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El Sitio de Paysandú

- ¿Juras vencer o morir en la defensa de este lugar? - ¡Sí, lo juramos! - respondieron a una sola voz los jefes, oficiales y soldados, y el aire tronó con sus ¡vivas!”. (Del diario de uno de los defensores de Paysandú).

A veces, curiosamente, a la historia la escriben los perdedores. “No robarás las botas del muerto” no es un mandamiento bíblico, sino la novela del autor uruguayo Mario Aparaín Delgado.

El sitio de Paysandú ocurrió entre diciembre y enero de 1864 y 65, cuando unos mil defensores resistieron a un ejército de 15 mil soldados, sobre todo brasileños, y a una flotilla que bombardeó la ciudad desde el Río Uruguay.

Fue uno de los episodios más dolorosos de la historia de Uruguay, y tal vez el más dramático y heroico del ciclo de conflictos militares después de la independencia del país y que se sucedieron a lo largo del siglo XIX.

El sitio se enmarca en la revolución del caudillo colorado Venancio Flores contra el gobierno blanco de Bernardo Prudencio Berro. La revuelta de Flores tuvo una masiva intervención del ejército y la armada brasileños de Tamandaré y Mena Barreto, y el apoyo del gobierno unitario argentino de Bartolomé Mitre, que bloqueó la vía fluvial. La principal batalla del conflicto fue el asedio, la defensa y toma de Paysandú.

Allí los seiscientos defensores finales, con Leandro Gómez, comandante de la plaza a la cabeza, se enfrentaron a dieciséis mil hombres de tres ejércitos invasores, y a un muro de intereses internacionales. El conflicto bélico terminó trágicamente para los sitiados, por la enorme desigualdad de poder de fuego y recursos, y con la ciudad tomada, en violación a una tregua pactada entre los sitiadores y los jefes de la Defensa, que fueron fusilados sin juicio previo.

Hasta entonces, los defensores resistían en un perímetro de pocas cuadras alrededor de la plaza. Los argentinos federalistas esperaban en la otra orilla del Río Uruguay la ocasión para cruzar y ayudar en la defensa del pueblo.

El 8 de diciembre, hubo una tregua para evacuar a familias y extranjeros, que fueron trasladados a una isla argentina del Río Uruguay, desde entonces llamada Isla de la Caridad. Finalmente, Leandro Gómez, al mando de la defensa de Paysandú, resistió la entrega de la plaza: “Cuando sucumba” respondió a la exigencia de Flores a rendirse. 

La batalla duró hasta el 2 de enero. Mientras Gómez negociaba una tregua, los brasileños entraron al perímetro fortificado fingiendo un acuerdo de paz, por lo cual los defensores no ofrecieron resistencia, y con este engaño se vieron rodeados de enemigos. El sitio terminó con una batalla que duró 56 horas, hoy conocida como la Heroica Paysandú.

El escritor Mario Aparaín Delgado toma el desafío de su proyecto más ambicioso al recrear la cruenta historia del sitio de Payasandú, uno de los episodios más trágicos del pasado uruguayo. Aparaín Delgado introduce su propia ficción en esta Paysandú, que de a poco se vuelve una montaña de escombros y de cadáveres, saqueada por guerreros victoriosos. 

Coraje, abandono, deserción, amor, odio y locura El protagonista de “No robarás las botas del muerto”, Martín Zamora, es natural de Castellar de Andalucía, pero la vida, “capaz de sorprender hasta al más inteligente, creando trampas, bifurcaciones o encrucijadas, violentas y engañosas en las que hay que elegir entre la gloria o la desgracia”, lo llevó a tierras rioplatenses y lo encerró en un calabozo en Paysandú, en Uruguay, a punto de ser sitiado y asaltado por tres ejércitos.

Martín Zamora es un personaje ficticio en medio de una historia real que ocurre en 1864, en un momento de los más sangrientos de la historia latinoamericana, como dice el autor. Sin embargo, también dice que algunos amigos y escritores, antes de la publicación de la novela, criticaron el título, porque decían que sonaba más como el nombre de un “western”

Me gustó, dice Aparaín Delgado, “porque desde que tengo memoria, leyendo historias sobre ese sitio, aprendí que los sitios y las ciudades siempre despertaron una patología bélica que no se da en otros momentos de guerra. 

Una de esas enfermedades es la extrema crueldad de los sitiadores hacia los sitiados. Cuanto más dura la resistencia, mayor es la irracionalidad de los sitiadores. Así fue, por ejemplo, en el sitio de Kiev, en Stalingrado. No basta romper el cerco de los sitiados, es más: es necesario humillarlos, arrebatarles trofeos, cortarles el pelo y la barba, robarles las botas a los vencidos y muertos sitiados”. 

