Por: Edui Tijerina Chapa
Fotografía de portada: Alberto Galicia
Galicia
Fotografía: Cortesía Christel
Klitbo
Stylist: Andrés Martínez
Martínez
Maquillaje: Mar Lenox
CHRISTEL KLITBO
Sí, soy una resentida
Muchos de Ustedes recordarán
a la pequeña Valentina Ferrer,
la más inteligente y alegre del
grupo de alumnos de la Maestra
Ximena, en la telenovela mexicana “Carrusel”.
Ahora, 34 años después, el
talento y dedicación de la pequeña actriz que dio vida a ese personaje, han crecido, se han desarrollado y, claro, moldeado una
carrera sólida que sigue dando frutos. Se trata de Christel Klitbo,
con quien tuve la oportunidad de compartir mesa de discusión
en el “Festival de Cine Latinoamericano” (FDCLA) en Dallas,
Texas, luego de la cual sostuve una amena conversación que
con gusto comparto con todos Ustedes.
Cuéntanos, Christel… ¿Cómo y en qué momento
descubriste tu gusto por la actuación?
Ni me acuerdo. Fue muy pequeña. Desde siempre me gustó
actuar y dirigir. El cliché de la niña que hace que sus amigas
trabajen para ella.
¿Tuviste el apoyo de tu familia para seguir este camino? ¿O
se te presentó algún obstáculo?
Tuve apoyo, aunque mi tía, que también es actriz, me advirtió
sobre la importancia de ser blanca en la carrera. Literal, me dijo
que con mi perfil siempre iba a salir de trabajadora del hogar.
Spoiler: tuvo razón.
Sin duda, ese es un tema fuerte y quiero que entremos en él
un poco más adelante. ¿Te parece?
Sí. Me parece.
¿Prefieres actuar en teatro, cine o TV?
Me gusta todo, aunque si no hago teatro un rato, lo extraño
mucho más que todo lo demás.
Cuáles son las principales variables que consideras al
prepararte para dar vida a un personaje? ¿Crees que existe
la inspiración o es un tema de talento y disciplina?
Creo que es personal. Hay gente muy talentosa que prepara
un personaje súper complejo con pura intuición y que pueden
jugar y ni siquiera preocuparse y hay gente que necesita ser
muy disciplinada.
¿Tú, cómo lo haces?
Yo me valgo de una técnica u otra, dependiendo de cada personaje.
Algunos me requieren mucho y otros intuitivamente sé para
dónde van. La técnica sirve mucho, pero al final una va viendo
qué pide cada personaje. De pronto echas mano de una cosa,
de pronto de otra. A veces la técnica encajona, otras, te salva.
¿Cuál es tu género preferido, el consentido?
Ninguno, o todos.
¿Y el género que más se te dificulta?
Ninguno. Antes me daba terror la comedia. Luego me di cuenta
de que con un buen texto es mucho más fácil y le perdí miedo
al ridículo. Ahora me siento muy cómoda también en comedia.
De tus proyectos televisivos y cinematográficos, ¿hay
alguno del que te arrepientas?
No. Creo que por algo te tocan distintos personajes. E s un poco
como la vida, todos vienen a enseñarte algo.
¿Y el que te hace sentir más orgullosa?
Hice un monólogo de Hugo Salcedo en el que me dirigió mi tía.
Lo tengo en mi corazón. Ese proyecto, definitivamente.
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Christel Kiltbo a los 6 años como parte del elenco de la telenovela Carrusel. |
¿Cuál ha sido tu mayor reto? Es decir, el personaje que
más te ha exigido o el proyecto que más presión te ha
representado.
Hice una obra sobre la violencia en México. Tenía un monólogo
de una mujer asesinada que fue muy demandante. Tuvimos un
par de temporadas con funciones cuatro días a la semana que
me drenaban por completo. Ese, sin duda.
¿El personaje te encuentra a ti o tú encuentras al
personaje?
Te encuentra.
¿Qué perfiles de personaje son los que más disfrutas, los
que más te exigen, los que más te retan y ayudan a crecer?
Los que son muy diferentes de mí. Ya sé que todos respondemos
eso, pero son los que verdaderamente te sacan de tu zona de
confort y te obligan a trabajar.
