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Las letras latino-americanas en el realismo mágico | JAVIER VILLANUEVA | Noviembre 2022

 

Las letras latino-americanas en el realismo mágico

Muchos escritores y estudiosos de las letras hispanoamericanas creen que el Realismo mágico y el llamado Boom Latinoamericano de los años ’60 y ’70 no son más que un exitoso fenómeno editorial. ¡ A ver!, piensa y dime ¿crees posible ver caer una lluvia de flores en honor a tu persona amada? ¿O un ser querido saliendo del inframundo y elevándose entre los muertos solo porque lo extrañas y no logras olvidarlo? ¿O podríamos vivir una epidemia de insomnio tan larga que la gente olvidara sus nombres por causa de la falta de sueño? ¿O, puede ser que alguien sea tan lindo y bueno que se levante hasta los cielos para convivir con los ángeles? ¿O que difuntas se comuniquen por medio de perfumes? Pues esto es lo que se conoce, en la lituratura del continente, como el Realismo Mágico.

El Realismo mágico o fantástico es un ramo literario caracterizado, en el lenguaje, por el uso de símbolos y metáforas y, en la temática, por las tramas en las que a los personajes les ocurren cosas tan extravagantes que podemos llamarlas mágicas.

Las letras, desde que el ser humano tomó una pluma para expresarse por escrito, nos dejan ver los varios mundos que viven en una obra, con una lógica con la que podemos entender la acción de los personajes, aunque sean realmente inusuales. El género al que llamamos Realismo mágico o también Realismo fantástico, es la unión de dos enfoques que a primera vista son irreconciliables: la realidad concreta de los actos y los hechos comprobables, en contraste con el mundo espiritual, onírico, religioso y de los anhelos más escondidos entre los pliegos de la mente o del alma, como querramos llamarlo.

El lector entra en universos en los que la magia es posible, algo improbable en la novela y el cuento del siglo XIX, pero que es un fenómeno explosivo en el XX que perdura, cuando la realidad cruda de una era de grandes guerras se mezcla con la vida de enormes áreas rurales en las que la hechicería, los milagros, las apariciones, los encantamientos e incluso nuestros propios sueños siguen vivos, sin ningún asombro, entre los personajes del libro. En la lógica del Realismo mágico, según sus textos, lo sobrenatural mágico se acepta como algo natural porque las leyes de ese mundo literario son distintas a las de nuestro cotidiano. Dentro de esta tensión escribieron y escriben sus obras los latinoamericanos Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosas, Horacio Quiroga, Carlos Fuentes e Isabel Allende, entre otros nombres destacados del género.

El Realismo mágico latino le dio voz a los que no la tenían antes, a las gentes de aquellos pueblitos olvidados, los recónditos Macondos que hallamos en todo país de América, marcados primero por la conquista española a sangre y fuego, entre la cruz y la espada, y luego por los imperialismos inglés y estadounidense, y sus oligarquias criollas. Pueblos, sin embargo, siempre fieles a sus más profundas raíces. Los escritos de Gabriel G. Márquez, Mario V. Llosas, Carlos Fuentes e Isabel Allende, y también de otros autores más “clásicos”, como Juan Rulfo, Borges, Bioy Casares, Sábato y Cortázar, llevan la mirada de la gente común, torturada por la miseria social, esclavos de los moralismos de las iglesias y los gobiernos que los olvidan y solo los recuerdan a cada elección. 

Al pisar en la actual América los rudos españoles, 530 años atrás, agobiados por el poco espacio de sus pueblos, portando la religión rígida y violenta de los católicos, sus costumbres tan poco higiénicas, tan lejos del agua y del baño de nuestros nativos, y blandiendo una supuesta superioridad cultural y moral, hallaron acá un paraíso fantástico. Animales y plantas lujuriosas, hombres y mujeres con ropas exóticas, o simplemente desnudos, en un clima cálido y con rituales fascinantes. Luego del primer asombro empezaron a imponer su visión de “civilización” a los herejes y a adueñarse de ese mundo que por su supuesta superioridad cultural y moral, sin dudas, les pertenecía.

Impusieron sus leyes, actitudes y el pensar europeos del modo más sangriento. Los nativos, en su cosmovisión, creían en el poder de la naturaleza y su fuerza de proteger o destruir, en la habilidad de los adivinos y la sabiduría de los ancianos, pero los arrancaron de sus raíces y los obligaron a abrazar una religión y costumbres extrañas, que no eran propias. Para protegerse de los colonizadores, y la crueldad de la nueva religión, los americanos ocultaron sus creencias para no perder lo poco que les quedaba, y crearon el santo del “palo hueco”, donde escondían a sus dioses.

