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Por: Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Mario Loría
MARIO LORÍA
Todos los actores y actrices debemos LLEVAR TERAPIA
Seguro que el público televidente recuerda a
Santiago Luna, de “Monarca” (2021), a Jonás
de “Rosario Tijeras 2” (2018), a Heriberto de
“Señora Acero”, a Sergio Aldama de “Para Volver a Amar” y al Padre Agustín, de “Capadocia”
(2008) o ha seguido de cerca a Adrián Peñaloza, de “El Maleficio” (2023) -actualmente
al aire-, entre muchos otros personajes que
comparten el cuerpo y rostro de un mismo
gran actor que los interpreta.
Se trata de Mario Loría, quien, al comenzar este 2024, nos
dedica parte de su tiempo para compartir algo de lo mucho que
habita en su mente y cuerpo emocional; eso que, sin duda, juega
un papel importante tanto al perfilar la interpretación de sus
personajes en la ficción como para dar pasos firmes y avanzar
en la vida real, siempre al pendiente de acciones a favor de sus
colegas en particular y de la sociedad en general.
Mi querido Mario: leí una afirmación que hiciste respecto
a que tu infancia fue algo compleja. ¿A qué te refieres con
eso?
Mira. Te platico: Si solamente tomo en cuenta mi núcleo familiar,
soy el primero de cinco hermanos.
Digo esto porque mi padre tuvo un hijo con otra mujer antes
de casarse con mi madre y, cuando cumplí trece años, ellos se
separaron.
Tiempo después, mi padre formó otra familia y tuvo una hija;
así que, soy el segundo hijo de mi padre y el primero de mi
madre, por lo tanto, soy el primero de cinco hermanos por un
lado, y el segundo de siete por el otro; con toda la complejidad
sistémica que eso conlleva.
Una situación muy particular. ¿No?
Toda una rareza para los civiles, pero todo un lugar común para
los que nos dedicamos a cualquier disciplina artística.
Ya que tocas el tema, ¿qué momento infantil marcó tu orientación vocacional?
Si me preguntas cuáles fueron los momentos de infancia que
determinaron mi orientación vocacional, resulta harto difícil
escoger sólo algunos.
Digamos, entonces, que esa variedad de momentos fue lo
que definió tu actualidad. ¿Qué eres? ¿Quién eres?
Por un lado, me gusta pensar que soy actor, cocinero, escritor
y viajero, en ese orden. Por otro lado, soy pareja, hijo, hermano,
amigo y activista, en ese orden. No estoy seguro de si hago bien
o mal alguna o todas las anteriores, pero sí sé por qué soy lo que
soy y también sé que trabajo duro para hacerlo bien.
¿Por qué eres actor?
Soy actor, porque en la adolescencia descubrí el teatro y “La
Tempestad” de William Shakespeare, de la mano de mi maestra,
Matilde Kalfon (QEPD).
“Me gusta pensar que soy actor, cocinero, escritor y viajero, en ese orden”
¿Y las otras facetas que referiste?
Soy cocinero, porque mi madre cocina como si estuviera tocada
por los dioses y desde pequeño aprendí a cocinar con ella.
Soy escritor, porque, en la adolescencia también, mi maestro y
padre putativo, el escritor Gerardo Rodríguez (QEPD), me acercó
a la literatura de manera profunda e intensa.
Soy viajero, porque, cuando era un niño, con mi padre, por
un lado y mi madre, por el otro, mis hermanos y yo recorrimos
cientos de kilómetros en las carreteras peninsulares del sureste
mexicano y conocimos cada rincón de esas tierras con toda su
riqueza.
Soy pareja porque tengo a mi lado a una gran mujer que
entiende lo que soy y me acepta con todos mis chamucos y no
tuve más remedio que amarla.
Soy hijo, porque amo a mis padres profundamente, porque
yo sé que, sin ser perfectos, hicieron su mejor esfuerzo para
construirnos a mis hermanos y a mí.
Soy hermano, porque amo a mis hermanos de sangre, realmente somos y nos comportamos como un clan, pero también
porque amo a esos hermanos que la vida me dio fuera de mi
familia, esos hermanos que uno escoge.
Soy amigo, porque la vida me ha bendecido con los mejores
amigos que alguien puede tener y que me han enseñado lo que
es la verdadera amistad.