De no ser actriz, ¿qué serías? ¿O en qué otras áreas te
desempeñas?
Escribo, a veces hago producción también.
No falta quien dice que entre actores y actrices
predominan las envidias y traiciones…
No me ha tocado eso. Creo que el medio ha cambiado mucho,
tanto como nosotros. Las mujeres intentamos ya no competir,
los hombres se están tratando de deconstruir y eso se refleja
en el medio también.
¿Qué escribes? ¿No diriges?
Escribo y me urge dirigir. Debería primero intentar en teatro,
pero no me llama la atención, así que seré soberbia y seguramente
dirigiré como primer proyecto un cortometraje. Que Dios me
agarre confesada.
Cuéntame de tu temporada en España. ¿Qué hiciste
durante tu estancia allá y qué tanto ha significado en tu
carrera?
Me gustaría que mi estancia hubiera sido más productiva como
actriz, pero la realidad es que había una crisis tremenda y se hacía
poco de todo, como en todos lados. Trabajaban los diez mismos
de siempre. Logré asistir dirección, ser parte de un colectivo
de teatro y producir una obra que hasta el año pasado tuvo una
función. La razón por la que volví de España fue, precisamente,
la falta de trabajo como actriz y lo complejo que me resultó
poder generar proyectos. Aquí también lo es, pero es mi tierra.
“Las mujeres intentamos ya
no competir, los
hombres se
están tratando de
deconstruir
y eso se refleja en el
medio también”
También has estado en producciones como “Señorita
Pólvora” y “Fear the Walking Dead”. ¿Qué tanto marcaron tu
experiencia como actriz?
Cada serie que haces te enseña algo nuevo. “Fear the Walking
Dead”, aunque fue un personaje mini, me permitió ver la diferencia abismal entre la industria mexicana y la gringa y el camino
tan largo que nos queda.
Si te llega un guión o libreto para estudio… ¿Cuáles son
los pasos que sigues para asimilar tu personaje y darle
forma/vida en tu desempeño sobre el escenario o ante la
cámara?
Lo leo un montón de veces.
Antes me servía ver lo que se dice del personaje y escribirlo,
ahora ya puedo hacerlo sin tener que pasarlo a papel. El tiempo y
la práctica te ayudan a poder analizar sin tener que hacer tanto.
Nadie se salva de leer el texto varias veces, eso sí.
Siempre trato de ver los puntos de encuentro que tengo con el
personaje, eso que me despierta empatía, me alejo lo más posible
de lo que pueda generarme un juicio de valor, jamás sirve juzgar
a tu personaje. Y luego viene el desglose de cada escena, que es
mucho más divertido si se hace con los otros actores. Para tele
no tienes esa posibilidad y aparte no se graba de manera lineal,
ahí mi tía me enseñó a acomodar todas mis escenas para saber
siempre de dónde vengo y a estudiar todo sólo leyendo. A veces
se graban tantas escenas en un día que ni siquiera sirve intentar
aprendérselas. Las leo varias veces y confío en mi memoria.
Aquí has referido a tu tía en un par de ocasiones. Dime, ¿Te
ha representado algún problema el que te ubiquen como
“la sobrina de”? ¿Cómo manejas eso?
Soy orgullosamente sobrina de Cynthia. La admiro profundamente y valoro cada oportunidad que he tenido de trabajar con ella. Ser sobrina de Cynthia no me ha abierto ninguna puerta.
Para empezar, no nos parecemos. La gente espera que cuando
mi tía habla de su sobrina, yo sea su clon y nada que ver.
Tampoco somos una dinastía como tantos actores que son
el hijo de, pero además son el nieto de, el sobrino de, familias
en las que todos están en el medio. Me genera cero conflictos.
Soy sobrina de Cynthia, como soy hija de mi padre.
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Christel Klitbo en una versión con IA. |
Hablemos de tu formación académica…
Estudié un año en Los Ángeles y luego hice un año de un diplomado
de Teatro del Cuerpo en dónde conocí a un actor que estaba estudiando en CasAzul y me la recomendó. Fue lo mejor que pude haber
hecho. Mi paso por esa escuela fue grato, amoroso y enriquecedor.
