Hacía una revolución cultural
Mientras no nos centremos en una transformación cultural, será difícil que logremos
un cambio sustentable en nuestra sociedad.
Rara vez se le presta atención a
la cultura, cuando se analiza el
desarrollo y crecimiento de las
sociedades. Abandono que desgraciadamente no nos permite
entender muchos de los males que
nos aquejan como comunidad y
que nos alejan cada vez más de
convertirnos en una sociedad con
alto grado de bienestar.
Existen muchos malos hábitos que
como sociedad mexicana nos distinguen. Estará de acuerdo conmigo, en que es muy común que
en nuestro país todo lo dejemos
para después, que el “choro” se
haya convertido en parte fundamental de nuestras justificaciones,
que no seamos cumplidos, que
seamos impuntuales, que lo que
no sepamos lo inventemos, que
lo primero que contestemos sea
un “no”, que cada vez que ocurra
un problema digamos “yo no fui”
o que ocupemos que nos estén
recordando siempre lo que tenemos que hacer.
Sin embargo, lo anterior es sólo
una “probadita” de algunos de
los malos hábitos que conforman
nuestra cultura. Y más vale que
no le sigamos, porque de plano
nos pondríamos a llorar. De tal
modo, que es inevitable que nos
preguntemos: ¿Será conveniente que invirtamos en nuestra cultura? ¿Será necesario que
entendamos a la cultura más allá de las artes
y tradiciones?
Ahora bien, hace no muchos años Ricardo Salinas Pliego decía que más allá de las reformas
económicas, lo que México necesitaba era una
verdadera revolución cultural, una transformación en la cultura de la legalidad, en la relación
entre el esfuerzo y la riqueza, en la educación,
en la familia y en la urgente necesidad de fortalecer a la cultura emprendedora.
Mencionaba también, que debido
a la rapidez en los cambios que
vivimos, debíamos pensar cómo
estallar una revolución cultural en
nuestros jóvenes, que impulsara a
su vez, al desarrollo de emprendedores que llevaran al mercado
soluciones que incrementaran el
bienestar social.
Creo que tiene sentido ¿no cree
usted? Mientras no nos centremos en una transformación cultural, será difícil que logremos un
cambio sustentable en nuestra
comunidad.
Aunque la transformación cultural
deberá ir de la mano de la transformación educativa. Un cambio
en nuestra forma de pensar que
nos haga crecer, por ejemplo, de
una economía de maquila, a una
economía basada en el conocimiento, aumentando así nuestra
competitividad y productividad
como país.
Ojalá las autoridades entendieran
a la cultura más allá de la difusión
artística, al igual que la importancia de lograr garantizar una
educación de calidad e igualdad
de oportunidades para nuestros
jóvenes.
Sin duda, todavía existen muchos paradigmas
por romper.
robgarza@att.net.mx