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Salir adelante | IRMA IDALIA CERDA | Noviembre 2020

Por: Irma Idalia Cerda
Fotografía: Especial


Salir adelante

Vivimos el día a día y en la noche agradecemos que termine la jornada, con la esperanza de que el tiempo pase pronto y que en un futuro no tan lejano se termine el encierro.

“Hay que salir adelante, no hay de otra”, es quizá la frase más pronunciada en estos últimos meses, pues ante tantos problemas en la economía con los que están lidiando la mayoría de las familias mexicanas, es como el mantra al que recurrimos para convencernos de que saldremos adelante.

Y es que el panorama no es nada alentador. El rebrote se está dando desde que muchos negocios reabrieron y aunque no se había dado la “luz verde” como tal, la gente desesperada por salir, lo tomó como que ya había terminado el confinamiento.

Siendo sinceros, realmente no todo el mundo respetó la “cuarentena” que ya se prolongó por ocho meses, pero el hecho de que los cines, los casinos y restaurantes que estaban cerrados -estos últimos con servicio a domicilio o para llevar- nos obligaban a esperar, pues no había más remedio.

 nuestro círculo cercano nos enterábamos que la “amiga de una prima”, o “la vecina de la comadre” había convocado a un “baby shower” en su casa como se acostumbraba antes , y lo sorprendente: muchas de las invitadas aceptaron gustosas y fueron sin ponerse cubrebocas o caretas.

Y hace días, no pasó desapercibida la noticia de la boda del actor de Armando Torrea con Laura Pérez en Mexicali, Baja California, la cual provocó más de 100 contagios de COVID-19, aunque uno de los invitados, el también actor José Ron, negó que hubiera irresponsabilidad por parte de los organizadores.

Cierto o no, el hecho es que sí hay un rebrote, y no sólo en Nuevo León y en todo el país; en Europa, concretamente en Francia, en donde los ciudadanos estaban haciendo una vida prácticamente normal, desde hace un par de semanas, el presidente Emmanuel Macron decretó “toque de queda”.

Mientras que en Italia, el primer ministro Giuseppe Conte anunció el cierre de lugares concurridos como estadios, gimnasios, cines y teatros.

Creo que la sensación que experimentamos es como los niños a los que castigaban toda la tarde sin poder salir a jugar por haber hecho una travesura en la escuela. En este caso, nuestro pecado es querer volver a la “vieja” normalidad, y el estar encerrados nos provoca una angustia y frustración tremendas.

Pero con todo y eso, lo que tratamos de hacer es enfocarnos en estar bien de salud -física, aunque sea- porque de alguna manera es más fácil de sobrellevar que si un miembro de nuestra familia se contagia de coronavirus o simplemente se enferma de otra cosa.

Vivimos el día a día y en la noche agradecemos que termine la jornada con la esperanza de que el tiempo pase pronto y que en un futuro no tan lejano se termine el encierro, para poder salir con toda la libertad del mundo; festejar, viajar, divertirse fuera de casa sin ninguna restricción. Entonces, nuestro principal objetivo es: salir adelante, porque resignarnos no es una opción.