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¡Chabacano y encima, guarango!
Chabacano: Grosero, ordinario, de mal gusto (RAE). “Dice chistes chabacanos” (Oxford Languages).
Chabacano o chavacano de Zamboanga, curiosamente - para quién piense que se trata apenas un adjetivo despectivo-, es el idioma oficialmente llamado Español Criollo Filipino. Es el único idioma criollo en Asia basado en el español, habiendo sobrevivido durante 400 años y siendo la lengua criolla viva más antigua del mundo actual. Tiene 607.200 hablantes, según el censo del año 2000, y más de 1,1 millón, según estimativas más generosas.
El chavacano (o chabacano) fue prácticamente una lengua solamente hablada durante mucho tiempo; era el “lenguaje de la calle”, o “lenguaje de cocina”. Pero hoy en día se está escribiendo cada vez más, lo que también está en creciente estandarización.
Su vocabulario proviene casi en su totalidad del español, mientras que la gramática se basa más significativamente en otros idiomas de Filipinas, especialmente el tagalo, del cebuano, algunos del italiano, el portugués e incluso en varias lenguas nativas centroamericanas. Se utiliza en educación, medios impresos, televisión y radio.
El Padre Nuestro en zamboangueño
Diamon Tata quien t’alli na cielo,
bendito el diustéd nombre.
Mandá vene con el diustéd reino;
Hacé el diustéd voluntad aquí na tierra,
igual como allí na cielo.
Dale kanamon el pan para cada día.
Perdoná el diamon magá culpa,
como ta perdoná kamé con aquellos
quien tiene culpa kanamon.
No dejá que hay caé kamé na tentación
y librá kanamon na mal.
Guarango: Incivil, descarado, grosero o vulgar (RAE).
“Cuando alguien va a una tierra extraña se vuelve tan mezquino, tan absurdamente guarango” (Oxford Languages).
Del quéchua, huaranku o waranqu, árbol espinoso; vivienda rústica, hecha con materiales de baja calidad.
La palabra guarango tiene origen en el uso dado por los españoles en sentido despectivo especialmente dirigido a los hablantes guaraníes. El adjetivo guarango nace a partir de la palabra guaraní. O sea, surge en Paraguay para referirse a los hablantes de la lengua originaria que no sabían expresarse en castellano. En las escuelas paraguayas estuvo prohibido el guaraní durante largo tiempo, pues era la marca sociolingüística jerárquica entre la clase dominante blanca y los pobres, sin acceso a la educación, dictada apenas en el idioma europeo.
En 1867, en plena Guerra de la Triple Alianza, ocurrió el Primer Congreso de Lengua Guaraní. Sin embargo, como una señal de la adhesión al “progreso y a la civilización”, el primer gobierno de posguerra decretó, en marzo de 1870, que en las escuelas era prohibido el uso del guaraní. Pero el guaraní, a través de la música y la poesía empieza a tomar, desde los años ’30, un lugar privilegiado en el surgimiento de un fuerte nacionalismo. En los ‘70, el Congreso Nacional de Educación vio la necesidad de promover el guaraní en el marco de la Constitución de 1967.
Aun así, a lingüista Joan Rubin, en un ensayo de 1985 repite que “la persona que solo controla el guaraní es llamada guarango, menos inteligente, menos desarrollada y carente de principios morales (…). Los hablantes monolingües de guaraní se llaman a sí mismos tavi, ‘estúpido’, porque no son capaces de hablar español” (Fuente: The Special Relation of Guarani and Spanish in Paraguay, en Language of Inequality, de Nessa Wolfson y Joan Manes, editorial Mouton, 1985).
A pesar de todo esto, y porque el reconocimiento del valor que tienen las lenguas nativas de los pueblos originarios viene creciendo, e incluso el respeto a esas lenguas como sustrato, sin ningún lugar a dudas, las variantes americanas del español son las que tienen el número de hablantes más vasto y de mayor crecimiento de nuestra lengua: solo uno entre cada diez u once hispanohablantes de lengua materna nace en España.
Y, ya con más de 59 millones de habitantes, -entre ellos, un 61,5% procentes de México- la población hispana de los EEUU ya pasó en número a los hispanohablantes de España, en un territorio en el que la lengua española crece con la diáspora hispanoamericana hacia el norte de América, con todos los choques y conflictos lingüísticos que esto implica.
Los números, sin embargo, no lo dicen todo: hay un hecho contundente que es la fuerza de la literatura de Hispanoamérica en el último siglo y sobre todo el medio siglo pasado desde la explosión internacional del llamado “boom” latinoamericano, y más correctamente hispanoamericano, que le da brillo inusitado a toda la cultura textual, musical y visual en lengua española.
Y toda esa pluralidad de normas del castellano lleva a que hoy se acepten los usos cultos de cualquiera de sus veinte lugares de origen, e incluso obliga a los especialistas a estudiar, a preocuparse y a simpatizar abiertamente con las dos grandes hablas de las muchas fronteras en contacto: el portuñol, nacido de la convivencia con el portugués, y el spanglish de la que brinda el mestizaje con los pueblos de habla inglesa.
Pero, volviendo a los adjetivos guarango y chabacano: qué bueno es saber sus orígenes, sobre todo el lado coincidentemente despectivo en ambas etimologías, de modo de poner más cuidado al emplearlos.
O, como dice David Galeano Olivera “…el idioma guaraní representa el mundo conceptual. Tiene vida, ritmo, secuencia, mitos, fraseología y una historia que se acumula y se transmite prestando términos técnicos, recreándose con nuevas formas de vestir, de vivir, de nombrar las cosas. Ese mundo de la lengua explica el ser, la historia y las raíces. Cuando se impide su uso o se la arrincona como “lengua de pobres”, “lengua del campo“, “lengua del retraso”, se mutila su capacidad creadora.
“El idioma representa a la gente y le confiere identidad. Con él nombramos la tierra, la semilla, los pájaros, el amor, la tristeza y el conocimiento sobre el entorno.”
Y dicho todo esto, otra vez los dejo con mi texto sobre el portuñol -o portunhol- y el spanglish.
https://javiervillanuevahistoria.blogspot.com/2023/04/se-llevaron-el-oro-nos-dejaron-eloro.html
Javier Villanueva, São Paulo, junio de 2023
Argentino, establecido en Brasil, profesor de idiomas, editor, traductor, escritor y librero. Investigador y conferencista de temas hispanoamericanos y de la historia y las culturas de los pueblos nativos. Autor de más de una centena de libros didácticos publicados en Brasil, y de dos colecciones de cuentos en Argentina.
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