Fotografía: Ricardo Flores @r.f.m.scorpio
Una charla íntima con café y música
Desde hace tiempo me rondaba la idea de acercarme con mayor profundidad a algunos artistas jóvenes que radican en Nuevo León. Músicos a quienes admiro por su talento y a quienes, estoy seguro, veremos en los próximos años como protagonistas del desarrollo artístico de la región, especialmente en los terrenos del jazz y la improvisación.
La propuesta fue sencilla: encontrarnos en un café de la ciudad y, entre tazas y música en mente, entablar una conversación cercana. Más que entrevistas formales, se trató de charlas abiertas, donde cada uno compartió sus pensamientos sobre la música, sus visiones artísticas y las experiencias que han marcado su andar creativo.
Lo que encontré en sus respuestas fue un cúmulo de reflexiones tan valiosas como inspiradoras. Historias que no solo resultan enriquecedoras para quienes inician un camino musical y buscan referentes, sino también para todo aquel que desee acercarse a comprender y apreciar el talento emergente de nuestra comunidad artística.
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| Christian Sánchez |
CHRISTIAN SÁNCHEZ
Guitarrista profesional nacido en la Ciudad de México. Licenciado en Estudios de Jazz con mención honorífica por el Centro de Estudios de Jazz de la Universidad Veracruzana. Docente en la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de Nuevo León desde 2018.
Dentro de su formación complementaria más reciente se encuentran el Begues Jazz Camp (Barcelona, 2024), el Alternative Guitar Summit (NYC, 2022) y la Residencia Antonio Sánchez (CDMX, 2021). En estos espacios ha trabajado con figuras internacionales del jazz como John Scofield, Mike Stern, Bill Frisell, Kurt Rosenwinkel, Julian Lage, Adam Rogers, Michael Kanan, Song Yi Jeon, Antonio Sánchez y Miguel Zenón, entre otros.
¿Qué es la música para ti?
R. Creo que la relacionaría con el lenguaje. Aunque no considero que exista un lenguaje cien por ciento universal, la música, para mí, es un canal de expresión distinto a la palabra. Y creo que por eso existe el arte: porque en él podemos expresar aquello que no podemos decir con palabras comunes.
¿En qué momento la música cambió tu vida?
R. En la prepa, cuando había que elegir clases de arte (teatro, danza, etc.). Elegí música porque en mi casa había una guitarra. No solo el contacto con la música, sino también con la comunidad musical, salvaron mi estancia en la prepa. Aunque tenía amigos, sentía que a veces no conectaba del todo; mi refugio se volvió ese salón donde nos juntábamos a tocar.
¿Qué motivos te llevaron a ser guitarrista?
R. El azar. Primero quería tocar batería, luego piano. De niño entré a una casa de cultura a estudiar piano, pero el maestro se lesionó y estuvo como cuatro meses fuera, y ahí quedó. Fue hasta la prepa, con el descubrimiento de la trova y la canción de autor, que me atrapó la guitarra: ver a alguien solo con su instrumento tocando me marcó. Hasta la fecha sigo descubriendo canciones y autores que considero geniales.
“La idea de improvisación y espontaneidad puede malinterpretarse como algo menos serio, pero no lo es.”– Christian Sánchez
¿Por qué elegiste el jazz como género de expresión?
R. Creo que el jazz iba más con mi enfoque en comparación con la guitarra clásica, que tiene una aproximación más rígida: la postura, el sonido… lo cual está muy bien, pero yo conecté más con la improvisación, con tomar decisiones. Aunque con el tiempo entendí que sí, se trata de decidir, pero con un criterio que se va formando. La idea de improvisación y espontaneidad puede malinterpretarse como algo menos serio, pero no lo es. La formación clásica te lleva a la técnica y a la exploración a niveles muy altos; en el jazz es distinto: es el dominio de la teoría y su aplicación, intentar entender, sí, pero para tocarlo. Siempre hay diferentes caminos para alcanzar la excelencia. La madurez consiste en aceptar lo que realmente te hace bien y tener la libertad de hacerlo con seriedad. Me fascinan todas las variantes técnicas que existen en el jazz: tocar sentado, parado, agarrar la púa de mil maneras…
¿Cómo ves el panorama del jazz en Nuevo León?
R. Creo que está creciendo. Cuando llegué ya existía una escena de jazz, pero a mi parecer era muy pequeña para el tamaño de la ciudad. Yo venía de Xalapa, una ciudad chica, pero con mucho movimiento en el jazz; después entendí que Xalapa es un remanso cultural muy importante. Al llegar pensé: “vengo de un lugar pequeño donde hay muchísimo jazz, imagínate loquzte habrá acá”. Luego me topé con la realidad: éramos muy poquitos. Sin embargo, en los siete años que llevo aquí he visto un crecimiento importante; incluso personas externas al gremio me han comentado que perciben un boom del jazz en la ciudad. Realmente espero que siga así, creciendo tanto en lo musical como en lo cultural. Creo que el jazz es un género que aporta muchísimo en ambos sentidos.
