México y China,
Caminos DivergentesPor qué China, comúnmente llamada “la fábrica del mundo”, a diferencia de México,
logró pasar de ser un país manufacturero a un gigante en el desarrollo y tecnología.
Ante las múltiples amenazas de
aplicar aranceles a los productos
mexicanos exportados a los Estados Unidos, con el fin de orillar a
las empresas a regresar su manufactura a los Estados Unidos, nos
preguntamos: ¿Cómo nos convertimos en un país tan dependiente
de los EUA, al destinarles cerca del
80% de nuestras exportaciones?
Antes, habría que entender que
México comenzó a transformarse
en un país manufacturero después de la Revolución Mexicana
y durante las décadas de 1940 y
1950, cuando implementó políticas
de industrialización importantes,
que serían intensificadas durante
los años ochenta por la apertura
comercial y cercanía con los Estados Unidos.
Sin embargo, sería a partir del Tratado de Libre Comercio (TLCAN),
firmado en 1994, que el sector
manufacturero se fortalecería y
consolidaría, al integrarse el país a
las cadenas de suministro globales.
Hoy por hoy, México se ha convertido en el país con mayor capacidad manufacturera de América,
solo después de los Estados Unidos,
que también es el de mayor consumo en el mundo.
¿Pero por qué China, logró pasar de ser un país
manufacturero a un gigante en desarrollo y tecnología, mientras que México no lo pudo hacer?
Sencillamente, porque México no invirtió lo suficiente en educación, investigación y desarrollo,
conformándose con seguir dependiendo de la
manufactura tradicional; mientras que China en
un inicio, aprendía de lo que manufacturaba y
sacaba sus “copias”, para después desarrollar
sus propias marcas a menor costo. Digamos que
en México nos conformamos con solo fabricar
y nunca crecer más allá de eso.
De manera más clara, lo que hizo
China y no hizo México (al menos
no de manera sustancial) fue invertir en investigación y desarrollo, al
igual que aumentar significativamente su inversión en educación,
formando una gran cantidad de
ingenieros y científicos. También
implementó políticas y estrategias
a largo plazo que buscaban transformar al país en un líder tecnológico, a través de créditos, subsidios
e incentivos a fabricantes.
Adicionalmente, desarrolló modelos colaborativos que favorecieron las relaciones entre empresas,
centros de investigación y universidades, al igual que se diversificó
hacia sectores como el de tecnología de la información, biotecnología, inteligencia artificial y energías
renovables.
Por último y muy importante, se
focalizó en su mercado interno, lo
que permitió a las empresas tecnológicas escalar rápidamente
sus productos y servicios, creando
una base sólida de innovación y
crecimiento, que ahora podía ser
también exportada para llegar a
otros grandes mercados.
Por lo anterior, quizá no sea del todo
malo lo que nos está sucediendo
con nuestro principal socio comercial, ya que
nos está dando la oportunidad de pensar e
implementar políticas que fomenten la educación, innovación e inversión en investigación
y desarrollo, al igual que de ahora sí focalizarnos
en fortalecer a nuestro mercado interno.
robgarza@att.net.mx