Y soy activista, porque mis circunstancias de vida me han
permitido visualizar y entender, a pesar de mis limitaciones,
aquellas causas a las que apoyo.
Te refieres a tus padres y hermanos con evidente amor.
¿Qué es lo que más recuerdas de tu vida en ese núcleo
familiar?
En muchos aspectos fue una vida privilegiada. Nací en Mérida,
Yucatán, pero crecí en Cancún. Al principio, mis padres tenían
poco menos que lo elemental para subsistir y, a pesar de eso, se
las ingeniaron para que no faltara nada en casa. Mi madre dice
que hubo ocasiones en las que mi padre no comía para que ella
y yo pudiéramos hacerlo.
Vivíamos en una casa pequeña, de interés social, situada en
una colonia con calles sin pavimentar, pero en ese entonces
existía mayor movilidad social en nuestro país y, con el tiempo,
gracias al esfuerzo de mis padres, las cosas fueron mejorando,
a la vez que la familia fue creciendo.
Entonces, fueron tiempos de escasez, pero los enfrentaron
unidos por el amor familiar. ¿Cierto?
Exacto. Qué bien que lo puntualizas, porque no quiero que lo
anterior se mal entienda. En este caso, la escasez no significó
infelicidad o penurias, al contrario, México era otro país, había
mayor seguridad, así que mis hermanos y yo disfrutábamos de
libertad absoluta para existir: podíamos estar solos en la calle
sin preocuparnos por nuestra seguridad y montar en la bicicleta
hasta altas horas, sin ningún peligro, más allá de los madrazos
de rigor por las caídas.
¿Cómo era el ambiente entre Ustedes?
El ambiente familiar tuvo sus altas y bajas. Como hermanos
siempre fuimos muy unidos, pero mis padres tenían sus desavenencias y, finalmente, terminaron por separarse cuando yo
tenía trece años. Después de eso, mi madre, mis hermanos y
yo nos fuimos a vivir a Mérida y ahí la dinámica se transformó
completamente porque, de golpe y porrazo, dejamos de ver a
nuestros amigos y parientes de Cancún para tratar de construir
un círculo completamente nuevo en mi lugar de nacimiento.
¿Recuerdas alguna otra etapa difícil, además del divorcio
de tus padres y el cambio de ciudad?
En algunos aspectos, mi niñez fue complicada debido a diferentes trastornos conductuales. Viví rodeado de terapeutas y, casi
permanentemente, medicado con Ritalin. Eso fue desde los seis
hasta los trece años, por la irresponsabilidad de un psiquiatra
que me trató como un conejillo de indias y que le hizo creer a
mis padres que tres pastillas diarias eran normales para un
niño de mi edad.
Cuando conseguí revelarme y dejar de tomar el medicamento,
atravesé por un año de depresión producto de la desintoxicación;
ya te podrás imaginar lo que eso significa a los 14 años.
¿Qué fue lo que te acercó inicialmente a esos terapeutas?
Podemos sintetizar diciendo que he aprendido a vivir y convivir
con el insomnio crónico e intermitente desde que tengo uso de
razón y también con cuadros de ansiedad como consecuencia de
ciertos eventos desafortunados durante mi infancia. Todo esto
afectó mi capacidad para relacionarme con la gente y provocó un
aumento de peso gradual hasta que llegué a ser un adolescente
obeso de 137 kilos, lo cual, por supuesto, me causó otros varios
problemas de salud y de conducta. Aún ahora, cuando ya he
trabajado y sanado muchos de esos aspectos, existen situaciones
y personas ante y con las cuales me es complicado coexistir e
interactuar.
“Mi niñez fue complicada debido a diferentes trastornos conductuales. Viví rodeado de terapeutas y, casi permanentemente, medicado con Ritalin”
Y fue dentro de ese marco que te encontraste con la
actuación…
Desde pequeño me sentí atraído por los escenarios y participaba
en cualquier cosa que me permitiera subirme a uno, pero, realmente, fue hasta que estudié comunicaciones cuando, gracias a mi
maestra Matilde Kalfon, a quien referí al principio de esta charla,
comencé a hacer teatro en montajes de William Shakespeare.
