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Se llevaron el oro, nos dejaron el oro

Suelen decir que si hay una cosita que a los mexicanos les encanta, es hablar con muchos diminutivos. Pero esto es algo común a todos los interiores de nuestra vasta Hispanoamérica. Y si, en vez de restringinos al español, incluimos el todavía más generoso territorio Latinoamericano, que incluye a Brasil, vemos que el diminutivo es manía y preferencia continental. En el uso de palabras como chiquito, o mamita, o cuando un boliviano, peruano, o argentino dice que habla bajito, o el mexicano que lo hace quedito, vemos repetirse un recurso “usado en México” - y en toda Latinoamérica, le agregamos acá -, “para ser gentil o demostrar cariño”, como comenta Verne Concepción Company, investigadora de la UNAM y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

PERO, AL FINAL ¿CÓMO SURGE EL IDIOMA ESPAÑOL? ¿Y QUÉ LE PASÓ EN AMÉRICA? 

Antes de hablar de detalles, recordemos que la lengua española nace en Europa, en la que hoy se llama España, y actualmente es el idioma oficial de veintiún países. Es la lengua más hablada en América, la tercera mundial - si incluimos a nativos y extranjeros - después del inglés; y la segunda después el chino mandarín, si consideramos solo a los nativos.

Cuando los romanos conquistan la península Ibérica, en 218 a. C., el latín pasa a ser lengua oficial, y continúa siendo la única común durante muchos siglos, aun después del fin del Imperio Romano, tanto en las vida de la Iglesia Católica como después en las Universidades de toda la región. 

En la cultura popular, mientras tanto, hacia fines del siglo III crece una forma de latín vulgar que sufre, al pasar el tiempo, grandes cambios regionales. En el siglo VIII irrumpe la influencia árabe, debido a la expansión musulmana que penetra la península ibérica desde el norte de África en 711. Los árabes permanecen ocho siglos en el actual territorio español y dejan su huella en la lengua, la arquitectura, la música y las ciencias, pero aunque su pueblo se mezcla con las poblaciones originarias, son vistos como invasores por los reinos cristianos que los combaten desde el norte.

Durante las guerras de reconquista, el reino de Castilla comanda la expulsión de los árabes del territorio. Y para mostrar su prestigio y fuerza de su reino, Alfonso X impone el castellano - la forma de latín vulgar hablada en su territorio - como lengua oficial, sustituyendo al latín en la ciencia, la literatura, la historia, las leyes y la administración. 

En 1492, Antonio Nebrija, publica su obra Gramática Castellana, que es la primera de una lengua vulgar escrita en Europa que sirve para fijar el idioma. La obra es dedicada a la reina Isabel I de Castilla que ese mismo año apoya a Cristóbal Colón en su viaje marítimo que resulta en la conquista del Nuevo Mundo, América. Con el tiempo el castellano comienza a llamarse también español.

LA CONQUISTA FUE TAMBIÉN LINGÜÍSTICA

La desigualdad, la superioridad militar de los conquistadores y las masacres que diezmaron pueblos enteros en América no favorecían el contacto ni el intercambio lingüístico. Sin embargo, la necesidad de comunicarse con los pobladores del continente hizo que la misión evangelizadora y castellanizadora del imperio español llevara a los misioneros a aprender las lenguas nativas. Mientras fue avanzando la ocupación y el contacto con distintos pueblos, lenguas y espacios, nuevo vocabulario fue incorporado al español. Los diarios de Colón y las Crónicas de Indias relatan la progresiva incorporación de este nuevo léxico.

De tal modo que, más de 500 años después, cuatro son hoy las principales zonas de influencia indígena en la lengua española. La primera abarca México y América Central. El idioma nativo en esta zona que más influyó en el español es el náhuatl-azteca. La segunda zona es la de las Antillas españolas de Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico, gran parte de Venezuela y la Costa Atlántica de Colombia. Las primeras palabras de origen americano que aparecen en el diccionario provienen de esta zona, adonde primero llegaron los españoles. Los idiomas que más aportaron al español son el arahuaca - sobre todo el dialecto taíno - y el caribe.

