Por: Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Miguel Sahid
MIGUEL SAHID
En acción por la actuación
Lo conocí hace ya algunos años, luego
de mi primera participación como
dramaturgo en Microteatro Miami,
del centro Cultural Español. Al poco,
hicimos equipo con la versión de mi
pieza “ROJO 33” para la Florida, con
las actuaciones de Silvia de Esteban y
Fran Medina.
Desde entonces, se ha desencadenado una larga serie de colaboraciones:
cursos, talleres, clases magistrales, el desarrollo de guiones para
cortometrajes, propuestas de series y demás, avalados en una
fuerte amistad. Me refiero a un talentoso director de escena,
actor en escenario, foro, set y de doblaje, así como coach y pilar
de la Sociedad Actoral Hispanoamericana (SAH): Miguel Sahid.
Esta ocasión, tengo el enorme gusto de presentarlo a todos
ustedes, amigos lectores de “Arte, Cultura y Sociedad”, en esta
entrevista que, como siempre, comenzamos regresando en el
tiempo, hasta el principio.
¿Cómo y dónde comenzó tu relación con el arte?
Desde pequeño, en mi natal Puerto Rico, veía cómo mi abuela
pintaba y mi madre, como el resto de la familia, siempre estaba
ocupada, muy activa, trabajando en artesanías.
A los siete años, empapado por el amor al arte en todas sus
manifestaciones y con la sensibilidad a flor de piel, tuve la primera
oportunidad de participar en una obra infantil con el papel de
un jibarito que llegaba a adorar al niño Dios, cantándole una
canción. Luego, entré al grupo teatral de la iglesia local y, ya en
la juventud, en la Escuela Superior, donde dediqué varios años
a la actuación.
Sé que estuviste en el Seminario
Sí. Por un tiempo tuve la idea de ser sacerdote católico. Obviamente, no se concretó. Así como en el colegio me llamaban para
participar en muestras de talento, montajes teatrales y demás, en
la Pascua Juvenil me invitaban a interpretar distintos personajes
de La Pasión. Fui desde Jesús hasta Poncio Pilato. He pasado por
casi todos los personajes de ese pasaje bíblico.
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Haciendo teatro infantil. |
¿Qué vino después?
Cuando me gradué en la universidad, preguntaron qué imagen
quería para plasmar en el anillo conmemorativo y, sin pensarlo
dos veces, opté por las máscaras de la comedia y drama que
identifican al teatro. Entonces, alguien me pronosticó que llegaría a ser un actor profesional. Debo reconocer que lo veía
difícil, pues en la familia no había mucho dinero y, si quería
algo, tenía que trabajar duro para obtenerlo y seguir buscando
lo necesario para vivir.
¿Y, de verdad, la carencia de lo material te representó un
obstáculo?
Esa carencia fue, a la vez, una motivación, un empuje, el refuerzo a
la idea de que nada es imposible y que, cuando se quiere se puede.
Aunque mis padres se preocuparon en todo momento por el
bienestar de la familia, vivíamos con lo necesario y sin excesos.
De chico llegué a trabajar en un supermercado, empacando las
compras de los clientes.
Al pasar los años, llegué a ser gerente del frente y, más adelante, gerente general. Tal vez se pregunten a qué viene esta
anécdota. Es sencillo: a destacar que vale mucho la pena hacer
otras cosas, desempeñar otras responsabilidades, que complementen nuestro oficio.
¿Te refieres a que el actor necesita mucho más que sólo
conocer de técnicas interpretativas?
Exacto. Cuando hablo del éxito actoral, refiero a una combinación de cosas. Aunque parezca opuesto, el rubro empresarial
empata perfectamente con el artístico. Creo que, de no haber
tenido ese bagaje, quizás no habría contado con las herramientas
suficientes para sacar adelante los proyectos de producción en
los que he estado involucrado.
Tu ingreso a la TV fue siendo apenas un adolescente.
¿Cierto?