¿Quiénes han sido tus principales mentores?
Tuve mucha suerte de tener maestros increíbles como Ximena
Escalante, Aída López, Elena Guiochíns.
Hace un año tomé un curso con una mujer espectacular, Anya
Saffir, que me devolvió la fe en la carrera. Obviamente mi tía,
Cynthia Klitbo, ha sido mi mentora también.
He tomado un montón de talleres para seguirme formando.
Los actores nunca terminamos de aprender, especialmente si
no se tiene oportunidad de un trabajo constante. O te sigues
entrenando, o te quedas atrás.
Definitivamente. Y es que, como actriz, tienes una gran responsabilidad social, desde el momento que interpretas personajes
de impacto masivo con los que el público se puede identificar
y/o proyectar. ¿Cómo te sientes al respecto?
Siento que ese es el ideal de cualquier actor, pero no creo que
haya una consciencia real sobre esta responsabilidad que mencionas. Me da la impresión de que muchos compañer@s ni siquiera
se han dado cuenta de que la mayoría no nos vemos representados
o te ves representado casi siempre de manera negativa.
“Los actores
nunca terminamos
de aprender, especialmente
si no se tiene oportunidad de
un trabajo
constante”
¿A qué te refieres?
Hay una invisibilidad brutal.
Aquí es donde entramos al tema que dejamos para este
punto.
Así es. Hay poquísimos personajes con neurodivergencias, discapacidad, personas trans, cuerpos no hegemónicos, bueno ni
morenos, para el caso. Todos en los medios se ven más o menos
igual y la gran mayoría de personajes son whitexicans con problemas banales, o gente en la miseria con historias tortuosas,
otro tipo de narrativas casi no se cuentan.
¿Qué tanto te marcó, para bien o para mal, el personaje
que interpretaste en la telenovela “Carrusel”, producida
por Valentín Pimstein para Televisa en 1989?
Es muy complejo. Amo haber sido Valeria directamente proporcional
al rechazo que siento cuando alguien me sigue llamando Valeria.
¿Por qué el rechazo?
Porque entonces me hicieron ver y sentir que el color de mi
piel no era bello. Me tocaba ser la lista, la simpática, la bromista, porque el lugar de la bonita ya estaba ocupado por una
rubia, de ojos claros y cabellos dorados. A ella era a la que
todo el tiempo chuleaban, la que tenía ese lugar por haber
nacido así, güerita.
¿Hay resentimiento?
¿Cómo no voy a ser una resentida? Si mientras iba creciendo me
repitieron mil veces que ojalá hubiera sacado el ojo claro como mi papá, que por qué no me parecía a mis tías blancas, que ojalá
me pusiera más blanquita con el tiempo y se me quitara lo prieta.
Eran otros tiempos…
Sí. Eran otros tiempos. Además, la gente veía como normal la
violencia entre los niños. Era normal trabajar 12 horas diarias y
no ir a la escuela. Era normal que los niños dijeran cosas terribles como tantos diálogos que se dicen en la novela. Ahora veo
los clips de Carrusel y me da algo. ¿Cómo nadie se daba cuenta?
Como dije, eran otros tiempos.
A propósito… ¿Cómo era tu infancia, tu ambiente familiar?
Mi infancia fue poco común porque a los cinco años ya estaba
actuando profesionalmente.
A los seis me quedé en una telenovela que fue un éxito y definieron los siguientes años de mi vida. Muchas cosas me marcaron,
desde el bullying que recibía por parte de las otras niñas, hasta
la interminable comparación que hacía mucha gente entre otra
de las actrices y yo.
¿Comparación?
Ella era la rubia, que salía de millonaria, la bonita inalcanzable.
Yo, la pobre, pero lista.
Dentro y fuera de la historia siempre hubo comparaciones.
Hasta la fecha hay gente que me pregunta que cómo es posible
que nuestra carrera sea tan diametralmente distinta. En su
momento fue muy duro, ahora tomo las cosas de quien vienen,
no tengo que demostrar nada, yo sé el tipo de actriz que soy.
Pasemos a tu tarea de informar, de llamar a la toma de conciencia y buscar que quienes se dedican al terreno de la actuación,
en particular, y todos nosotros, en general, podamos vivir libres
de actos discriminatorios…
Yo me he centrado en el racismo. Tristemente en México se
discrimina casi parejo, el tema con racismo es que es un sistema.