La tercera zona es la región andina de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Norte de Chile y Argentina. El idioma con más aportes es el quechua, y enseguida el aymará. Finalmente la cuarta zona abarca Paraguay y el noreste de Argentina, y el idioma más influyente es el tupí-guaraní, que también aporta al portugués de Brasil.

PERO, ¿Y EL PORTUÑOL? ¿Y EL SPANGLISH? ¿QUÉ SON?

El spanglish es una variedad lingüística más reciente, que mezcla elementos léxicos y morfológicos del español y el inglés, hablada por sectores hispanos en los Estados Unidos, en donde la inmigración latina es fuerte, y también en México y en algunos países sudamericanos, como Venezuela. La miscelánea verbal es estudiada en las universidades y es tema de diccionarios. “La fecha oficial de nacimiento del spanglish es la misma que la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, en 1848, cuando México perdió dos tercios de su territorio – incluida la población que vivía en esa tierra – a los Estados Unidos”, dice el lingüista Ilán Stavans, profesor de spanglish en la Universidad de Amherst, Massachusetts, en el del primer curso universitario de la materia.

La forma híbrida de comunicación usa tres estrategias. La primera mezcla palabras en español e inglés en una misma frase, en un constante ir y venir. Algo como “me voy de vacation on the next semana”. El segundo es la traducción literal de palabras y expresiones, como “Te llamo para atrás”, pensando en I’ll call you back (Te llamo por teléfono de vuelta).

El tercero es la creación de nuevas palabras, dice Stavans, quien ha recogido cerca de 6 mil ejemplos del idioma en su libro Spanglish: The Making of a New American Language (Spanglish, la construcción de un nuevo idioma estadounidense). Un ejemplo es rufo (que viene de roof, techo), o nuyorrican (puertorriqueño de Nueva York), y parquear (del inglés park, aparcar o estacionar).

El otro mestizaje del español, el llamado portuñol (o portunhol, en su versión brasileña) es una especie de pidgin mixto, que se fue formando a lo largo de los últimos dos o tres siglos con un léxico proveniente del castellano fronterizo y del portugués brasileño. En los días de hoy, y desde fines del siglo XX, el portuñol ocurre en dos ambientes muy diferentes entre si:

a) entre los empleados y ejecutivos de empresas multinacionales con negocios en países de América Latina y España, o de las binacionales en que una de las partes es brasileña y la otra habla español. En este ambiente urbano y cerrado, circulan pequeñas poblaciones de trabajadores que viajan constantemente entre países de habla portuguesa y castellana, o simplemente sirven en sus oficinas de trabajo a jefes de una u otra habla. Muchos empleados, ejecutivos y técnicos brasileños, expatriados o no, estudian el español como lengua extranjera. Y otras veces, son los trabajadores de lengua española los que estudian y practican el portugués como segunda lengua. En un grupo aparte, pero con resultados parecidos, están los estudiantes de intercambio, cada vez más numerosos, y los turistas de uno y del otro lado de las varias fronteras brasileño-hispanoamericanas.

b) entre los hablantes de las regiones lingüísticas limítrofes entre el español hispanoamericano y el portugués de Brasil, en varias regiones de América del Sur, en las fronteras con los estados que fueron colonias españolas hasta el siglo XIX. También en la Península Ibérica existe un tipo diferente de portuñol, que se puede encontrar aún hoy en algunas zonas fronterizas de España con Portugal.

EL PORTUÑOL SUDAMERICANO

Donde los territorios de Uruguay, Paraguay, Bolivia y Argentina forman fronteras con Brasil, ocurre el portuñol. Pero esto también se da en los límites extremos de Brasil con los territorios de Perú, Venezuela y Colombia. En el caso del Uruguay, donde el portuñol cuenta con casi 300 años de antigüedad, la franja de hablantes tiene un amplísimo alcance y es usado a diario por la mayoría de los habitantes de las ciudades y pueblos limítrofes del norte del país, debido a la enorme integración entre los dos pueblos vecinos, el brasileño y el uruguayo, en regiones como la Frontera de la Paz. También se conoce en el Uruguay al portuñol como Bayano, o como portuñol fronterizo o riverense -o fronteiriço, en portugués- y en los medios académicos como los dialectos portugueses del Uruguay.