¿Qué mensaje filosófico le darías a los jóvenes estudiantes de jazz?
R. Tal vez el de no dejarnos arrastrar por influencias externas que nos hagan abandonar aquello que realmente nos gusta. Entender que, si lo tuyo es la industria, viajar de gira y ganar dinero con la música, está perfecto: ese camino existe y tiene su razón de ser. Pero también hay otros. Muchas veces la presión social nos hace creer que, si no seguimos ese modelo, no somos músicos exitosos. Y no es así. El éxito en la música también está en encontrar tu propio espacio, tu forma de expresarte y sostener lo que amas hacer.
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| Max Valenciana |
MAX VALENCIANA
Egresado de la Licenciatura en Ejecución de Música Popular Contemporánea de la Academia de Música Fermatta. Su formación como jazzista la realizó en Lafaro Jazz Institute, tomando clases con importantes exponentes del jazz en México como Héctor Rodríguez, Agustín Bernal, Roberto Verástegui y Gabriel Puentes.
En su trayectoria educativa ha trabajado como docente a nivel superior y en diferentes instituciones de educación musical privada. Es un músico activo dentro de la escena jazzística de Nuevo León y ha mostrado un especial interés en promover el jazz entre las infancias y sus familias mediante talleres, playdates y conciertos didácticos.
¿Qué significa la improvisación como medio de expresión para ti?
R. La improvisación, para mí, implica la capacidad de manipular los elementos musicales: controlarlos con los recursos y el vocabulario que uno tenga. Por ejemplo, podemos leer una melodía escrita, pero no necesariamente tocarla tal cual; esa es la manipulación que permiten géneros como el jazz. Para mí, lo atractivo de la improvisación es, sobre todo, la libertad creativa que da y la posibilidad de desarrollar una voz propia, ya sea desde lo rítmico, lo armónico o lo melódico.
Como guitarrista de jazz, ¿qué habilidad consideras esencial para crecer?
R. Creo que lo más importante son los fundamentos. Un ejemplo: a veces algún alumno me dice “no sé qué tocar aquí”, refiriéndose a una progresión de acordes. Yo les propongo que toquen las notas del acorde, tal cual, a manera de estudio. Me he dado cuenta de que quienes no saben qué tocar, suelen carecer de la capacidad de identificar las notas y enlazarlas en líneas. Por eso considero muy valioso regresar a lo fundamental. Cuando uno transcribe un solo de jazz descubre que las melodías, en gran medida, delinean la armonía. Esa capacidad debemos tenerla como guitarristas de jazz.
En el jazz interactúan la composición y la improvisación, ¿cómo ves esa convivencia?
R. Recuerdo a un músico que dijo: la composición es en cámara lenta y la improvisación es en cámara rápida. Aunque sea una frase sencilla, creo que representa bien lo relacionadas que están ambas. Una buena improvisación tiene mucho carácter composicional. Generalmente, quien improvisa con fluidez también es buen compositor o al menos tiene el potencial para serlo, porque en la improvisación también se estructuran ideas y motivos. Quizá en la improvisación las decisiones no siempre son las mejores: tocas lo que puedes en ese momento. Pero si el tiempo de estudio lo invertimos en desarrollar ideas de manera compositiva, eso se traduce en mejores decisiones al improvisar.
Tú que has vivido y tocado tanto en CDMX como en Monterrey, ¿qué diferencias ves entre las escenas de ambas ciudades?
R. En CDMX, por ser una ciudad más grande, hay más saturación: mucha competencia, pero poca demanda. Eso hace que el nivel sea distinto, porque el entorno te obliga a cumplir con ciertas convenciones. Además, hay gente de todo el país y de fuera, y esa confrontación de ideas y estilos te obliga a depurar tu identidad. En Monterrey, al ser una escena más pequeña, hay menos confrontación y a veces imperan ciertas estéticas. Incluso, en lo instrumental, al haber pocos referentes, se tiende a idealizar algunos modelos. En CDMX, con tanta competencia, se busca tener un diferenciador, y además noto que hay más creadores: se siente la necesidad de producir, publicar y compartir material nuevo. Eso, creo, marca la diferencia no solo técnica, sino también en la generación de contenido original.
“Empieza con lo que realmente te llame la atención. Si te atrae algo complejo, adelante: abórdalo.”– Max Valenciana
¿Qué consejo le darías a los jóvenes guitarristas que se adentran en el jazz?