Ahí comenzó mi amor por el teatro y por la actuación en general.
¿Cómo fue que se dio esto?
Bueno, a nivel amateur llegué de rebote porque tuve que suplir
a un actor que se rajó una semana antes del estreno de una
pastorela clásica. Me ofrecí sin pensar en las consecuencias y
me aventé el torito de aprenderme a satanás, en verso y en castellano antiguo. Fue estresante pero muy satisfactorio, sobre
todo estresante. Tenía diecisiete años.
¿Cuáles son los montajes que más recuerdas? Los que más
huella dejaron en ti.
Le tengo especial cariño a “La Tempestad” de William Shakespeare, “El Enemigo del Pueblo” de Henrik Ibsen y a la trilogía de
Víctor Hugo Rascón Banda, “Armas Blancas “, porque fueron tres
obras de teatro que marcaron mi transición de la adolescencia
a la adultez y definieron mi vocación actoral.
¿Y tu debut a nivel profesional?
Fue de la mano del maestro Héctor Mendoza (QEPD) con la obra
“Tiernas Puñaladas”, escrita y dirigida por él mismo. Era una
versión revisada de una obra que se llamaba “Los Asesinos Ciegos”, también de su autoría. Ese montaje se presentó en el teatro
“Santa Catarina” de la UNAM y formó parte la cartelera oficial
de la misma Universidad. Fue sumamente importante para mí
porque considero que fue el mejor debut profesional posible.
¿Te presentaste a prueba de selección, te llamaron o cómo
llegaste ahí?
Héctor Mendoza era mi maestro. Cuando terminó el día de
evaluaciones me llamó para ofrecerme el papel y recuerdo que
brinqué de la felicidad porque sólo unos minutos antes estuvieron
a punto de expulsarme de la escuela debido a que apenas cubrí
los estándares mínimos para permanecer ahí, así que no podía
creerlo. Terminé haciendo el protagónico de la obra y siendo el
único actor del elenco que no era egresado de la UNAM o del ENAT.
Mario Loría en la obra teatral “Los Camellos”. |
Debutar de la mano del Maestro Mendoza. Todo un
privilegio.
Sin duda. cY es que el maestro Héctor Mendoza es uno de los
mayores referentes del arte dramático en nuestro país, formador
de grandes actrices, actores y figuras de la dirección, por lo tanto,
debutar profesionalmente bajo su dirección era lo que cualquier
actor hubiera querido y yo tuve la oportunidad de hacerlo, así
que me considero un privilegiado; sobre todo porque cuando
lo hice aún era estudiante y me faltaba un año para terminar
mis estudios.
¿Cuál ha sido el principal reto que te ha presentado esta
carrera?
Toda mi carrera lo ha sido, en realidad; desde que comencé mi
formación académica. Nunca me he visto como un actor con
talento natural, mi trabajo siempre ha estado basado en la disciplina, el trabajo duro y el estudio. Cuando era estudiante me
costaba estar a la altura de los que yo consideraba los mejores
de mi generación y siempre estuve a punto de ser expulsado
por estar en el límite de lo que, a juicio de los maestros, eran
los requerimientos mínimos para pasar al siguiente nivel. Afortunadamente, siempre hubo un maestro o maestra que apostó
por mí y defendió mi permanencia en la escuela y es gracias a
ellos que estoy aquí, en esta carrera, actualmente.
¿Y la mayor satisfacción?
Soy afortunado porque he tenido la oportunidad de estar en
montajes teatrales memorables, series y telenovelas que han
quedado en la memoria del público y he podido trabajar con
gente que admiro profundamente, como Delia Casanova, Diana
Bracho, Fernando Luján y tantos más.
¿Qué exigencias te representa tu responsabilidad como
actor?
La actualización y el estudio constantes, el cuidado de mi cuerpo
para que siga siendo un instrumento capaz, la búsqueda constante
de información y guías culturales y la responsabilidad de tratar
de ser un buen referente para las personas que me siguen, es
decir, ser coherente y congruente con mis principios delante y
fuera de las cámaras, las redes sociales y los escenarios y cuidar
mi imagen como figura pública; trato de ser un buen ejemplo
en la medida de lo posible y de mis limitaciones.
