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Vino nuevo en odres viejos | IGNACIO MENDOZA | Marzo 2019

Por: Ignacio Mendoza
Fotografía: Archivo


Vino nuevo en odres viejos

Como escribiría Avelina Lésper: el Estado tiene la obligación de estimular, apoyar y promover el desarrollo cultural y artístico, más no de mantener a vividores y oportunistas.

Las becas son una de las pocas maneras que tienen los artistas para obtener ingresos, debido a las pocas oportunidades laborales que tienen para ganarse la vida con sus habilidades.

 las mesas de diálogo organizadas por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) puso en relieve una propuesta que llama mi atención: regionalizar los recursos con el fin de que se distribuyan equitativamente los apoyos que siempre parecen concentrados en la capital. Esto deja al descubierto una situación preocupante: para muchos creadores el FONCA representa un medio de subsistencia antes que un aliciente a su talento. Así, flaco favor le haría a nuestra escena artística una medida como la regionalización pues en el fondo del problema hay cuestiones que requieren otro tratamiento.

Que las becas sean una de las pocas maneras que tienen los artistas para obtener ingresos no es novedad, pero sí revela que, si andan a la caza de ellas, es por las pocas oportunidades laborales que tienen para ganarse la vida con sus habilidades.

El problema entonces se relaciona con la generación de oportunidades laborales para dicho sector, aspecto que va más allá de cualquier condición -lícita o ilícita- que determine por qué se centran los apoyos en la capital del país. 

Sin embargo, también debemos aceptar que eso influye en la creación de camarillas que pueden disponer de la repartición de los beneficios, lo cual es perjudicial para la condición creativa porque tales grupos ocupan posiciones en donde pueden determinar qué estilo o condición artística vale favorecer no por su calidad, sino porque es la indicada para beneficiarse con los recursos. Vista desde ese ángulo, la regionalización también daría pie a esa clase de condiciones que, paradójicamente, fomentaría lo que quiere combatir.

¿Cuál es la solución entonces? 

En primer lugar, impulsar el sector de las industrias creativas para que los artistas cuenten con otras fuentes de ingresos y las becas recuperen su vocación de estímulo. 

Sólo que, para que eso suceda, una buena parte del sector artístico y de los funcionarios culturales debe abandonar su burbuja de foros o ferias “naranjas” (esas que suelen ser convocadas y asistidas por ellos mismos) e incidir en las políticas fiscales por medio del diálogo con los Congresos o las autoridades correspondientes. Y sí: también es necesario insistir en que, primero que todo, debe haber calidad en los proyectos. Siempre he creído que el arte es la menos democrática de las prácticas pues en ella debe sobresalir quien lo merezca.  

Como escribiría Avelina Lésper: el Estado tiene la obligación de estimular, apoyar y promover el desarrollo cultural y artístico, más no de mantener a vividores y oportunistas. 

Si la nueva administración del FONCA no entiende esto y opta por propuestas como la de la regionalización, todas sus buenas intenciones no serán más que vino nuevo en odres viejos, es decir: todo habrá cambiado para que las cosas sigan igual.

Ignacio Mendoza 
Catedrático, escritor y promotor cultural. Ha sido Premio Nuevo León de Literatura y Director de Cultura en el Municipio de Monterrey. También se ha desempeñado como profesor de Letras Hispanoamericanas, y prepara actualmente su segunda novela.