R. Creo que debemos cuestionarnos qué es lo que realmente nos gusta y apasiona. A veces vienen alumnos a preguntarme: “¿qué debería escuchar?”, “¿qué solo transcribo?”, “¿qué debería tocar?”. No están mal esas preguntas, pero reflejan un perfil algo superficial. Cuando algo nos gusta y apasiona de verdad, simplemente nos lanzamos a vivirlo. Con el tiempo vas afinando y orientando tu camino, pero lo abordaste desde un gusto genuino. Mi consejo es: empieza con lo que realmente te llame la atención. Si te atrae algo complejo, adelante: abórdalo. Si realmente te gusta, descubrirás tus carencias y naturalmente buscarás lo sencillo, regresando a lo fundamental para construir poco a poco.
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| David Roca |
DAVID ROCA
Guitarrista, compositor y arreglista mexicano. Estudió música clásica y popular en la Facultad de Música de la UANL. Con un amplio conocimiento de música folklórica mexicana, ha complementado su formación con estudios de jazz en clases y cursos con reconocidos maestros como Gilad Hekselman, Kurt Rosenwinkel, Francisco Lelo de Larrea y Julian Lage.
Ha participado en festivales de música en México y Europa. Actualmente es miembro del comité organizador del Festival de Jazz Nuevo León.
¿Cuál es tu concepto de improvisación musical?
R. Para mí, improvisar es como hablar: usamos palabras y frases que ya conocemos, pero cada vez decimos algo diferente. Lo vamos refinando con el tiempo, profundizando en distintos aspectos y buscando expresar nuestra manera de ser.
¿Qué crees que hace falta para enriquecer la escena del jazz en Monterrey?
R. Creo que hace falta profundizar en el conocimiento, pero viviéndolo, no solo estudiándolo. Pensar en él, llegar a cierta obsesión: leer sobre los artistas, escuchar los discos, tratar de absorber lo posible. También salir a escuchar a más músicos, descubrir lo que se hace en otros lugares. Es como la música de orquesta: cuando la escuchas en vivo, hay una energía casi metafísica.
Supe que fuiste a un campamento de jazz en NY, ¿cómo fue tu experiencia allá?
R. Lo más increíble fue convivir con leyendas como Mike Stern, Kurt Rosenwinkel, John Scofield, Bill Frisell y Julian Lage. Años atrás los veía muy lejanos, y de pronto los tenía al lado. Era surreal. Me impresionó verlos en cosas tan simples como hacer fila en el buffet. Todos eran muy amables, genuinamente amables.
Musicalmente, nunca había escuchado algo que me pusiera la piel chinita. No era por lo difícil de lo que tocaban, sino por lo que transmitían. Ahí entendí que la música no se trata de tocar más rápido o saber más acordes, sino de ser uno mismo. Era música sin pretensión, sin competencia, solo compartir.
En NY también tocaste. ¿Cómo sentiste el ambiente con los músicos de allá?
R. Me habían contado historias de terror: maltrato psicológico y competencia dura. Pero yo no sentí eso. Al contrario, me encontré con un ambiente accesible, incluso amable. Creo que la sociedad está cambiando, dejando atrás esa competitividad excesiva y abrazando la idea de que estamos aquí para compartir música. Justamente así nació el jazz.
¿Qué impacto tienen las redes sociales en los músicos?
R. Creo que son un arma de doble filo. En quienes nos dedicamos a las artes escénicas existe una necesidad psicológica de aprobación, y las redes giran en torno a eso, de ahí su popularidad. Pero también son una gran herramienta para adquirir conocimiento.
“La sociedad está cambiando, dejando atrás esa competitividad excesiva y abrazando la idea de que estamos aquí para compartir.”– David Roca
En tus inicios, ¿qué consejo te hubiera gustado recibir, que hoy serviría a jóvenes que empiezan en el jazz?
R. Me hubiera gustado que alguien me dijera que puedes ser tú mismo incluso con una sola escala. Solemos pensar que necesitamos aprender muchas escalas, acordes y transcripciones antes de encontrar nuestra voz. Pero no es así. Uno puede ser quien es con una escala mayor o una pentatónica. Lo importante es ser honesto contigo mismo, decir “esto soy yo”, y aceptar que no tenemos que decir algo trascendental. Podemos ser quienes somos desde el principio, sin importar el nivel.
Para cerrar, me gustaría compartir las redes sociales de Christian, Max y David, con el fin de seguir sus proyectos, tanto producciones como presentaciones, que gozan de una excelente calidad musical:
Max Valenciana: @maxvalencianac
David Roca: @davidrocagtr
miguelomarguitarrista@gmail.com
Miguel Omar De León Muñiz
Músico y compositor Egresado de la UANL. Cuenta con estudios formales en pedagogía, filosofía, artes y humanidades. Ha sido premiado en diversos certámenes de creación artística por PECDA, CONARTE e ITCA y presentado obras originales en festivales como el Forum Universal de las culturas de la UNESCO, Festival Internacional CERVANTINO (FIC) y Festival Internacional Tamaulipas (FIT).


