Noventa y tres días para morir (una pesera mentirosa)
No me importa el color de tu cabello, ni si
usas desodorante, yo huelo tu ovulación.
La onda no es a gritos, es a susurros,
a besos, a miradas, a manos heridas
dibujando.
La onda es sin prisa.
Cuatro punto cinco millones de pesos. Doce puntos
en el Down Jones.
Una estrofa de Fito.
Noventa y tres días para morir. Un taco al estilo
Baja, con camarón empanizado.
Fabi, vení.
Los perros ladran. Los pájaros no vuelan sobre
el mar.
No sé.
Un lienzo manchado con tus deseos.
Mis ojos me los perdieron unos hongos.
Que el hubiera fuera el presente.
Que los alemanes hicieran autos baratos.
El aire a veces mata. Los salmones brincan en ríos
secos con mierda en las piedras.
Tragamos mierda. Del baño a tu vaso. Bienvenido
a Tulum.
Baños de hielo. Baños de orina dorada. Cuartos
saunas. Agua caliente.
¿Cómo se llamaba el primer humano que prendió
fuego? Lo hubiera patentado.
Te robaron los condones. Nunca fue el Valet. Nunca
estamos tan pedos. Nunca somos tan felices.
El estómago vacío. Las bolsas del pantalón roto.
Nadie cree en nada. Nadie cree en mí.
Esos ricos que solo tienen dinero y el ego atorado en su tráquea.
Esos pendejos que el día primero de enero hacen
fila en la madrugada para pagar sus impuestos.
Olvidar el arte de fornicar en el piso sin joderte
las rodillas.
Escribir en el aire un poema. Dibujar un dragón
en el antebrazo.
No saber que eres un pendejo. No saber que la
tormenta eres tú.
Cuarenta mujeres por día destinadas al piso
catorce. A embarrar sus pechos a la plancha vertical
fría que se traga esperanzas.
Siempre quiero comerme tu boca.
¿Qué le iba a decir cuando me preguntó si era feliz
mientras se ataba su cabello en un chongo, irreverente,
descompuesto y sensual?
¿Dónde acaban los cantantes aburridos? ¿A todos
les acaban poniendo su nombre a una calle jodida de
su ciudad natal?
Noventa y tres segundos para morir. Cuéntalos…..
Quiero tener una pecera enorme, ostentosa, que
cueste una fortuna, pero que no habite ahí ningún
pez, molusco, ni nada y así sentir que salvo algunas especies marinas y de pasada me sirve como un
espejo hiperrealista y mamón, y que mientras esté
ahí parado, piense en los pendejos que contaminan
el mar, en los que van al fondo del océano, en los
que cazan ballenas, en los que viajan al espacio, en
los puñetas que quieren colonizar la luna. Habría
muchos pendejos en quien pensar, me faltaría vida,
pero me ayudaría a no pensar en mis cagadas o en las
cagadas que me han hecho. Mejor pensar en cagadas
colectivas o ajenas. La viga en mi ojo no existe. Nada
existe en mí. Estoy hueco, pero lleno de soles.
Pienso en las personas que hacen los supositorios
y me pregunto cuántas veces al día se les antoja rascarse el ano o meterse los dedos a la nariz.
Tener una pecera mentirosa, que me genere ilusiones, que imagine prismas, que me engañe, que invente mundos. Noventa y tres días para morir.
Implosiones de almas, miles por día. Playa Girón y
yo en los ochenta pretendiendo que le entendía a la
letra de esa canción. Eso era antes, cuando los veranos no eran tan calientes y los otoños eran otoños.
Cuando Fito sufría. Cuando era un ingenuo, cuando
yo era un chaval.
Un reseteo de todo. Búscame lo que quieras aquí
lo encontrarás, tengo poderes. Tengo el saldo de
indulgencias plenarias a mi favor, traigo el fuego
transparente atrás de mí, adentro.
Que loco. Que cagado. Hasta que gane. Ahí me
mirarán y dirán que es suerte; ahí me miras bien y
lloras, chillas pero con madre.
Que la pecera tenga filtros como lo de la Nasa, que
tenga marea, que me provoque nostalgia. ¿Te cuento
un cuento? ¿El tiempo en un bar es real?
Se me antoja decirte cosas raras, algo que nadie
te haya dicho.
Recuerdo un amigo que decía que nuestra amistad
duraría toda la vida, pero eso no existe. Ni el amor, ni
los amigos eternos, mucho menos los mejores amigos.
Hay demonios y ángeles, unos buenos, otros locos y
viceversa.
Un acercamiento a tu clavícula.
Aguántame doce segundos la mirada. Pierdes por
mil. Nunca cambies, no vales madre.
Que el tiempo me la pelara.
Que ganara con el fuego.
Que sí te coma la boca.
Que nunca olvide el dolor.
Que siempre no recuerde nada.
Pasado pisado, presente de frente… futuro en tu
boca.
Un Bitter para los lunes en la mañana, para superar
la mierda de tus mentiras.
Siempre sobreviviré hasta que muera; entonces
siempre gano. Siempre es hoy.
Nadie nunca cambia.
Ni siquiera aceptaría en la pecera a una sirena que
hablara sueco y tuviera piernas.
Shakira en mis sueños, en mi cama, dándome un
premio, tú aguanta, tú cree.
¿Quien te crees que sos?
No vendas espejos. No hables. ¿Por qué? Porque lo
digo yo. Porque ya encontré donde nace el arcoíris. Ya
sé cuando se va a secar el mar. Yo sé cuando cargaré
onzas doradas. Yo sé. Yo creo. Porque sí. Porque soy yo.
¿Pero por que?
Nada.
Dilo.
No.
Que la mierda.
Sí, mierda desde el fondo del mar hasta los montes
de la luna.
Que vuelen romeros incendiados.
No tengo nada que perder, no es cierto, tengo tres
soles metidos en mis células.
Me dan oxígeno. Me dan todo.
93,92,91……..¡Pum!
Kato Gutiérrez
kato@ruidoso.mx
Instagram: @Katogtz
Facebook: @Kato Guitérrez
Escritor originario de Monterrey, N.L.
dentro de los más vendidos de Gandhi, Amazon Best Seller
#6 y Novela Favorita del 2016 Círculo Sanborns. Entre sus
novelas se encuentran “Cuatro Segundos”, “El Instante que
nos queda”, “No puedo ver las estrellas” y “Rockstar”. TEDx
Speaker, Ironman 70.3