“Me gustó la soledad que caracteriza la victoria total, y me gustó la forma de este undécimo mandamiento ligado a la guerra. En lenguaje cristiano “no robar las botas de los muertos” podría traducirse como “no humillar a tu prójimo”.

El sitio a Paysandú de Aparaín Delgado es una historia de humillación, de falta de respeto a la dignidad de los vencidos.

Según el autor, si el sitio de Paysandú hubiera ocurrido en el hemisferio norte, Oliver Stone habría hecho tres películas y no solo una, “El Álamo”, que fue el ícono cinematográfico del sitio para los defensores de Texas -los estadounidenses se lo habían quitado a México- que fue menor en costos militares y políticos. 

EL RETO LITERARIO

Escribir la novela le tomó a Aparaín Delgado diez años y fue uno de los mayores desafíos de su vida como escritor. ¿Cómo evitar la trampa de la novela histórica y sus “paquetes” de Historia para digerir en formato ficcional? ¿Cómo trabajar con material histórico desde la mera ficción?

“Pocas veces me he sentido –dice Aparaín Delgado, que toma la historia como fuente de creación, sin erudición, ni haciendo una acumulación sistemática de hechos históricos, ni de fechas– historiador… y siempre pensé que, escritores como William Faulkner contando la Guerra Civil Americana, por ejemplo, o Jorge Ibarbengoitia en sus relatos de la Guerra Civil Mexicana desde una perspectiva humorística, lo hicieron de una muy buena forma”.

“Aquí pasa lo mismo con Belgrano Rawson, o Andrés Rivera. Rivera es muy grande”, dijo el autor “es mi punto de referencia para que tengas que plas - mar el pasado histórico, al escribir una novela. Creo que el componente principal de crear a partir de la historia es la atmósfera, lo que significa que respiras, sufres y tienes pólvora en las manos”.   

EL LENGUAJE DEL PASADO

La atmósfera de un texto está totalmente ligada al lenguaje. En su exitosa novela “Zama”, el argentino Antonio Di Bendetto inventa un siglo XVIII espa - ñol, sin recurrir a arcaísmos ni a reconstrucciones arqueológicas. Para Delgado Aparaín la fórmula es otra: “Otros dos grandes retos de esta novela para mí -dice- fue hallar un lenguaje para hablar de lo que querían; me preguntaba cómo hablaban hace un siglo. Descubrí que les gustaba escribir cartas y que, así como hoy las personas se comunican por medios electrónicos, en aquella época esto solo se hacía a través de cartas, que también eran susceptibles de mucho uso y abuso de adjetivos: se usaban dos o tres adjetivos en una sola línea, y me preguntaba qué pasaría si quitas uno o dos de esos adjetivos y luego los lees en voz alta”

En esa época, las cartas eran objetos preciosos de lectura literaria de alguien antes de ser enviadas a su destino. Había una preocupación por la belleza de la escritura que estaba ligada a la belleza de la caligrafía. “Me preocupaba que tuviera que con - vencerme a mí antes de que pudiera convencer a alguien más y, al mismo tiempo, tenía que ser una historia divertida”.

En conclusión, finalmente, queda la pregunta: ¿quién, además de alguien especializado en historia, puede decir qué significan para el pueblo los nombres de Leandro Gómez, Lucas Piriz, Federico Aberastury y tantos otros héroes que se sacrificaro en Paysandú en su lucha contra el imperialismo?

¿Quién sabe hoy, después de un siglo de educa - ción colonizada y falsificada en nuestras escuelas, que fue en Paysandú, en tierras orientales, donde empezó la gran epopeya de la injusta guerra contra el Paraguay, donde fue asesinado todo un pueblo hermano por defender a las poblaciones pobres de Argentina y la República Oriental de la arrogancia de los imperialistas?

¿Quién no sospecha que Mitre tiene estatuas, calles y ciudades con su nombre, haciéndolo parecer un gran estadista, solo porque la historia oficial limpió de sus capítulos a Paysandú y a la infame Guerra del Paraguay?

Javier Villanueva
blog.javier.villanueva@gmail.com 
www.albertointendente2011.worldpress.com

Argentino establecido en Brasil, profesor de idiomas, editor, traductor, escritor y librero. Investigador y conferencista de temas hispanoamericanos y de la historia y las culturas de los pueblos nativos. Autor de más de una centena de libros didácticos publicados en Brasil, y de dos colecciones de cuentos en Argentina.