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Medusa ante el espejo | IGNACIO MENDOZA | Febrero 2019

Por: Ignacio Mendoza
Fotografía: Archivo



Medusa ante el espejo

¿Por qué la tragedia de Hidalgo tuvo como acta de nacimiento un ilícito, que pasó a convertirse en un carnaval cuyo boleto de entrada fue el desdén a las leyes?

A casi un mes de haber sucedido el hecho que los generó, el rechazo inmediato que tuvieron los memes sobre la explosión de Tlahuelilpan, Hidalgo, se ha mantenido y demuestra que entre nosotros campea algo más que corrupción o ausencia de valores. También refiere que vivimos una realidad más atroz de lo que solemos admitir debido a que padecemos esquizofrenia moral. Nos horrorizamos ante un meme (sí: insensible, de mal gusto) pero no protestamos por otras expresiones cuyos contenidos son igualmente desagradables o lesivos. 

El argumento que justificó la condena generalizada se sustentaba en la falta de sensibilidad frente la tragedia y, en especial, de respeto a las víctimas. La reacción me hizo recordar a Susan Sontag y su teoría sobre el gusto creciente en Occidente por contemplar animaladas (una práctica cuya arena, por excelencia, es Internet). Según Sontag, eso suprime o reduce nuestra náusea moral, lo cual atrofia la reacción que podamos sentir ante los atropellos de la vida.

Personalmente difiero con dicha teoría no por ese sustento socio histórico que tiene nuestra fijación por las aberraciones (¿puede haber algo más sombrío que comer frijoles “con veneno” o visitar El blog del narco?). Tampoco porque desconozca que existen personas desequilibradas entre los aficionados a las atrocidades y una franca falta de sensibilidad entre aquellos que disfruten con los memes en cuestión o que se regocijen escuchando narco corridos, pero debemos entender que dicha afición es un fenómeno complejo que puede servir para entender y explorar los territorios de la maldad. 

Claro: para ello, el requisito principal consiste en encarar a tales territorios como son, aceptar su existencia aún y con su inevitable carga de mal gusto o falta de respeto (puntos que no justifico pero que ameritan otro tipo de análisis) y asumir que –Medusa ante el espejo- nuestra aparente normalidad es terriblemente siniestra y monstruosa por tantos lastres cuya extensión impide citarles en este espacio. 

Si hacemos eso con honestidad, podremos provocar sentimientos de cohesión que nos integren en términos comunitarios, incluso puede suceder que, como en el caso de Frankenstein, nos encontremos con que tales horrores quizá oculten situaciones o necesidades urgidas de una buena dosis de compasión o empatía. Ese sería el primer paso para actuar como ciudadanos responsables, cierto, pero sobre todo para reconocernos como seres humanos en toda la extensión de la palabra.

El punto, en conclusión, no deben ser los meme como tales, sino más bien preguntar por qué la tragedia de Hidalgo tuvo como acta de nacimiento un ilícito que pasó a convertirse en un carnaval cuyo boleto de entrada fue el desdén a las leyes travestido en despreocupación suicida. 

El debate, entonces, no se debe convocar en torno a una imagen anónima pese a su enorme carga de insensibilidad y –repito- mal gusto. Más bien urge analizar nuestra voluntad por actuar mal con los otros, esa voluntad que, lejos de afirmarnos como almas piadosas dedicadas a salvaguardar las formas, nos revela como hienas dispuestas a tirar la tarascada en la primera oportunidad.

Ignacio Mendoza 
Catedrático, escritor y promotor cultural. Ha sido Premio Nuevo León de Literatura y Director de Cultura en el Municipio de Monterrey. También se ha desempeñado como profesor de Letras Hispanoamericanas, y prepara actualmente su segunda novela.