Por: Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Silvia Novak
SILVIA NOVAK
Una grande del juego
de las emociones
Hace casi ocho años, estando en el hermano país de Chile, recorriendo varias
locaciones como parte del jurado del
Festival Internacional de Cine de Lebu,
tuve la fortuna de conocer y convivir con
la talentosa actriz y directora Silvia Novak. Desde
entonces nos ha unido una gran y creciente amistad.
Esta ocasión, a punto de la edición 2024, tengo
el gusto de contar con su confianza para, a través
de esta entrevista, compartir con ustedes lo mucho
que esta talentosa chilena ha hecho, lo que hace y lo
que viene en su brillante carrera en el mundo de la
actuación.
¿Comenzamos con tus orígenes?
Me parece perfecto, Edui. Pues mira… Mi gusto por
la actuación partió de siempre. De toda la vida. Me
crie con mis abuelos, que iban mucho a la ópera, al
ballet y al teatro. Entonces, yo me formé con mucho
más de ese tipo de espectáculos que con películas
de niños, que a veces veía, por supuesto. Y desde la
primera vez que fui al teatro me dije “eso es lo que
quiero hacer”, absolutamente.
¿Hablamos del teatro como tu “detonador
vocacional”?
Después, cuando empecé a ir al cine, también. Nunca
tuve duda, nunca tuve otro pensamiento. Recuerdo
que, alguna vez, alguien me preguntó: “Si no fueras
actriz, ¿qué serías?” Y yo dije: “Sería astronauta”. De
eso me acuerdo siendo muy pequeña, pero la verdad
es que la actuación es lo que siempre me ha gustado.
¿Y en tu casa? ¿Todos de acuerdo?
La verdad, querido, es que nunca hubo una crisis de
ningún tipo. Y era alucinante porque, era tanto, que
ponte tú, si me llevaban al dentista era a cambio del
teatro y pudiera acceder a eso. Leía mucho teatro. Me
gustaba más ir al teatro, leer teatro e ir al cine, que
ir a una fiesta o actividades como normales, entre
comillas, de diferentes etapas de la niñez. Incluso de
la adolescencia, ya cuando era adolescente y decidía
lo que iba a hacer, me veía todas las obras.
Así como veías muchas obras teatrales…
¿también muchas películas?
Recuerdo que en ese tiempo había unos cines que
estaban cerca de mi casa y daban tres películas seguidas. Yo iba y me instalaba y me veía las tres películas.
Esto fue “Amor a primera vista y para toda la vida”.
¿Y ópera?
Cuando era muy chica y me llevaban, muy chica,
soy muy mala para los años y las edades, pero me
acuerdo de que me llevaban a la ópera y la noche
anterior, en vez de un cuento, mi abuelita me contaba
la historia de la ópera que íbamos a ver. Me acuerdo
muy especialmente de “Madame Butterfly”, que me
impactó mucho.
Total, que, cuando iba a ver las óperas, aunque
era muy chiquitita, yo ya conocía las historias y las
veía de manera muy natural, no me resultaban nada
extraño. Pero bueno, el amor surgió, como te decía,
con el teatro, con el cine, gustándome todas las otras
formas del arte y del espectáculo. Por eso también
estudié ballet. Amo la danza. Y es algo que también
es muy importante en mi vida. Mis clases de danza.
¿Cómo estaba integrada tu familia en aquel
entonces?
Yo era hija única y mis padres siempre esperaron que
hiciera otra cosa. La verdad es que era buena alumna,
tenía buenas notas. Apoyo en ese aspecto, es decir, el
de mi vocación artística, pues no. No estaban contentos con la idea de que yo fuera actriz ni nada de eso.
¿Y cómo fue, entonces, que dieron el giro en su
idea?
Un día, estaba buscando algo en un cajón y aparece
una foto de mi padre con un traje largo y con peluca.
Entonces yo le dije, “Papá, acá hay algo que yo no sé y
me encantaría saber si fuiste actor o fuiste travesti.
Las dos cosas me parecen muy fascinantes, así que,
por favor, cuéntamelas”.
Y ahí me contó que había sido actor del Teatro
Nacional Húngaro y que no me lo había querido
contar porque no quería que yo fuera actriz. Pero,
finalmente, después de todo esto de que no querían,
que no querían, eran los más “chochos”. Iban a ver las
obras, estaban ahí en primera fila, toda la familia.
