Por: Irma Idalia Cerda
Fotografía: Especial
Desgastada
Hoy 13 de junio me siento
desgastada. Estoy a dos
meses de cumplir 58 años,
pero me siento como si
fueran a ser 100 -claro,
como siempre estoy exagerando pero sí, me siento muy desgastada.
Hay varios motivos a los que podría
atribuir mi estado de ánimo.
En primer lugar, el calor. Ya sé que
todos los años hace calor, pero a mí
siempre me molesta. Tengo la fortuna
de tener aire acondicionado, todo un
lujo porque de antemano sé la cifra que
aparecerá en el recibo de la CFE.
Y es que, desde antes de la pandemia, yo ya trabajaba en la casa, pues
nada más salía a cubrir mis eventos,
pero redactaba las notas aquí, así que
yo me hago cargo de la cuenta de luz,
teléfono, etcétera.
De todas maneras, si tuviera que ir diariamente a la oficina, gastaría el
dinero en gasolina y sale una cosa por
otra. En fin, lo del aire acondicionado,
resuelve en parte el problema del calor,
pero eso no significa que no lo sufra.
Por otro lado, entro a las redes
sociales según yo para distraerme,
pero inevitablemente me contagio de
tanta hostilidad que reina en Facebook
y en Twitter, entonces, opto por ver la
televisión.
Seguramente me sugerirán que
haga ejercicio o alguna otra actividad
recreativa. La verdad es que si me convendría, pero no me siento motivada
para hacerlo. Sé que no soy la única;
el hartazgo, la apatía y el desgano se
han instalado en nuestras vidas como
invitados non gratos.
Además, hay que tomar en cuenta
que la pandemia continúa, y envidio a
la gente optimista que sale sin ningún
problema a bares, restaurantes y cines;
yo me muero por irme a una playa, pero
mi conciencia me dice: “es mejor esperar” y aquí estoy, resistiéndome hasta
ganemos la batalla contra el coronavirus (ojalá aguante hasta entonces).
A veces me siento como el protagonista de la película “El día de la marmota
(Groundhog Day)”, quien está atrapado
en la misma rutina, y por más que quiere
salir, no lo logra. Creo que mi sentir también se debe a la “nueva normalidad” a
la que no me termino de acostumbrar.
Y todavía falta ver qué pasará con el
nuevo gobierno, al que muchos de los
nuevoleoneses le apostaron; ojalá que
cumpla con las expectativas, pues de lo
contrario, el panorama pasará de color
naranja a gris.
Pero como bien dicen: nada es para
siempre, todo es pasajero, yo confío en
que mi “chipilencia” no dure tanto y que
en pocos meses tendré vacaciones y si
no voy al mar, de perdido voy a rentar
una quinta con alberca para mí y mi
familia para así poder crear una burbuja
de felicidad temporal que me renovará
la energía. ¡Así sea!
irma_idalia@hotmail.com