Así fue. Mi primera experiencia en telenovela llegó al cumplir
los quince años. Se trató de “Señora Tentación”, protagonizada por Lucía Méndez. En esta producción interpreté a
un soldado.
El amor por el teatro, ¿fue antes o después de la televisión?
Cuando hice teatro universitario, tanto en la Universidad del
Sagrado Corazón, en la Universidad de Puerto Rico y en el Recinto
de Carolina, conocí a Nancy Millán Hernández. Específicamente,
fue mientras montamos “La Casa de Bernarda Alba”, obra cumbre de Federico García Lorca, en la que obtuve el papel de Pepe
“El Romano”. Con esta puesta recorrimos la isla y visitamos
diferentes pueblos. Esta experiencia contribuyó a que mi amor
por este arte creciera más y más.
Y también ahí conociste el amor a una pareja.
Sin duda. Lo mismo puedo decir de mi amor por Nancy quien
se convirtió en mi esposa.
¿Ya estaban casados cuando surgió SAH? ¿Fue proyecto de
pareja?
La Sociedad inició a mitad del año 2005, justo en plena temporada de escasez de trabajo en la ciudad de Miami, Florida, en
los Estados Unidos.
Nancy y yo nos integramos a “Ecos Production”, una compañía
que planeaba llevar a escena “Don Juan Tenorio”, proyecto que
se vio ensombrecido por muchos y muy diversos problemas de
organización y montaje.
Fueron momentos difíciles, entonces.
Sí. Y lo peor fue cuando, el día del estreno, uno de los actores
principales fingió tener un ataque al corazón, como una salida
burda porque no se sentía seguro en su repaso final y no quiso
arriesgarse a hacer el ridículo.
No tuvimos ensayo general formal. Sólo se trabajó el primer
acto con iluminación y quedó pendiente el segundo. Aun así,
nos plantamos dispuestos a levantar el telón y enfrentar con
dignidad al público que quería ver la obra.
El actor referido estaba tan preocupado por su imagen, por
su prestigiosa trayectoria desde Cuba, que prefirió evadir y
llamó al 911. El resultado de esa irresponsabilidad fue que el
trabajo duro de todo el grupo se dio al traste. Por uno, la llevó
la compañía completa.
“Aunque
parezca
opuesto, el
rubro empresarial
empata
perfectamente con
el artístico”
¿Y tenían mucho público esa noche?
Más de novecientas personas abarrotaban el lugar. Esperaban
ansiosos el inicio de la función. Al comenzar, se toparon con
todo el elenco, en línea, con las manos en alto, dispuestos a dar
explicaciones y ofrecer disculpa pública, tomando la carga de
una sola persona que optó por huir, tomando la puerta más
cercana y burda.
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En la escuela de actuación para niños y jóvenes |
¿Qué tanto les afectó eso en cuanto a estados de ánimo y
para conseguir otras oportunidades?
La mala racha siguió. Muy poco trabajo para los actores. Si acaso,
algo en los llamados “Café con leche”, con apoyo de apenas dos
sillas y una mesa. Muchos buscando chance de hacer teatro,
pero las oportunidades eran pocas y no se abrían fácilmente.
Las cosas se complicaban.
En lo particular, tuve que sacar partido a mi capacidad para
imitar acentos y, además de boricua, tuve que hacer de cubano,
argentino, mexicano y muchas otras procedencias. Al final, esto
ayudó a internacionalizarme, pero es historia derivada.
Ante la necesidad de talleres y fuentes de trabajo, mi esposa
y yo pensamos en un grupo que tramara y produjera sus propios proyectos. Si no había empleo, buscaríamos la manera de
convertirnos en fuente de actividad.
La Sociedad Actoral Hispanoamericana nació como una respuesta a la necesidad de crear talleres y abrir fuentes de trabajo
para actores, tanto de nombre establecido como novatos, incluso
a muchos que llegaron con las ganas de hacer cosas pero que
no sabían ni lo básico.