Pero lo cierto es que sí, al principio, no fue nada fácil,
ni en la familia ni en mi segundo colegio.
¿Qué tiene que ver el colegio en esto?
El primero al que iba era mixto; con la mente abierta
y fascinante, pero que, en algún momento, quebró y
tuve que cambiarme a otro, a donde se fue mi mejor
amiga.
Era un colegio de monjas, y yo soy una persona
agnóstica, muy librepensadora, y fue terrible cuando
dije que quería ser actriz. Me hicieron la vida imposible, me mandaron a la orientadora para que me dijera
que yo tenía otras capacidades. Pero no lograron nada.
Fui actriz, y estoy muy feliz con esa decisión porque,
como te decía, es algo que amo profundamente.
¿Y qué hacían para evitar que siguieras tu
vocación?
Para entrar a la Universidad de Chile, cuyo proceso
de selección era muy difícil, había que dar una prueba
específica y documentar las capacidades de uno como
actriz. Curiosamente, en el colegio me “perdieron”
todas las pruebas de aptitud académica y papeles de
evidencia que yo había dado. Obviamente, eso fue para
que yo no pudiera dar el examen en la Escuela de Teatro.
¡Ah, caray! ¿Y esas fueron las monjas del
colegio? ¿Qué hicieron tú y tus padres al
respecto?
Ahí sí, mi mamá me ayudó mucho. Le costó mucho
conseguir copias de esos documentos en el Ministerio de Educación, porque era verano, pero fui a dar
el examen y fue maravilloso. Quedé con el segundo
mejor puntaje si no me equivoco.
Entonces, finalmente sí entraste…
Sí. Se trataba de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. Era la última etapa de la dictadura y la
única Escuela de Teatro que estaba abierta. También
existía la de la Universidad Católica, pero esa abría
cada tres años. El año que me tocó a mí postular pues
me la jugué entera, porque había sólo 20 vacantes y
miles de postulantes.
Y antes, ¿habías tenido alguna formación
ENTREVISTA
histriónica?
Anterior a eso, tomé cuanto taller de teatro podía,
¿no? Cada vez que tenía la oportunidad de un taller
de teatro, lo tomaba. Siempre tenía claro lo que quería
hacer y a lo que quería dedicar mi vida. Y así ha sido.
Muy comprometida con tu carrera. Una carrera
de gran responsabilidad…
Uno como actriz tiene una enorme responsabilidad
social, por supuesto.
¿En cuanto a tus interpretaciones, las temáticas
que abordas con tus personajes o ambas?
En ambas. Muchas veces, las temáticas que uno toma
pueden marcar pautas. Por ejemplo, hace varios años
estuve haciendo una obra que habla sobre la violencia
hacia la mujer. Hemos viajado con esa obra a México,
a Colombia, a Portugal y pronto tendremos una función para la comunidad Europea acá en Chile. Hay un
compromiso social que va un poco más allá, cuando
uno puede ayudar en todas las causas que se puedan:
sociales, de las libertades individuales también.
¿Podríamos decir que, de cierto modo y desde tu
trinchera, eres una activista social?
He sido parte del Sindicato de Actores. También, de la
directiva. De igual forma, del consejo de Chile Actores,
que maneja todos nuestros derechos de comunicación.
Sí hay una responsabilidad social muy grande, que
yo la asumo con mucho amor, y permitir que se use
la imagen de una para poder ayudar.
Cada que me piden que ayude, que anime
eventos para juntar fondos, yo acudo feliz.
Soy parte de un Hospital que hay acá, que se llama
“Roberto Del Río”, que tiene una Fundación que se
llama CO-AR (Corporación de Amigos del hospital
Roberto del Río) El primer año que fui ahí, hace casi
20, estuve para animar un Día Del Niño, para alegrar
a los niños enfermos. Mis compañeros y yo vimos que
las madres y padres, era gente muy pobre que venía
de muy lejos para llevar a sus niños a este hospital.
Algo muy pesado para ellos. Más si consideramos que
Chile es un país muy largo y angosto, con geografía
variada.
¿Qué pasaba con los padres mientras los
pequeños estaban en el hospital?
