necesario y no más de lo que realmente amerita. Bien dicen que al momento de la muerte nadie ha dicho “debí pasar más tiempo en el trabajo”, pero no siempre lo entendemos. Pienso en la familia y en nada dejamos de tenerles a un lado, véalo en su propia historia: ese hijo, hija, sobrino, hermano o hermana, su pareja o sus padres, eran y hoy son otros. Mas grandes, sin duda, más viejos o ausentes como ley natural. Y es que la vida pasa y no nos damos cuenta hasta que las rodillas empiezan a dolernos.

Pero también quiero pasar más tiempo conmigo en las acciones que me gustan: ese libro pendiente, esa película, ese proyecto personal con el que tanto he fantaseado y no logro llevar a cabo por la eterna excusa de la falta de tiempo. Tic, tac, tic, tac, lo que no nos damos cuenta es que el tiempo pasa, hagamos lo que hagamos.

Y es que la vida, sus relaciones y los recuerdos, son simples y a la vez complejos. Tienen que ver con un tiempo que no siempre destinamos al creer que siempre habrá un después mejor y que creemos se relaciona con el dinero disponible. Pero va más allá y tiene que ver con algo más preciado y es la calidad al construirlo: escuchando, riendo, hablando, llorando, bailando, compartiendo, sintiendo en tiempo presente, en el yo y nosotros. En el hoy, no en el después.

Seguramente con el tiempo, podremos reconocer que nuestra historia personal y las historias con quienes valoramos su cercanía, serán la base de nuestro epitafio al reconocer los pasos dados y lo afortunados que fuimos de ser quienes somos y de haber compartido con quienes tuvimos a un lado, tal como lo dijo el Principito: “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa, lo que la hizo tan importante”, porque “lo esencial es invisible a los ojos” 


Diana Elisa González Calderón 

Docente e investigadora en la Universidad Autónoma del Estado de México.