“He tenido la oportunidad de estar en montajes teatrales memorables, series y telenovelas que han quedado en la memoria del público”
¿Prefieres el cine, la TV-streaming o el teatro?
Sé que es un lugar común lo que voy a decir, pero, me gustan
las tres cosas por motivos distintos. Lo que amo por encima de
todo es actuar, no importa en dónde lo haga, para mí es un modo
de vida, no una profesión, y me siento incompleto si no lo hago.
¿Cómo ha cambiado el estado de las cosas para los
actores en estos tiempos de redes sociales y plataformas?
Ha cambiado, definitivamente, y las tenemos como arma de
doble filo. Por una parte, las redes sociales y las plataformas han
flexibilizado el acceso del público a la obra de cualquier artista,
no sólo de los actores; ha permitido que artistas de muchas
disciplinas que, por angas o mangas, no tenían la oportunidad
de mostrar su trabajo a las grandes audiencias o a los productores, puedan hacerlo fácilmente y eso es muy valioso, de alguna
manera democratizó la difusión del talento.
¿Pero…?
Pero, por otro lado, proliferó la creación de contenidos superficiales, sin ningún valor, que han deformado el gusto del público
más joven, privilegiando la fama instantánea, por eso podemos
ver, por ejemplo, que ahora hay influencers con millones de
seguidores, que no tienen ninguna formación actoral, que forman
parte de los elencos de las series o películas.
Hay alteración en las prioridades…
Exacto. Es que eso hace que la calidad interpretativa pase a segundo plano entre las prioridades de algunas plataformas
o casas productoras que prefieren una figura con millones de
seguidores a un/a actor o actriz con las herramientas necesarias
para contar las historias de mejor manera.
¿Crees en la inspiración?
Creo que hay unas cuantas personas privilegiadas que están
tocadas por las musas, que hacen cosas maravillosas y fuera de
serie, pero no puedo decir que yo sea parte de esa elite de genios,
nunca he experimentado un estado tal como ese. En mi caso, lo
mucho o poco que puedo hacer por interpretar decorosamente
a un personaje o por escribir un relato medianamente decente,
es producto del trabajo y la disciplina.
¿Qué te motiva a seguir en la carrera artística?
La idea de que en algún momento tendré la oportunidad
de encarnar a un personaje que me exija a fondo y me dé la
oportunidad de alcanzar un nuevo techo en mis capacidades
interpretativas. La carrera me ha presentado la ocasión de
probarme a fondo en ciertos personajes y eso me llena de vida
y entusiasmo.
¿En qué otras áreas del arte te has desempeñado?
A nivel profesional en ninguna, pero tomo muy enserio la escritura. Actualmente estoy escribiendo cuentos para poder hacer
un libro y competir en alguna convocatoria.
Me gusta mucho la dirección de actores, así que espero pronto
tener la oportunidad de dirigir teatro y cine. También me gusta
mucho la fotografía, pero soy consciente de mis limitaciones
en ese rubro.
Con Fernando Luján actuando en teatro. |
¿Cuáles son los temas que prefieres abordar en tus
proyectos?
Cuando son proyectos personales trato de explorar el mundo
emocional y psicológico. La mayoría de mis escritos son sobre
personajes que reflexionan o exploran su mundo afectivo.
Cuando se trata de proyectos escénicos o fílmicos le doy prioridad a las historias bien contadas y con personajes complejos,
independientemente del tema que toquen. Esa es la razón por
la que he hecho poco teatro, en comparación a otros actores.
Amo tanto al teatro, que sólo lo hago cuando la dramaturgia es
poderosa desde mis estándares.
“En mis proyectos trato de explorar el mundo emocional y psicológico”.
¿Y qué me dices de las técnicas que sigues para diseñar y
dar vida a tus personajes?
Lo que siempre le digo a mis alumnos es que un actor nunca
debe de casarse con una sola técnica o una forma de trabajar
o de construir los personajes o la ficción. Creo que los actores
debemos siempre de explorar diferentes formas y corrientes
creativas para poder tomar los elementos que más nos acomoden para hacer nuestro trabajo lo mejor posible, pero, lo que es
siempre un punto de partida insustituible para mí, es el análisis
minucioso del personaje en turno y su relación con los demás
personajes y con la historia que se quiere contar.