Los padres dormían en las bancas de las plazas, en
las bancas de los paraderos de buses. Entonces, tomé
un compromiso con ese hospital y he estado siempre
trabajando con ellos ya hace muchos años. Se construyó una casa de acogida maravillosa, con toda la
infraestructura para que tanto los padres como los
niños sean recibidos con cariño, cobijo y alimentación. Igual los niños que vienen más transitorios, que
vienen a quimioterapia u otros tratamientos que no
les requieren internarse. Es un compromiso con las
causas sociales tan intenso como el que tengo con mi
pasión por el teatro, cine y la televisión.
¿Qué te han dejado tus personajes?
Te cuento de la primera telenovela que hice con contrato, cuando todavía no había internet, tampoco había
cable. Entonces todo mundo veía televisión regular y
una pasaba de inmediato de ser desconocida a que todo
mundo te identificara. Salí a la calle al día siguiente
de mi primer capítulo al aire y, nada, bajé del bus y
venían saliendo del colegio. Los chicos me perseguían.
¿Te asustaste?
Más bien, me resultó muy impactante porque la fuerza
de la TV era impresionante y eso iba más allá del
personaje que uno interpretara. Era el impacto de la
Televisión, de la fascinación de la gente que veía en
familia las telenovelas de la tarde, principalmente.
¿Y luego? ¿Cómo lo procesaste? La fama es difícil
de manejar.
Luego, ya con el paso del tiempo, he interpretado
personajes que a la gente le han gustado. Personajes
con los que se han sentido identificados. Mi relación
con el público siempre ha sido muy bonita, con mucho
cariño y respeto. Soy muy agradecida con todo el
cariño que he recibido.
¿Y qué tal las nuevas audiencias? ¿Y tus
seguidores de redes sociales?
Pues, incluso, a veces, he estado en programas de los
que las amigas me dicen que tenga cuidado porque,
mientras lo dan por Twitter y otras redes sociales, la
gente hace mierda a quien se presenta y a mí sólo me
han tirado amor. Entonces, eso es lo que he recibido
en mi carrera. Mucho cariño.
Sé que has trabajado con las principales figuras
de la actuación de tu país.
Como comencé muy chica, trabajé siempre con grandes actores tanto en teatro como en televisión. No
quiero mencionar a alguno por miedo a que se me
quede alguien.
Y en cuanto al cine, yo siento que se me abrió la maravilla. Se trata de una particular forma de actuación: la
naturalidad. Es algo que yo amo. La actuación en cine
cada día me apasiona más. Esa naturalidad, esa cercanía,
eso de expresar con la mirada, con un mínimo gesto, la
respiración, es un amor absoluto que tengo con el cine.
¿Y si hablamos de algún mentor?
Voy a nombrar un mentor extranjero al que no conozco
pero que siempre he seguido, tanto en su carrera en
pantalla como con sus clases de actuación para cine.
Me refiero a Michael Caine. Para mí, es la persona
más clara y certera respecto a cómo se debe actuar
en cine. Es maravilloso.
Y respecto a lo que aprendes de este oficio,
¿lo difundes? ¿lo compartes con las nuevas
generaciones?
Yo les pregunto ¿qué tan grande es el amor y la
pasión que sientes? Si realmente no pueden respirar
sin esto, como en el caso mío. Porque, si me dicen “Sí,
me encanta la actuación, pero también la arquitectura,
y me gusta también la abogacía o, no sé, cualquier
carrera, la medicina…” yo le recomiendo irse mejor
por otras carreras, porque esta es una carrera muy
ruda, inestable; requiere de un trabajo emocional
muy profundo y si no hay una real pasión y un real
compromiso, yo creo que no es la carrera indicada.
Hay que estar completamente seguro, enamorado,
convencido y comprometido. Si no, es mejor elegir
otros caminos más sencillos. Y digo “más sencillos” no
por descalificar esos otros caminos. Creo que todos
son duros y requieren de años de estudio, compromiso
y responsabilidad. Pero quizás son más estables. Este
es más incierto. Y, además, eso de trabajar siempre
con las emociones es muy fuerte.
¿Te ha tocado lidiar con algún tema fuerte
en cuanto al manejo de las emociones en el
escenario?
