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Sacrificio, productividad y merecimiento

El trabajar más horas, no siempre se traduce en una mayor productividad, ni mucho menos nos hace más merecedores del éxito.

Hace algunas semanas, tuve la oportunidad de charlar con la cantante, compositora y productora regiomontana Jannette Chao, plática donde me llamó mucho la atención lo convencida que ella estaba, con el hecho de que el “camino de vida debía ser ligero”, ya que, de lo contrario, significaba de alguna forma, que ese camino no era el correcto.

Mencionaba que, generalmente, creemos que merecemos las cosas después de pagar el precio y hacer un gran sacrificio, siendo ese un condicionamiento que venimos aprendiendo de generación en generación. De alguna forma creemos que para poder merecer algo, debemos trabajar de “sol a sol” y sin descanso, lo cual no es necesariamente cierto. 

Y fue así, como al discutir y reflexionar sobre ese concepto, la verdad es que hace mucho sentido, empezando por el hecho de que, en nuestro país, no se le da la importancia debida a encontrar la verdadera vocación y pasión de vida, sino a conectar con profesiones y oficios que se cree pudieran ser más adecuadas o redituables en el futuro.

Por otra parte, sabemos que generalmente la vocación de una persona va alineada con sus talentos, motivación y productividad, razón por la que una persona haciendo lo que le apasiona, es mucho más productiva y capaz en hacer mejor y en menos tiempo sus actividades, traduciéndose esto en menos sacrificios y más satisfacción.

¿Tendrá eso qué ver con que México esté dentro de los 5 países del mundo con jornadas de trabajo más extensas, con más de 2,200 horas promedio por persona al año? Definitivamente sí, independientemente de que existan otros factores arraigados a nuestra cultura laboral, sin embargo, el hecho de que no se le esté dando la importancia debida al tema vocacional y que la gente siga pensando que tiene que laborar muchas horas para el cumplimiento de sus tareas, evidentemente nos está afectando gravemente.

Cabe mencionar que mientras en México un individuo promedio trabaja más de 2,200 horas al año, sin eso hacerlo más productivo, en países como Alemania, Dinamarca, Noruega, Suecia y Holanda se trabajan entre 1,300 y 1,400 horas en promedio.

Estas diferencias nos parecerán muy interesantes, precisamente porque lo anterior también va ligado a la cantidad de días de descanso o de vacaciones que tienen los habitantes de un país, en donde generalmente países desarrollados permiten que sus habitantes gocen de un mayor número de días de descanso, sin eso significar una baja en productividad.

Quizás haya qué empezar a trabajar en mejores programas de orientación vocacional y en romper esos paradigmas que nos hacen pensar que el trabajar más, nos hace más productivos y merecedores de éxito. 

robgarza@att.net.mx