Hay que recordar que el Uruguay se independizó de las Provincias Unidas del Río de la Plata y antes de separarse del antiguo Virreinato español del Río de la Plata, fue dos veces invadido por el Imperio de Brasil; en la primera vez, la ocupación militar duró toda una década. Los habitantes de la frontera uruguaya llaman al dialecto que hablan portuñol, a secas; su dominio territorial está ubicado en la zona que tiene como centro las ciudades de Rivera y Sant’Ana do Livramento, y se extiende por una franja de muchos kilómetros a lo largo de toda la frontera.

Los orígenes del portuñol se remontan a los años de la colonización portuguesa en el norte de Uruguay, cuando todavía no estaba bien definido a quién pertenecían estos territorios, a la merced de la acción de los bandeirantes, que atacaban las poblaciones en busca de indios para esclavizar; esas enormes áreas pasaban de manos de la corona lusitana a la española de modo alternativo y sucesivo; así, terminaban dependiendo siempre sus habitantes, tanto de los hacendados de Rio Grande do Sul, provincia gaúcha del Brasil, como de los funcionarios y gendarmes del gobierno Oriental.

No solamente el portugués y el castellano influyeron al portuñol, como también lo hicieron las lenguas indígenas, como el charrúa y el guaraní, en muchos casos; algunos de esos ejemplos son las palabras gurí (niño), mamboretá (el insecto “tatadiós”), caracú (el hueso de la vaca).

Como vemos, al hablar de español o castellano en América, estamos hablando de un largo y rico proceso lingüístico, cultural y social, que hoy deberá reflejarse también en una educación plurilingüística más democrática.

JV. SÃO PAULO, FEBRERO DE 2022. 

¿Cuáles es la ubicación fronteriza del portuñol en la vastísima América del Sur?

En la frontera Venezuela-Brasil, La Línea: en las localidades de Santa Elena de Uairén – Pacaraima.

En la frontera entre Colombia-Brasil-Perú, también llamada Tres Fronteras: Leticia-Tabatinga, en las que se habla el llamado portuñol leticiano. 

En la frontera entre Perú y Brasil: en IñapariAssis Brasil; Pucallpa-Boqueirāo; Islandia–Benjamin Constant; Puerto Esperanza–Santa Rosa do Purus.

En la frontera entre Bolivia y Brasil: Cobija-Brasiléia. El portuñol cobijeño, que es hablado por casi todos los habitantes de Cobija, es un portugués con gramática y fonética del español de Pando. Sus características son el uso de solo cinco vocales, como en castellano; la aspiración de todas las s finales; no hay diferencia entre la s y la z, tal como en el español americano; ni entre la b y la v; tampoco hay diptongos nasalizados, como los hay en portugués. También se habla portuñol en la frontera de Guayaramerín-Guajará-Mirim, y de Villa Bella-Vila Murtinho. En Villa Bella hubo fuerte presencia de portuñol en el siglo XIX entre los colonos inmigrados por causa de la explotación del caucho. En los días de hoy la decadencia de la población ya extinguió ese portuñol fronterizo.

En la frontera Paraguay-Brasil-Argentina o Triple Frontera: en Bella Vista Norte-Bela Vista; Pedro Juan Caballero-Ponta Porã; Capitán Bado-Coronel Sapucaia; Salto del Guairá-Mundo Novo y Guairá.

Frontera Uruguay-Brasil: en Artigas-Quarai; Chuy-Chuí; Río Branco-Yaguarón; Rivera–Santana do Livramento, Frontera de la Paz. En esta frontera se habla el portuñol más antiguo de América y también el más estudiado por las academias uno de los más conocidos del continente, el llamado portuñol riverense.


Javier Villanueva
blog.javier.villanueva@gmail.com

Argentino, establecido en Brasil, profesor de idiomas, editor, traductor, escritor y librero. Investigador y conferencista de temas hispanoamericanos y de la historia y las culturas de los pueblos nativos. Autor de más de una centena de libros didácticos publicados en Brasil, y de dos colecciones de cuentos en Argentina.