Tengo el recuerdo de cuando mi madre falleció. Ella
tenía 49 años y yo trabajaba en una telenovela. Es
muy duro transformarse en un personaje cuando tu
madre se está muriendo. Me tocó, también, con mi
padre. Él estaba muriendo y yo hacía una comedia en
teatro. Me acuerdo de que, mientras me maquillaban,
me ponía a llorar y me tenían que volver a maquillar.
Entonces, yo creo que es una profesión que exige a
mil todo; todo en la vida de uno.
Eres una actriz de carácter. Te han tocado
personajes muy fuertes.
Así es. Es muy difícil hablar de un personaje que haya
sido el que más me ha exigido. Me han hablado mucho
para hacer mujeres bipolares, alcohólicas… aunque
yo no tomo nada de trago.
He enfrentado personajes muy exigentes, incluso
cuando he hecho musicales, por ejemplo, que ha implicado tener que bailar, tener que cantar…
Cuéntanos de tu trabajo en “Pelícano”.
La película “Pelícano” fue un gran desafío, con un
personaje que me ha dado tantos reconocimientos
y premios. Cuando me llamó Gustavo Letelier, con
quien ya había tenido otros proyectos, como una
coproducción Húngara-Chilena, planteó que quería
adaptar “El Pelícano” de Strindberg. Me dijo “tengo
un personaje que no tiene nada de ti”, entonces eso
es lo que me encanta, tener la oportunidad de hacer
personajes distintos, diversos, y que no tengan nada
de mí, o sea, gracias. Solamente agradecer. Fue una
grane experiencia.
¿Cuáles son las principales variables
que consideras al darle forma a tus
interpretaciones?
Siempre he sido una persona apasionada, disciplinada
y muy estudiosa. Soy muy observadora. Siento que
estoy todo el tiempo trabajando. Cada vez que estoy
conversando, que voy a algún lugar.
Veo mucho cine, también; veo mucho teatro y averiguo, como cuando interpreté a la mujer bipolar,
hablé con mucha gente que tenía familiares bipolares,
me contaban, y al parecer quedó también eso que
hicimos, fue una película para televisión, que después
me comentó, no me acuerdo si fue el guionista o el
director, que eso se había usado -DVD, debió haber
sido- para mostrarlo en la escuela de psicología para
analizar al personaje bipolar. Eso fue un honor que
me llenó de orgullo y energía.
Yo hago las cosas desde la intuición, desde el interior, la mayor parte del tiempo.
¿Prefieres hacer cine de autor (de arte) o
comercial?
Así como me gusta hacer cine de autor, también me
atrae el cine comercial. Me llamaron tiempo atrás
para hacer una película que se llamaba “Fuerzas
especiales 1”, que fue la más vista en Chile en el
2014, y me divertí mucho haciéndola. Fue ponerme
a jugar. Por algo, en muchos idiomas, como inglés o
el francés, “actuar” (To play) es “Jugar”. Me entrego a
este juego de emociones, de sensaciones, relacionándome desde el fondo del alma con los compañeros,
porque creo que este es un trabajo de equipo en el
que todos nos comunicamos, todos respiramos una
atmósfera común, todos respiramos y ayudamos a
crear el personaje del otro también, con los diálogos,
con las miradas, con las respiraciones.
Cada vez, en cada producción, siento que uno arma
en cada equipo una familia, que a veces es transitoria
y a veces quedan para siempre en la vida. Hay que
entregarse por completo, relacionarse. Esto no se
hace solo. Cando me han preguntado por los premios
y todo esto, yo siempre digo que “esos premios son
del equipo, también”. Uno no hace un personaje solo.
Todo pasa con y desde los demás y eso es precioso.
Deduzco, entonces, que también prefieres
explorar diversos géneros.
Así es. Deduces bien. Amo todos los géneros. Incluso,
hay géneros que a mí no me gusta ir a ver, pero los
hago con mucho amor. Por ejemplo, no me gusta ver
películas de terror, pero he actuado en ellas.
Me gusta tener la oportunidad de poder pasearme
por todos los géneros, probarlo todo. Me gusta presionar todas las teclas posibles. Todos los géneros
los disfruto. Si tuviera que elegir uno, yo me iría por
lo psicológico, porque exige mucho trabajo interno
para los personajes, hasta la última arista, la última
cosa que puede pasarle al personaje por dentro. Pero
después de hacer eso me voy y hago una comedia.
¿Alguno que se te dificulte?
