
Sin audiencia
no hay medios
Cine: la
injusta
competencia
entre lo
‘comercial’
y lo ‘de arte’
La leche y el aceite tienen
composiciones muy
distintas. Cada uno cuenta
con su propio valor y
compararlos entre sí para
determinar cuál es mejor
resulta, sin duda, inútil.
Con las películas ocurre
algo parecido.
Con frecuencia encontramos publicaciones
que comparan películas comerciales con
las llamadas “de autor” o “de arte”. Esto abre
debates respecto a si unas son o no mejores que
otras, pero -la verdad- tanto comparar como
debatir sobre eso resulta injusto e innecesario.
Las películas se contemplan desde diversas
clasificaciones: corrientes, géneros y escuelas,
por ejemplo. También por sus objetivos. Según
éstos, encontramos filmes diseñados como
vías de expresión, supervisión y análisis del
entorno; de manifestación de posturas ante
determinados temas o a la contemplación de
lo bello o crudo de nuestra realidad. Por otro lado,
las que se encaminan al mero entretenimiento y
con interés claro por lo económico. En decir: las
“de arte” y las “comerciales”, respectivamente.
Los estudiosos señalan que las características
distintivas del cine COMERCIAL son que el
productor está subordinado a la base financiera,
que el comercio está por encima de los valores
estéticos, reproduce patrones formales y
artísticos mediante repetición de fórmulas y
muestra personajes poco profundos. También,
que no ofrece alternativas que enriquezcan las
historias y que se aferra al uso de la tecnología
para aumentar el espectáculo visual.
Respecto al DE ARTE, se puntualiza el dominio
del autor, personajes sin estereotipos y con
psicología que refleja la complejidad del ser
humano. Es financiado con pocos recursos y
concede mayor peso a la elocuencia del lenguaje
cinematográfico; se aleja de lo superficial y
compromete la imaginación del espectador
con claves expresivas que no siempre están al
alcance de todo tipo de auditorio.
Tenemos, entonces, que el “comercial”
pretende recaudar dinero en taquilla y apela,
principalmente, a la emoción del cinéfilo,
mientras que el “de autor” se ubica como canal
expresivo que va tanto al cuerpo emocional
como al intelecto, capacidad analítica y reflexiva
de quienes lo ven.
Enfrentar a las unas con las otras, no habla
más que de la falta de consideración sobre
las intenciones de cada grupo.
Una película comercial que llama la atención
acumula ingresos y hasta sienta bases para
secuelas y franquicias, es “buena” desde que
consigue aquello para lo que fue creada.
Por su parte, la que, a pesar de los escasos
recursos, expresa la visión de sus realizadores
sobre el mundo y sus problemas, ofrece
enfoques para facilitar la reinterpretación y
consigue que el espectador se comprometa
también en lo intelectual, estará cumpliendo
con el objetivo del cine de autor y, por ello, será
considerada “buena”, aunque no recupere su
inversión en taquillas.
Comerciales con comerciales, de autor con
las de autor. Eso es lo correcto.
Podemos comparar distintas marcas de aceite
y decidirnos por una. También, comparar
variedad de marcas de leche y encontrar la
de mayor calidad. Comparar aceite con leche y
preguntar “¿Cuál es mejor?” no procede, porque
son de naturaleza muy distinta.
Lo mismo aplica en el cine.
Edui Tijerina Chapa
edui_tijerina@yahoo.com
Twitter: @EduiTijerina
Instagram: @eduitijerinachapa
Escritor, dramaturgo, guionista,
asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas
teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”,
“Juan Diego” y “Jesús de Nazaret”.