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A dos años de su partida... | MIGUEL ÁNGEL ARRITOLA | Junio 2022

Por: Miguel Ángel Arritola
Fotografía: Especial


A dos años de su partida...

Desde hace más de dos meses, sus llamadas por lo general eran por inbox y ya entrada la madrugada.

Solíamos platicar de cómo estaba el mundo allá afuera.

Nos gustaba recordar anécdotas que ambos habíamos vivido.

“Ya quiero salir, Arritola, ya no aguanto tanto encierro”, era la frase que usaba para terminar la charla.

“Ya mero maestro, ya verá que pronto nos veremos y lo abrazaré como a usted le gusta que lo abrace”.

“Pues es que tus abrazos son sinceros y me he dado cuenta que no se los das a cualquiera, Arritola”.

Solíamos hablar por la madrugada.

Me regañaba constantemente porque andaba en la calle reporteando en tiempos de pandemia.

“Cuídate mucho Arritola, cuando todo esto acabe, te quiero ver en primera fila, como siempre, apoyando el teatro. Pero para que eso suceda, tienes que cuidarte Arritola, yo te agradezco a nombre de mi familia que gracias a ti sabemos cómo está afuera, pero cuídate mucho, por favor”.

Sus charlas siempre eran de fe, de optimismo, eran charlas para darme ánimos para que un día me animara a escribir ese famoso libro que desde hace 4 años me había venido pidiendo.

“Deberías de escribir un libro Arritola, habla con Pepe Garza de la UANL, habla con la misma gente de la UANL para que te apoyen, tengo años leyéndote y te estás tardando”, solía decirme cada vez que me lo encontraba en una obra de teatro o cada vez que hablábamos.

Decía ser mi admirador, cuando en realidad yo lo era de él y lo seguiré siendo.

Siempre gentil, siempre atento y siempre presto para ayudar a quien se caía o “tumbaban”.

Fue un hombre entregado y con mucha pasión a su oficio.

Contrario a muchos, gustaba de alabar el trabajo de sus colegas y siempre buscaba la palabra exacta para remediar lo “irremediable”.

A lo largo de 30 años que lo conocí, jamás de su boca salió un improperio para nadie.

Amaba el teatro y no concebía cómo es que la gente del gremio día a día se encargaba de restarle brillo.

“Son tiempos de unión Arritola, no tiempos de odios o divisiones. He hablado con algunos de ellos y les he dicho que se dejen de pleitos y se unan para sacar adelante el teatro. No es nada fácil lo que estamos viviendo”.

Su grandeza como ser humano era fenomenal.

Su grandeza como ser humano ES fenomenal.

Como director de teatro, todo un profesional.

Como amigo, el más entregado y fiel. 

“¿Estás despierto, Arritola?”

Sí maestro, ¿cómo está usted.?

“Bien Arritola, oye, te pido un favor, dile por favor a Ale Alva que cuando salga del hospital me busque, quiero invitarla a hacer teatro conmigo, dile que tengo un proyecto para ella que no podrá rechazar”.

Sí maestro, yo le digo. 

“Y tú, cuídate Arritola y en lugar de salir, ponte a escribir ese libro, quiero ser yo el primero que compre tu libro....” 

¡Gracias, maestro!