Por: Irma Idalia Cerda
Fotografía: Especial
Salir adelante
Vivimos el día a día y en la
noche agradecemos que
termine la jornada, con la
esperanza de que el tiempo
pase pronto y que en un futuro
no tan lejano se termine el
encierro.
“Hay que salir adelante, no hay de otra”,
es quizá la frase más
pronunciada en estos
últimos meses, pues
ante tantos problemas en la
economía con los que están
lidiando la mayoría de las
familias mexicanas, es como
el mantra al que recurrimos
para convencernos de que saldremos adelante.
Y es que el panorama no es
nada alentador. El rebrote se
está dando desde que muchos
negocios reabrieron y aunque
no se había dado la “luz verde”
como tal, la gente desesperada
por salir, lo tomó como que ya
había terminado el confinamiento.
Siendo sinceros, realmente
no todo el mundo respetó la
“cuarentena” que ya se prolongó por ocho meses, pero
el hecho de que los cines, los
casinos y restaurantes que
estaban cerrados -estos últimos con servicio a domicilio
o para llevar- nos obligaban
a esperar, pues no había más
remedio.
nuestro círculo cercano nos
enterábamos que la “amiga de
una prima”, o “la vecina de la
comadre” había convocado a
un “baby shower” en su casa
como se acostumbraba antes
, y lo sorprendente: muchas
de las invitadas aceptaron
gustosas y fueron sin ponerse
cubrebocas o caretas.
Y hace días, no pasó desapercibida la noticia de la boda
del actor de Armando Torrea
con Laura Pérez en Mexicali,
Baja California, la cual provocó más de 100 contagios de
COVID-19, aunque uno de los
invitados, el también actor José
Ron, negó que hubiera irresponsabilidad por parte de los
organizadores.
Cierto o no, el hecho es que
sí hay un rebrote, y no sólo en
Nuevo León y en todo el país;
en Europa, concretamente en
Francia, en donde los ciudadanos estaban haciendo una vida
prácticamente normal, desde
hace un par de semanas, el
presidente Emmanuel Macron
decretó “toque de queda”.
Mientras que en Italia, el
primer ministro Giuseppe
Conte anunció el cierre de lugares concurridos como estadios,
gimnasios, cines y teatros.
Creo que la sensación que
experimentamos es como los
niños a los que castigaban
toda la tarde sin poder salir
a jugar por haber hecho una
travesura en la escuela. En
este caso, nuestro pecado es
querer volver a la “vieja” normalidad, y el estar encerrados
nos provoca una angustia y
frustración tremendas.
Pero con todo y eso, lo que
tratamos de hacer es enfocarnos en estar bien de salud
-física, aunque sea- porque de
alguna manera es más fácil de
sobrellevar que si un miembro
de nuestra familia se contagia
de coronavirus o simplemente
se enferma de otra cosa.
Vivimos el día a día y en la
noche agradecemos que termine la jornada con la esperanza
de que el tiempo pase pronto y
que en un futuro no tan lejano se
termine el encierro, para poder
salir con toda la libertad del
mundo; festejar, viajar, divertirse fuera de casa sin ninguna
restricción. Entonces, nuestro
principal objetivo es: salir adelante, porque resignarnos no es
una opción.