¿Cuáles fueron sus primeros montajes?
Ese mismo año, el 2005, nos aventuramos a adaptar y montar
“Cada quién su vida”, de Luis G. Basurto. Reuní a un selecto
grupo de histriones y contraté a Raúl Izaguirre, quien había
sido mi coach por muchos años.
La producción estuvo a cargo de Andrés Mejía quien, además,
se ha destacado como actor y dramaturgo. Su apoyo resultó
determinante.
Corrieron los meses. Avanzamos en todas las áreas del proceso de producción. Cuando se acercaba la fecha de estreno…
¡Se repitió la historia!
“Por un
tiempo tuve
la idea de
ser sacerdote católico”
¿La de que una sola persona echa a perder el proyecto?
El director nos dejó botados por algo que le salió en México.
Tuvimos que parar todo mientras pensábamos cómo resolver.
El resto del elenco preguntó: “¿Por qué no lo haces tú? ¿Por qué
no lo diriges tú, Miguel?”
Nunca había dirigido una obra grande y esa era de unos cuarenta actores en escena, por lo que el reto resultaba bastante
mayor. Y, pues, sí. Me decidí y la dirigí. También la produje
y actué.
Fue mi novatada, pero valió la pena, porque salté a la silla de
director. Una prueba más de que los grandes problemas pueden
tomarse de dos formas: como un bache o como una escalera.
Me fui por lo segundo.
¿Cómo les respondió el público?
Por ese entonces, no había redes sociales. Sólo My Space. Uno
tenía que invertir en publicidad vía prensa y otros medios. Sin
embargo, la gente comenzó a llegar y a hablar muy bien de la
obra. La publicidad de boca en boca fue determinante y, como
siempre, la más honesta y mejor. Nos anotamos un gran éxito.
¿En qué consistió la adaptación que le hicieron a ese
clásico?
Estaba encaminada a hacer pensar que los personajes podían estar
en cualquier país, pero siempre como si se tratara de Puerto Rico
o Cuba; con sus colores, vestuarios en lino, de época -ubicados
entre los 50 y 60-… y, lo principal para mí, contemplaba que en
ese entonces pudiera actuar Nancy quien, a ese momento, ya
estaba enfrascada en su lucha contra el cáncer.
Al decir verdad, ella fue siempre la razón principal para armar
la compañía. Nadie la contrataba porque se le dificultaba ensayar
y actuar en los horarios de cualquier otra persona, debido a sus
sesiones de quimioterapia. Había días en los que se sentía mal,
otros en los que estaba bien, otros regular, por lo que le dije:
“Mira; vamos a poner nuestra propia compañía teatral. Fijamos
días y horas de ensayos y compromisos, según tus necesidades
médicas. Así podrás seguir tus sueños sin descuidar tu salud”.
¿Cómo organizaban los tiempos del montaje con sus
tratamientos?
Comenzamos montando y ensayando en fechas establecidas
para después de cada quimioterapia, con excepción del ensayo
general. Esa vez, ella venía de una quimio y se pasó directo del
aeropuerto de Miami a la sede del ensayo, como a quince minutos
de ahí. Estuvo regia, ofreciendo una gran interpretación, como
si no estuviera pasando por terapias tan pesadas.
Cuando empeoró, ella y yo nos enfocamos en sus tratamientos.
Fueron cerca de dos años en los que estuvimos inactivos en los
escenarios; sin hacer ni pensar en nada más que en su situación.
Tener tu apoyo y compañía en todo momento le ha de
haber dejado una enorme paz
Luego de su muerte, yo no quería dedicarme a ningún otro negocio ni hacer nada más, que no fuera actuar. Quería seguir con lo que hacíamos juntos, dar continuidad a lo que cimentamos
como pareja.
Así que, a eso del 2010, retomé la compañía, que hoy conocemos como SAH, y que no ha parado por los últimos once años.
