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El derecho a la memoria | DIANA ELISA GONZÁLEZ | Junio 2022

La exquisitez de ser nosotrxs

El derecho a la memoria

Hoy le avisaron a María que el cuerpo encontrado en una fosa corresponde al de su hijo. No pudo evitar la sensación de una especie de alegría y tristeza infinita. Esos ojos cansados de llorar y ya secos de tanto hacerlo, de repente volvieron a cobrar vida, pues descubrió que borbotones de lágrimas corrían delineando sus mejillas. Junto a ese cuerpo, encontraron muchos otros sin nombre.

Según cifras oficiales, en México hay más de cien mil desaparecidos señalan datos de la Secretaría de Gobernación y la Comisión Nacional de Búsqueda en 2022.

Es un fenómeno que afecta y fractura al entorno inmediato, y sin duda las cifras reales se quedan cortas, ya que en muchos de los casos, no se denuncia.

Las causas de desaparición son diversas y cualquiera podría estar expuesto. El Comité de la ONU contra las Desapariciones Forzadas denunció el ambiente de “impunidad” e “ineficacia” en las búsquedas.

Las madres y padres buscadores de México han tenido que hacer uso de sus propios medios, y hasta prepararse en antropología forense. 

El 30 de agosto de 2021 día de las víctimas de desaparición forzada, diversos colectivos frente a Palacio Nacional hicieron un letrero de grandes dimensiones con ropa de personas desaparecidas y pinturas, con la pregunta: “¿dónde están?”.

Pareciera otra imagen del México surrealista. La imagen oprime el pecho, pues cada trazo que se percibe es una historia, y una vida, y una familia rota. Desde las alturas se perciben como pequeñas hormigas que acomodan un extraño altar y me pregunto si la sociedad civil organizada a través de estos simbólicos actos construye nuevos escenarios de cambio. Ojalá.

El espacio público se resignifica a partir de la intervención social y gráfica, lo que es un acto político y de resistencia. No puede leerse desde la simpleza del rayón. Tampoco puede leerse desde la anécdota del paseante. Son historias.

Para muchos, es mejor voltear a otro lado. 

La violencia en el país choca con el discurso oficial. De aquí que el grito social en la intervención gráfica, no solo hace evidente el problema, sino también el vacío de acciones institucionales y el daño en el tejido social.

La utilización de grafismos pretende desde el trazo la humanización del signo. Son cuerpos ausentes, abrazos pendientes y silla vacía en las historias familiares. 

Desde los estudios sociales, se considera que la intervención del espacio público resignifica y favorece la construcción de ciudadanía. 

Los objetos, los espacios intervenidos y su visualidad, es mirada que construye un discurso cultural de reapropiación. En el espacio público, esta narrativa es una resistencia a naturalizar la violencia y una manera de contraponerse al poder, territorio tomado por la ciudadanía en un ejercicio participativo, de aquí que toda producción en el ámbito público, deriva de un sentir social que emana ante la ausencia de canales de comunicación eficientes entre las partes. 

De aquí que el grafismo, la imagen, la palabra, el sitio, el objeto y el grito, es un signo teñido que no escapa de lo político, y que marca adhesiones o fobias.

Repensar la ausencia de esos cuerpos, lleva a entender al cuerpo social doliente que también tiene una historia que lo motiva a generar cuestionamientos a quien debería dar respuestas.  

Hoy, María regresa a casa con la respuesta ansiada de haber encontrado a su hijo. Está muy cansada, pero sabe que hoy da vuelta a una página. Calentó un poco de agua para un té y se sentó en el comedor con la foto que por tanto tiempo ha venido cargando en el pecho como un gran escapulario. Hoy la colocará en un altar y encenderá una veladora, hoy sabe que tendrá donde depositar sus rezos. Hoy descansa, pero mañana el trabajo continúa en la búsqueda de los familiares de sus compañeras. Son los hijos e hijas de todas.


Diana Elisa González Calderón 

Docente e investigadora en la Universidad Autónoma del Estado de México.