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Reflexiones
de miedo
sobre brujas
y el sistema
¿No estamos todos siendo
parte de un juicio masivo?
ver cuánto aguantamos,
cuánto cedemos, cuánto
producimos sin cuestionar
y a costa de qué.
El miedo se esparció como incendio forestal
porque, ¿no es eso lo que provoca cualquier
tipo de amenaza contra el status quo? En 1692
un pequeño pueblo en Massachusets, Estados
Unidos, tuvo una serie de eventos que lograron
colocar su nombre como sinónimo de brujería,
injusticia, muerte: Salem.
Ese año hubo una persecución de seres
(principalmente mujeres e incluso dos perros)
que se sospechaba habían hecho tratos con
el Diablo. Las cosas iban tan mal para los
novoingleses, sociedad con un terrible temor
de Dios, que no podía haber otra explicación
que Satanás. Los acusados eran enjuiciados y
encontrados culpables por pruebas irrefutables
como: lunares, acné y manchas en la piel.
La historia detrás de los juicios y cacería de
brujas en Salem es muy compleja y, como
todo, está cargada de intereses personales
que desequilibran la balanza, ignorancia y
abuso de poder. Había varias guerras tomando
lugar en poblaciones cercanas (nativos vs.
colonos), así como un nivel de puritanismo (y
su inherente misoginia) que rechazaba cualquier
contradicción. Lo cual nos lleva al punto principal
de este texto: ¿hemos en realidad terminado la
cacería de culpables, cuando a veces éste se
encuentra en el espejo?
Últimamente nos hemos enfrentado a situaciones políticas que nos harían pensar que vivimos
en otros tiempos: desde la reforma que permite
a médicos negar su atención a gente que
“atente” contra su ideología (la comunidad
LGBTQ+ siendo de las más vulnerables), o que
Trump sea descubierto cada semana con una
agresión diferente a los derechos humanos y
aún así defienda que no es culpa suya. Sistemas
socioeconómicos insostenibles, índices de
suicidio más altos que nunca, una pandemia
de depresión… parece que los estragos están
pasando a cobrar factura. ¿Qué tiene que
ver esto con Salem, Andrea? Nada; ¿con las
víctimas? todo.
No de manera individual, pero ¿no estamos
todos siendo parte de un juicio masivo? ver
cuánto aguantamos, cuánto cedemos, cuánto
producimos sin cuestionar y a costa de qué.
Me parece que por eso películas como Joker
resuenan tanto. Sí, es un asesino y no se justifica,
pero todos hemos sido ese patético payaso,
tirado en el suelo, golpeado y desmoralizado.
Todos hemos, en algún punto, sido rezagados o
excluidos por una estructura que no admite otras
creencias, enfermedades mentales, educación
de clases socioeconómicas más bajas.
¿Cuándo nos bajaremos del estrado? ¿nos
conviene más declararnos culpables o seguir
luchando? ¿a quién tenemos que convencer que
vamos en el mismo barco y hay que encontrar
el punto de equilibrio?
Andrea Díaz
Nacida en Victoria, Tamaulipas
y Licenciada en Letras por la Universidad de
Monterrey. Se ha desarrollado principalmente
en los ámbitos de las causas sociales, teniendo
dentro de sus áreas de especialidad la violencia de
género y la filosofía del lenguaje.
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