“La Sociedad Actoral
Hispanoamericana
nació como
una respuesta a la
necesidad
de crear
talleres y
abrir fuentes de trabajo para
actores”
¿Cómo pasaron de ser Compañía Teatral a todo un
Conservatorio de Arte Dramático?
Andrés Mejía pasó a ser uno de los directores, así como motor
y pilar importante y valioso para SAH. Él fue quien diseñó,
elaboró programas y comenzó a impartir talleres de actuación
en lo que ahora es nuestro Conservatorio de Arte Dramático.
Vinieron tantas personas sin experiencia que tuve que tomar el
rol no sólo de actor y director, sino, también, de instructor, para
ayudarlos con clases de actuación. Es decir, mientras montaba,
les enseñaba. La circunstancia me orilló a eso. Nunca me atreví
a llamarme “maestro”.
En el 2011 comencé a impartir talleres en forma. Pequeños y
esporádicos, pero ya con un diseño instruccional, con metodología
más clara y enfocada. Fue cuando dirigí el espectáculo “Lorca
Vive”, una combinación de fragmentos de las principales obras
de Lorca en la que participaron cincuenta actores en escena.
Recuerdo el reality de “Protagonistas”, en el que jugaste un
papel muy importante.
Mucha gente lo tiene muy presente. Estando en temporada coincidí con un miembro del equipo de producción de ese proyecto televisivo de concurso para la cadena Univision. Al ver mi
trabajo y estilo para asesorar, me invitó a participar como coach
de actuación.
El impacto de audiencia de esta producción de Promofilm US
(Imagina US) fue increíble. Cada emisión del show llegó a ser
vista por millones de espectadores. Durante las eliminatorias,
acumuló más de nueve millones de votaciones, mientras que la
gran final registró más de 2,4 millones.
A cualquier ciudad a la que iba, la gente me reconocía por mi
colaboración ahí.
Una gran experiencia, con enormes enseñanzas
Me dejó la conciencia de lo importante que es seguirnos preparando, actualizar lo que sabemos, reconstruirnos, reinventarnos
al día a día, razón por la que he recorrido el mundo buscando
cursos, talleres, clases magistrales, puestas en escena, lecturas
y a los mejores mentores, grandes formadores de los que pueda
aprender para, a mi vez, compartir con el alumnado de todas
las edades, desde niños y adolescentes, hasta adultos jóvenes y
adultos.
Una de ellas ha sido la gran Roberta Carreri, parte del Odin
Theater de Dinamarca, que es una de las compañías teatrales
más importantes del mundo.
¿En qué momento se abrieron a grupos infantiles y
juveniles?
En el 2012 comenzamos la escuela de actuación para niños y
jóvenes, un sector al que nadie le había puesto atención. Incluso
nos convertimos en los primeros en crear talleres de actuación en
español para los niños de Miami y áreas cercanas. Inicialmente,
contábamos con grupos de entre 10 y 12 niños, ahora, cada temporada logramos contabilizar hasta 300 pequeños.
Actualmente estamos con el grupo número 114, como cada
uno ha contado con un promedio de 25 personas, basta un poco
de matemáticas para que nos demos cuenta de las decenas y
decenas de actores que se han formado y egresado al campo
laboral desde nuestras aulas.
En conjunto, hablamos de 350 puestas teatrales, incluyendo
musicales y para niños.
Muchos de nuestros graduados del conservatorio están viviendo
la magia de la actuación, siendo parte de los elencos, incluso protagónicos, de emisiones de Nickelodeon, Televisa y Telemundo,
entre otras productoras y plataformas audiovisuales.
¿Cuáles son los principales criterios para sus cursos y
talleres de actuación?
Nuestro oficio es orgánico, dinámico, cambiante; siempre abierto
a ajustarse al tono del estado de las cosas, los intereses y las
nuevas ventanas. Ahora, la actuación en general tiende más a
la relación entre el intérprete y una cámara, por lo que se exige
mayor naturalidad y menos grandilocuencia -propia del teatro-.