Que te cobren más en el mercado por ser blanca es, sin duda,
discriminación y está mal, pero te vas a ir y seguirás teniendo
todos los privilegios que te da el color que tienes.
Aquí no sólo se trata de los muchos términos discriminatorios
que se usan para referirse a la piel más oscura, sino de todo un
sistema que favorece a unos, mientras oprime a otros. Así, entre
más oscuro sea tu color, menos derechos y oportunidades vas a
tener. Esto no lo digo yo, hay muchísimos estudios sobre el tema.
“¿Cómo no
voy a ser
una resentida? Si
mientras
iba creciendo me
repitieron
mil veces
que ojalá
hubiera sacado el ojo
claro como
mi papá,
que por qué
no me parecía a mis
tías blancas”
Hay muchos motores de discriminación: por raza, por
género, preferencia sexual, religión, situación económica,
nacionalidad, en fin. ¿Cuál o cuáles son las que más nos
afectan a los mexicanos?
El racismo para mí es el principal, porque afecta a la mayoría
de la población. Está, además, ligado a la situación económica
y a la movilidad social. Todo se tiene que atacar, pero mientras
siga habiendo racismo, seguiremos en un mal lugar.
Cuéntame de tu labor contra el racismo en la industria del
entretenimiento.
Llevo varios años metida en distintos colectivos. Cuando salí
de la carrera me topé con que mi perfil era una limitante. No
sabía, al inicio, definir por qué exactamente, sólo que no me
veía como las que hacen cine de autor y menos como la mayoría
de las actrices que veía en teatro, cine mainstream y televisión,
que eran y siguen siendo en su mayoría blancas.
No percibía el racismo en esto, sólo era claro que todos los
castings a los que me invitaban eran siempre personas de servicio, personajes que sólo servían como utilería de las escenas
o mujeres con destinos espantosos.
Hace un par de años, hablando con un ex compañero de
CasAzul al que le sucede lo mismo, me invitó a formar parte
de un colectivo antirracista enfocado en medios de comunicación. Ahí entendí todo lo que está mal en nuestros medios, lo
tremendo que es la falta de representación positiva de pieles
morenas, lo grave del racismo, desde dónde se genera, de cómo
todos hemos sido racistas y por qué es urgente que se ponga
sobre la mesa en el debate público.
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Christel Klitbo en Música de Balas. |
¿En qué grupos activistas has participado?
Formé parte de varios colectivos en la comunidad artística. Fui
parte de “¿Qué hacemos?”, un colectivo que intentaba contrarrestar
el peso del anterior gobierno informando y luego estuve en un colectivo de padres de desaparecidos. Después estuve en “Poder Prieto”.
¿Y qué se ha logrado?
Después de dos años de trabajo, lo que descubrí es que no hay
voluntad. Nadie en el poder quiere un cambio y el groso de la
población no ve el racismo como un problema, es más, muchos
ni siquiera aceptan que hay racismo en México. No hay cómo
combatirlo así.
¿Qué responsabilidad tienen los medios?
Aunque el guionista, el director de casting o de escena quieran
un cambio, si la gente que tiene el dinero no quiere, no hay forma.
Yo creo que debemos apelar por cuotas, por lo menos hasta que
la cosa se equilibre un poco.
Entonces, todos somos responsables…
Todos somos responsables y en este momento, si no eres antirracista, si no eres feminista, si no eres pro LGBTQ+, eres parte
del problema, así de simple.
¿Qué determina que de un juego se pase al chiste y de éste
al bullying? Ese paso, que va normalizando conductas,
termina por verse como algo “natural”. ¿No?
Tanto el bullying como las bromas machistas o los comentarios clasistas y racistas, no son más que un síntoma de algo de
fondo mucho más complejo y preocupante. Detrás de todo eso
hay una violencia sistémica que termina casi siempre teniendo
consecuencias tremendas.
Basta ver el número de feminicidios en el país o datos como que el 94% de pobres son morenos, o los crímenes de odio contra la
comunidad LGBTQ+ para darse cuenta de lo que sucede cuando
una sociedad normaliza cualquier tipo de violencia.
