Por: Gabriela Arenas
Fotografía: Cortesía
Muerte por indiferencia
La muerte del fotógrafo René Robert, tirado
e ignorado en la calle, es una prueba de la
deshumanización de nuestra sociedad.
El miércoles 19 de
enero, alrededor
de las nueve de
la noche, Robert
daba su acostumbrado paseo nocturno por su
barrio, cuando, tras caer al
suelo, quedó inconsciente en
una céntrica calle de Paris. El
fotógrafo moriría congelado,
después de permanecer tirado
durante nueve horas, ante la
indiferencia de los transeúntes.
Después de una llamada a
servicios de emergencia horas
más tarde, el fotógrafo sería
trasladado al hospital, pero
desafortunadamente ya no
se podría hacer nada para
salvarle la vida, muriendo de
hipotermia a los 85 años de
edad.
René Robert nació en Friburgo, Suiza, sin embargo,
contaba con la nacionalidad
francesa y suiza. Dedicó su
vida a la fotografía, un trabajo
que desempeñó por más de
cincuenta años y que estuvo
muy encaminado al mundo del
flamenco. Tendría la oportunidad de fotografiar artistas
como a Paco de Lucía, Camarón de la Isla, Sara Baras y
Vicente Amigo, entre muchos
otros.
Su trabajo se caracterizaba
por un estilo muy personal,
fotografiando generalmente
en blanco y negro. Él decía:
“El arte flamenco surge del
fondo del artista. Bien a través
del canto, base de este arte,
la guitarra o la danza, nos
trae momentos de alegría, de
gracia, de dolor resignado o de
rabia, pero también de elegancia, de sensualidad y a menudo
de gran profundidad”.
A lo largo de su vida expuso
en numerosas ciudades como
Luxemburgo, Roma y Paris,
quedando también plasmado su arte en los libros:
Flamenco (1993), La Râge et
la Grace (2001) y Flamenco
Attitudes (2003). Cabe destacar que el año pasado cedió
una colección fotográfica a la
Biblioteca Nacional Francesa
de Paris.
Su trágica como evitable
muerte, es una clara muestra
de la notoria falta de empatía y sensibilidad en nuestra
sociedad. Desgraciadamente,
la indiferencia es una postura
cada vez más frecuente en ella.
La indiferencia corrompe al
amor. Freud afirmó, que, lo
contrario al amor no es el odio,
sino la indiferencia. El amor
y el odio, tomados conjuntamente, se oponen a la indiferencia.
Cuando un individuo es
ajeno a la desgracia de otro,
no solamente se pierde la
capacidad de asombro, sino
también se van deshumanizando las relaciones. Sin duda
la indiferencia es una apología
al individualismo absoluto.
La muerte del fotógrafo
René Robert, tirado e ignorado
en la calle, es una prueba de la
deshumanización de nuestra
sociedad.
gabyarenas1@gmail.com