No siento que un género se me dificulte más que
otro. Quizás un poco, en principio, sería el terror
porque como no me gustan las películas de terror,
me enfrento a una cosa desconocida, sin referencia.
Todos son un desafío porque me gustan las
cosas bien hechas. Todos son desafíos porque hay
que hacerlos bien. Cada personaje tiene diferentes
dificultades y entre más dificultades tenga y más
tenga que trabajar y buscarle, mejor. Mientras más
cosas les pasen en su cabeza, en su alma, en su corazón, más lindo de meterse adentro de esa piel, de
ese personaje.
¿Cuál ha sido tu mayor gratificación?
Cuando tengo contacto con la gente y me pongo
a conversar con el público. Agradezco todos los
premios que he recibido. Es emocionante que a
uno le valoren su trabajo, pero las conversaciones,
las charlas con el público luego de las obras, son
tan gratificantes.
Recuerdo un conversatorio en México en el que
alguna mujer del público me decía que cuando yo
hablaba de la violación o del maltrato ella se había
puesto a llorar. Imagínate. Que la gente se sienta
identificado, que sienta empatía, que sienta que no
está sola cuando ve su problemática reflejada en el
escenario…
Yo creo que la mayor gratificación es que deje algo
a las personas. Y me refiero no sólo a lo más profundo
y a los temas sociales, que dejan algo muy grande,
sino también desde la comedia y del humor. Gente
que te diga “Ay, es que he tenido un día terrible, he
pasado una situación terrible, he pasado una etapa
espantosa, pero usted me hizo el día con esta obra,
con esta película, con esta telenovela de humor… me
fui tan feliz, con más ganas, enfrenté las cosas de
otra manera”.
Poder entregarles algo de contención, de humor,
o de risa, o algo que a la gente le sirva, eso es de lejos
la máxima gratificación. O que alguien se te acerque en un pueblo al que uno va de gira de teatro, en
algún pueblo pequeño, y te empiecen a hablar de un
personaje que hiciste hace diez años y se acuerdan
más que uno mismo del personaje, eso también es
lindo. Es lindo cómo uno va estando en la vida de las
personas; es algo muy bonito.
¿Te imaginas haciendo algo más?
No me imagino haciendo nada más. A lo mejor habría
seguido con la danza. Si no hubiera siquiera la posibilidad de dedicarme a la actuación, en un mundo
imaginario, yo me hubiera dedicado a algo social.
Quizá lo que tanto me decían en el colegio: decían
que yo tenía muchas condiciones para las leyes. Ellos
querían mucho que yo estudiara leyes. La orientadora
famosa del colegio de monjas. Quizá hubiera estudiado
algo así, pero para ayudar a la gente a mejorar sus
vidas. Alguna forma de que la vida de las personas
tenga mejor calidad, definitivamente. Me hubiera ido
por ese lado.
¿Qué viene para tu carrera?
Lo que más quiero es seguir haciendo cosas fuera de
Chile. Aumentar las experiencias que he tenido trabajando en Venezuela, en Colombia, México, Portugal. El
próximo año rodaré una película en España. Es algo
que quiero que siga avanzando. Hacer cosas fuera.
Me proyecto viajando, haciendo películas por el
mundo, llevando las obras por el mundo.
Es maravilloso compartir con la gente de otros
países, porque al fin me doy cuenta de que la gente
del teatro y de cine, en todas las partes a las que
he ido, compartimos el mismo amor, la misma
pasión, las mismas ganas. Y por supuesto, hacer
cosas contigo, querido mío, que te quiero y admiro
infinitamente.
Tengo tantas cintas en carpeta que están buscando
los fondos para realizarse, buscando coproducciones.
Hemos hecho teaser para series. Como te decía, tengo
muchas ganas de trabajar contigo también. Yo estoy
segura de que se va a concretar, así que por proyectos
a corto y mediano plazo no me quedo.
Es importante que se vayan concretando, porque
a veces las cosas en este oficio son muy curiosas,
¿No? A veces le hablan a uno de una peli y esa peli se
hace muchos años después, o se demora mucho la
postproducción. A veces es todo muy rápido: “Mira,
tenemos esta idea. Queremos hacer esto. ¿Te sumas?
Sí, me encanta, hagámoslo. Y se hace rápido.”
Muy agradecida por eso también, de estar siempre
tan activa en todas las áreas. Me encanta.