Esa gente
Soy real, pero a veces miento. Soy humano,
pero sueño. Quiero ver menos el celular y
más tus ojos, tus nalgas.
Una vez vi una madre llorar porque en
un parque de diversiones de Florida se le
había perdido su hijo de cinco años. Veo esa cara de
dolor cada vez que me pongo un condón. No quiero
tener hijos.
Es una puta locura lo que hoy llaman días tranquilos a los que trabajan diez horas, tienen un evento
familiar y uno social. Vidas sostenidas con palillos
que traen labrada la palabra falsedad.
Iba a esperar a que Nicole Kidman se divorciara
para bloquearte y ya no contestarte, pero ya casi no
mandas mensajes, y está bien. Solo subes fotos sonriendo de cachete a cachete. Pareciera que eres feliz.
Pero yo sé que no, que esos dientes mienten, como
todos lo hacemos.
Esa gente que todo el tiempo se queja, pero ahí
sigue. Todo mierdas sigue. Siguen agarrando el mismo
camión, poniéndose los viejos audífonos o manejando
sobre las mismas calles anestesiados de soledad y
desaliento del culero, de ese que arrulla.
Una vez vi un mimo que hablaba, y le dije que eso
no estaba bien, se agachó, de una maleta sacó una
botella de Bacardí y me puso un madrazo en la frente
que me mandó al hospital por un mes. El hijo de puta
gritaba. Los mimos no deben de hablar.
Esa gente que quiere reconocimiento. Que sonríe,
sonríe y sonríe. Se carcajea, te mandan saludos y abrazos, pero son unos hijos de puta triplemente mierda.
Se drogan con ego. Falsos, mentirosos y culeros.
Pasan semanas sin saber de ti y de pronto llega
un mensaje: ¿cómo estás? No sé qué mierdas esperas
que conteste. ¿Qué quieres? ¿Que conteste la verdad?
¿Que finja? ¿Qué te diga que con madre? ¿Que te diga
que mal? ¿O que ando echándole ganas? ¿Qué esperas
que responda? Estoy aquí. En veinticuatro horas he
pasado por todas las putas emociones y sentimientos
y de pronto: ¡Ting! Suena tu mensaje: “¿Cómo estás?”
No mames….estoy.
Me gusta ganar cuando nadie lo esperaba. Coger
con la más hermosa del estado. Me gusta que me
digan pendejo, puñetas, puñetero, idiota, soñador,
iluso, inocente y así, igual si me dijeran cualquier
otra cosa me valdría madre. Es raro la cantidad de
mierda que aventamos a los demás. Mierda sobre el
amor. Mierda sobre la paz. Mierda sobre la esperanza.
Me gusta la nostalgia, porque me inyecta algo
chido, como lumbre, ya sé que es traicionera, como
todos. A veces la caga, a veces te ayuda, a veces se
va, a veces te rompe el hocico de chingazo. Me gusta
poder cerrar los ojos, en cualquier lugar y sentirla,
como si entrara a un mundo diferente. Refugiarme
en una pinche cerrada de ojos.
No me gusta que desperdicies nuestros segundos
quejándote o viendo el celular. No debí haber dicho
nuestros segundos, porque nunca estás conmigo
cuando estás. O vas miradas atrás o latidos adelante.
Esa gente que manda hacer protectores de asadores
a la medida. No lo entiendo. Protectores de plástico a
la medida para su asador hecho a la medida, para los
muebles de jardín traídos desde Houston o Oaxaca, para que el sol o la lluvia no los joda. A mí me gusta
que el sol me queme. Que la lluvia me moje. No me
gusta tener algo hecho a la medida. Me gusta tener
miedos, para tener a quien vencer.
Esa gente que va al mar y le caga el sol. Que van a
un bar y piden un trago sin alcohol. Esos que creen
que la libertad se conquista en otras fronteras, con
plomo. Esos que buscan felicidad en un parque de
diversiones. Esos, ellos, todos. Esos que temen amar.
Esos que callan. Que mienten.
Yo soy un pendejo, no tengo nada, lo único que
puedo ofrecer es esto, este segundo.
Kato Gutiérrez
kato@ruidoso.mx
Instagram: @Katogtz
Facebook: @Kato Gutiérrez
Escritor originario de Monterrey, N.L.
Dentro de los más vendidos de Gandhi, Amazon Best Seller
#6 y Novela Favorita del 2016 Círculo Sanborns. Audio Series
#1 en España y Latin Podcast Academy Award. Entre sus
novelas se encuentran “Cuatro Segundos”, “El Instante que
nos queda”, “No puedo ver las estrellas” y “Rockstar”. TEDx
Speaker, Ironman 70.3