Esto ha sido uno de los cimientos de nuestro método: construir
en contexto, “muy a lo cine”.
Podríamos hablar de un “teatro de imágenes” o “recreación de
situaciones a partir de imágenes” y pensando, simultáneamente,
en criterios de realización en audio y video (audiovisual) para
que, al combinarse con edición, efectos, musicalización, titulaje,
etcétera, cobre una vida distinta y pase a otro nivel. Dicho de otro
modo, enseñamos actuación para todas las posibles ventanas de
exposición, desde las de representación en tiempo real (teatro)
hasta las de performance y registro (en digital, video o filme).
¿Qué sigue para Miguel Sahid y para SAH?
Queremos seguir creciendo, institucionalizar la parte del conservatorio para adultos y poder, incluso, crear una Universidad;
siempre ondeando nuestras premisas, esas que buscan detonar la
capacidad del alumno e inyectarle el ánimo de seguir, pensando
siempre en que todo aquello que le funcione se quedará como
su propia técnica.
“Queremos
seguir creciendo, institucionalizar la parte
del conservatorio para
adultos y
poder, incluso, crear
una Universidad”
Sé que preparas una sorpresa para todos los amantes de la
actuación.
Se trata de una propuesta editorial que lanzaremos a nivel
mundial desde Miami, Florida, en Estados Unidos, en febrero
del 2022. En ella, busco compartir, de la manera más amplia y
abierta posible, mi pasión por el arte de actuar tanto en teatro
como en cine y televisión, tocando lo que he aprendido durante
años de trabajo y estudio y siguiendo, sobre todo, los temas y
metodología que, hoy por hoy, da fuerza y prestigio a la Sociedad
Actoral.
En las páginas de mi primer libro, tanto en digital como en
impreso, el lector encontrará, además de la recopilación de casi
un año de sesiones en clases y talleres, el deseo y la pasión por la
carrera actoral, pero, también, los miedos y desaciertos, porque
tenerlos presentes y en claro nos ayudará a levantar, a hacernos
más fuertes y abrazar la decisión de tomar los retos como al
toro, por los cuernos.
Es un libro pensado para todo aquel que quiera conocer y/o
adentrarse en la actuación. Se ha trabajado, desde el temario,
lógica de contenido y estilo de redacción, para que resulte claro
y útil, tanto para estudiantes novatos como para avanzados e,
incluso, para actores profesionales que estén deseosos de repasar
lo aprendido desde distintos enfoques.
Además, con variantes muy interesantes, como la inclusión de
referencias interactivas, ilustraciones novedosas e indicaciones
de ejercicios prácticos para hacer en casa.
¿Cuál ha sido tu mayor aprendizaje hasta ahora?
A lo largo de mi vida aprendí que lo que le regalemos a las tablas,
sets y foros, será lo mismo que éstos nos regalen de vuelta. Si les
damos migajas, migajas nos darán. Si les damos sudor y corazón,
nos devolverán un trampolín hacia grandes posibilidades en el
mágico mundo de la interpretación.
Informar, practicar, insistir y no desesperar. Cuatro pasos
importantes, cuatro variables básicas que determinan las posibilidades de éxito en todo lo que hagamos y que siempre señalaré
en abierto y entre líneas.
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Miguel Sahid en Bodas de Sangre de Federico García Lorca. |
“A lo largo
de mi vida
aprendí que
lo que le regalemos a
las tablas,
sets y foros, será lo
mismo que
éstos nos
regalen de
vuelta”
Debes sentir mucho orgullo. Y, seguramente, Nancy estaría
feliz.
Estoy muy orgulloso de todos estos logros. Feliz de que tanto
paso firme, tanta siembra, representen avances y frutos, a la
vez que me hacen sentir que el espíritu de Nancy sigue entre
nosotros, en cada ensayo, en cada montaje, en cada caravana
de agradecimiento, en cada aplauso.