Solamente en el entendimiento integral y profundo de la
historia y del personaje se puede encontrar una base sólida
para contar una historia con verdad y construir un personaje
de adentro hacia afuera.
¿Qué uso personal le das a tu capacidad artística? Es decir… ¿Te sirve de catarsis, de catalizador? ¿O desligas el
cuerpo emocional al carácter de tus personajes?
Pues, en realidad, el uso se lo di en mi etapa de formación y
nunca fue de forma consciente. La exploración de los mundos
emotivo y psicológico necesaria para formar a un actor es tan
profunda y extensa, que uno termina conociendo muy bien las
luces y obscuridades propias, los chamucos, como me gusta
llamarles; por lo tanto, en el camino me fui deconstruyendo y
reconstruyendo.
Puedo decir, de hecho, que soy un ser humano distinto al
que era antes de estudiar la carrera actoral. Actualmente no
uso mi profesión como un instrumento terapéutico. Prefiero, en
cambio, tener una terapeuta de cabecera. Creo que todo actor
y toda actriz debe de tener la terapia psicológica como parte de
su canasta básica.
¿Qué opinas de las nuevas generaciones de cineastas,
teatristas y figuras televisivas en nuestro país?
Creo que hay elementos muy valiosos. Creo que en todas las
generaciones hay gente extremadamente talentosa y otra que
no lo es tanto. No pienso que eso cambie de una generación a
otra, pero, lo que sí es diferente, es que las nuevas generaciones
tienden a ser más autogestoras y compenetradas con el uso de los instrumentos que les brindan las redes sociales, y eso, en el
mundo que nos toca vivir, es un gran plus.
¿Cuál es tu opinión de la industria del entretenimiento en
México?
Creo que atraviesa por una paradoja muy particular. Por un
lado, se produce contenido en cantidades en las que nunca se
había producido y hay una gran diversidad. Pero, por otro lado,
se desperdician muchas oportunidades de hacer grandes cosas.
En México hay muchos recursos económicos, humanos y de
infraestructura, gente con mucho talento que está desperdiciada
y subutilizada, si se me permite la expresión.
¿A qué crees que se deba esa paradoja?
Todo eso se debe a la autocomplacencia, el nepotismo, la falta
de capacidad de riesgo; el amiguismo, la falta de autocrítica,
la falta de atención a los detalles, la segregación en múltiples
manifestaciones y la confusión de prioridades. Cuando estos
vicios desaparezcan de la industria, vamos a alcanzar nuestro
verdadero potencial, porque talento y recursos hay y muchos.
¿Cuáles son los principales retos, baches u obstáculos
a los que se enfrentan quienes quieren incursionar en
esta industria? ¿Hay alguno que sientas característico en
nuestro país?
La segregación, el nepotismo y el amiguismo. Es muy difícil tener
un sitio en esta industria si no se tiene un apellido “importante”,
si no se es pariente de alguien “importante” o “poderoso” o si no
se pertenece a algún clan o “club” de amigos o no se cumplen
los cánones de belleza o raciales que la industria exige.
No es imposible, pero es el doble o triple de difícil para los
“outsiders”, así que es complicado llegar a un lugar en el que
uno pueda escoger lo que quiere hacer porque esos proyectos
o papeles están siempre en manos de las mismas personas, lo
que termina orillando a los actores a hacer lo que pueden para
poder seguir en el juego.
Mario Loría en la telenovela “El Maleficio” (2023). |
¿Y el público? ¿Qué papel juega la exigencia de las
audiencias en el nivel de calidad de los productos
audiovisuales que se le ofrecen?
Esa es una pregunta difícil de contestar. Yo pienso que el público
se ha vuelto más exigente con la calidad de los contenidos. Lo
noto en la demanda que tienen series brillantes como “Breaking
Bad”, “Stranger Things” o “Dark”, pero, por otra parte, quienes
deciden los contenidos de las plataformas y las casas productoras,
argumentan que los contenidos con más calidad no se venden
y, por lo tanto, con honrosas excepciones, se siguen haciendo
contenidos que no compiten en calidad con los de otros países,
aún y cuando tenemos todo para hacerlo mucho mejor.
“Me encanta soñar con grandes cosas y pensar que, mientras esté vivo y sano, todas ellas pueden ser posibles”
¿Cuál es tu máximo sueño profesional?