Lo que creo que es importante es entender en dónde se está
rompiendo el tejido social para poder sanarlo. No es sólo señalar que eso está mal, sino ponerse en los zapatos del otro. Nos
urge empatía.
“Tristemente en
México se
discrimina
casi parejo,
el tema con
racismo es
que es un
sistema”
Como sociedad, ¿Qué tenemos que hacer respecto a este
tema?
Una buena manera de empezar es hacer una lista de nuestros
privilegios, de hecho, hasta hay un quiz en internet.
¿Está mal tener privilegios?
El privilegio no está mal, pero es importante saber en qué lugar
de la escala estamos. Luego, vale la pena analizar cuando hemos
sido racistas, clasistas, machistas, etc. Todos hemos cometido
estos actos, no es poner el dedo sino dar un paso atrás.
También vale la pena hacer el ejercicio contrario, analizar si
hemos sufrido racismo o si hemos sido víctimas de discriminación. Ceder espacios, me parece urgente. Señalar cuando
sucede, no desde la autoridad moral, sino desde la empatía, pero
si no se señala, hacemos como si no existiera y así ni siquiera
hay la posibilidad de nada.
Pero hacer ese doble ejercicio implicaría confrontar… y no
todo mundo está dispuesto a eso.
Hay que ser la persona incómoda y orillar a eso. Nuestra cultura
huye de la confrontación todo el tiempo, todo es buena ondita,
no se hablan directamente los temas incómodos, la gente les
da la vuelta.
Y tiene que ser al revés.
¡Claro! Estas cosas se hablan de frente, de manera clara, sin
rodeos. Y yo siempre hablo del colectivo. La lucha es en colectivo, no hay otra manera. Somos 85% de la población, ¿de verdad
tenemos que aguantar que nos sigan tratando como segunda
clase en pleno siglo XXI? ¡Por supuesto que no!
En este sentido, ¿cómo percibes a las nuevas
generaciones?
Me encanta ver a las nuevas generaciones abrazando sus raíces,
orgullosos de su piel prieta, de sus lenguas, a los mestizos morenos
hablando sobre esa división que nosotros no generamos, pero
que ahora estamos señalando porque ya estuvo.
Ya es hora de que las cosas sean más equitativas. Ya sabemos
que no hay razas superiores, no hay un color mejor que otro,
no hay un solo tipo de belleza, ni una sola manera de ser. En la
diversidad está lo interesante. Quien no se abre a eso, se está
perdiendo de muchas cosas.
¿Qué son “la prietitud” y “la blanquitud”?
El término prieto ha sido, hasta ahora, un término despectivo.
Ahora lo abrazamos y lo resignificamos, quitándole lo peyorativo
para dar paso al gozo, al orgullo y al respeto.
Por otro lado, y esto es súper importante, la lucha antirracista, como todas las demás luchas, no es contra alguien
específicamente, sino contra el sistema. De ahí que no podamos señalar a la gente blanca como responsable única del
racismo, porque el racismo en México se da por asimilación,
es decir, no hubo segregación total de blancos y pueblos originarios - más que en ciudades específicas, como fue el caso
de Mérida-, sino que la gente buscaba blanquearse, de ahí el
término blanquitud.
Los pueblos originarios intentaban que sus hijos sólo hablaran
español y hasta se consideraba que al casarse con un europeo se
estaba mejorando la raza. Un ejemplo actual sería todos estos
mexicanos que ocultan si tienen raíces indígenas, pero presumen
de su abuelo español.
En mi generación es muy evidente esto, si quieres pertenecer te tienes que parecer a los blancos. Vestir de cierta forma,
hablar inglés, ser lo más hegemónico posible, de ahí el porqué
de que seamos el primer mercado de tinte rubio y de los países
con mayor índice de procedimientos estéticos. La “blanquitud”
es una construcción social ligada a los blancos, pero también
al estatus.
Gracias, Christel, por tu confianza, por tu talento y, sobre
todo, por esta gran labor para llamar a la toma de conciencia
sobre temas tan importantes.
“¿De verdad tenemos que aguantar que
nos sigan tratando como segunda clase
en pleno siglo XXI?”