Realmente me pones a soñar con esa pregunta y te lo agradezco
enormemente, porque me encanta soñar con grandes cosas y
pensar que, mientras esté vivo y sano, todas ellas pueden ser
posibles.
Sueño con trabajar con los más grandes directores del mundo
y hacer los personajes más interesantes y poderosos que se puedan escribir. Realmente pienso que, a mis 46, aún tengo muchas
posibilidades y probabilidades de lograr eso.
Sueño con trabajar con Tarantino, Polanski, Nolan, Cronenberg, Lanthimos, Del Toro, etc.
Sueño con compartir el set y la ficción con Brad Pitt, Meryl
Streep, Javier Bardem, etc.
Siempre sueño con lo más grande, y trabajo cada día para
lograrlo.
¿Y si hablamos de un sueño personal?
Viajar a todos esos lugares que aún no he tenido la oportunidad
de conocer. Me encantaría caminar entre la gente de esos sitios
y sentir, ver, escuchar, probar, oler todo lo que la gente de esos
lugares siente, ve, escucha, saborea y huele.
Actualmente se te ve en pantalla en la nueva versión de “El
Maleficio”. ¿Qué te ha dejado, a nivel experiencia y satisfacciones, tu participación en este tratamiento actualizado del clásico
televisivo?
Me siento feliz de poder hacer algo que es histórico dentro del
género de las telenovelas. “El Maleficio” marcó un parteaguas en
la televisión latinoamericana de la década de los 80. Es un privilegio tener la oportunidad de alcanzar un hito tan importante
en este género. Espero que podamos lograr un impacto similar
al que logró el clásico de 1983. Además, es un verdadero placer
trabajar con un equipo de producción tan talentoso y eficiente.
“El Güero” Castro y su equipo realmente saben hacer bien las
cosas. Soy muy afortunado.
También acabas de estrenar en Netflix la serie de “Cindy La
Regia”.
Así es. Se trata de una serie basada en la historia original del
escritor y humorista gráfico Ricardo Cucamonga. En esta producción interpreto a Chuy, el papá de la protagonista, que es
un personaje maravilloso y muy divertido. Para mí es un gusto
poder interpretarlo porque estoy totalmente fuera de mi zona
de confort.
Mario Loría en la obra Teatral “Todos eran mis Hijos”. |
Tu primera vez en comedia, según entiendo.
Cierto. Es la primera vez que hago un personaje de comedia que, además, es regiomontano (yo soy yucateco) De hecho, casi
todos los actores son regios, por lo tanto, fui muy cuidadoso
con la creación de personaje porque sabía que tendría sobre
mí las miradas de esos actores. Además, tuve que construir un
personaje completamente opuesto a lo que yo soy en todos los
aspectos y trabajar en un tono y en un género en los que nunca
había trabajado en toda mi carrera y, la verdad, me encanta.
¿Qué sugieres a quienes quieran incursionar en la
actuación?
Que busquen una formación académica sólida, que lean todos
los libros que puedan, vean todo el teatro, el cine y la tele que
puedan; que escuchen toda la música que puedan, viajen, acumulen experiencias de vida, que se atrevan a vivir, porque todo
eso es lo que les va a dar herramientas, autoconocimiento y
cultura, que son los ingredientes que alimentan la creatividad.
También recomiendo que sean mayores de edad. Siempre he
creído que este no es un medio para menores de edad. Es un medio
maravilloso y con gente muy chingona, pero también puede ser muy
rudo y puede uno encontrarse con personas muy mal intencionadas.
Por último, que se acuerden que esta profesión es un juego
permanente. Diviértanse, diviértanse mucho, y si en algún
momento dejan de disfrutarlo, es la señal para retirase y dedicarse a otra cosa.
¿Algo que quieras agregar para nuestros lectores?
Quiero agradecer profundamente que se tomen el tiempo de
leer esta entrevista. El tiempo de la gente es muy valioso y agradezco esa generosidad. También agradezco el interés que puedan
mostrar en mi trabajo. Yo trataré de corresponderles haciendo
mi trabajo lo mejor que pueda.
Muchas, muchas gracias a ti, Edui, y a los lectores.
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