Mientras los españoles se endurecían contra la herejía, aumentaban sus dominios territoriales por la fuerza, y agregaban a ellos los pueblos esclavizados traídos desde las colonias africanas. Así, a la religión originaria oculta se sumaron las diversas creencias de los negros: el vudú, la hechicería, los encantamientos y sus cantos y danzas rituales. Y más santos de palo hueco surgían.

El mestizaje crecía, y el poder religioso impuesto a América con rigor no impedía la amalgama de religiones, creencias y supersticiones de los pueblos originarios y los negros, que llegó al siglo XX juntando el mundo real y la razón con el universo de lo espiritual e inexplicable. De esa trama compleja surge el Realismo y la capacidad de la literatura de analizar la sociedad. El concepto del Realismo mágico fue introducido en 1948 a la literatura hispanoamericana por Arturo U. Pietria en su ensayo Letras y hombres de Venezuela. En 1949, siguiendo esta línea, Alejo Carpentier lazta su novela El reino de este mundo y habla de “lo real maravilloso”. 

GARCÍA MÁRQUEZ 

El primer nombre que salta a la mente al hablar del género es el del colombiano Gabriel G. Márquez*, escritor y periodista, con un don para leer el alma a través de sus libros. Fue uno de los precursores del género y uno de los nombres del Boom Latinoamericano a nivel mundial

Sus cuentos y novelas retratan pueblos olvidados en algún lugar de Latinoamérica. Son pueblitos a los que una vida muy dura casi los borra del mapa. Sus personajes viven la angustia de los prejuicios y dogmas. Romántico hasta lo dramático, el autor muestra seres afligidos, incapaces de vivir sus sueños, o despreciados por los sobreviventes por su falta de coraje para quebrar las normas. Renuncian al amor y a los deseos y terminan vivendo en un eterno ocio vacío que ahoga sus penas.

En sus obras, de un realismo detallista de escenarios y de situaciones complicadas, la crítica social brota del modo más crudo. Pero también hay magia, hechicería, milagros y sueños. Su mapa social y cultural mestizo de América Latina muestra que somos gente que resiste a la conquista y exige ser oída. García Márquez y su obra pintan un mundo habitado por personas comunes, y en un mundo de letras dominantes europeas, muestra la realidad latina, sus escenarios e idiosincrasia nacida del amor, la violencia y el odio entre diversas culturas. Muestra la idea de la muerte en estas tierras, fruto de la fusión sincrética de varias religiones, y la convivencia del cielo prometido y la necesidad de que los muertos sean enterrados en tierra sagrada para su descanso, combinados con la creencia en fantasmas que se aparecen porque no quieren dejar la tierra, o en muertos que ven a su muerte como algo complejo y angustiante, pero natural.

En Cien años de soledad, García Márquez hace una crítica social, pintando un pueblo empobrecido por la corrupción del poder. Cuenta la saga de la família de los Buendía, durante 100 años, con sus rarezas, contradicciones y el coraje de las familias comunes, sumándole la magia del género y sus invenciones: lluvia de flores amarillas, mariposas que invaden casas, gente que vive eternamente, o seres tan bellos que son llevados por Dios por un camino de luz. La obra de García Márquez tiene textos extensos y complejos como Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera o El otoño del patriarca. Y novelas cortas y cuentos que relatan historias con una narrativa fascinante y de redacción simple. 

LA HOJARASCA 

Novela de G. Márquez, nacida en Colombia en 1955, cuenta los hechos tras la muerte de un hombre odiado en Macondo luego que la compañía bananera lo con denara a la ruina. El pueblo, que aparece por primera vez y luego será famoso en Cien años de soledad es, igual que La hojarasca, un laboratorio de pruebas para los temas y personajes inmortalizados más tarde en dicha obra.

En la narración hay tres personajes: el Coronel, su hija Isabel y su nieto de 11 años. El Doctor – odiado por el pueblo- se suicida en su casa solitária. El Coronel paga una deuda grande, y sepulta al muerto. Se enfrenta así a los deseos del pueblo y entrega a su hija y a su nieto a la mala voluntad de sus vecinos, que quieren dejarlo insepulto.

El relato va y vuelve en el tiempo mostrando cada personaje y la vida que el Doctor comparte con los vecinos de Macondo. El Coronel, que conoció a Aureliano Buendía, es honesto bondoso al extremo. Isabel es una joven sometida a los ritos paternos y a un pueblo conservador. Una joven que busca un sentido a su vida cuidando a su hijo y a sus padres, en un pueblo decadente donde el peor castigo es la condena social.

El libro, con imágenes sensoriales, altera la cronología del relato, cambia de narrador para mirar el mismo hecho desde ángulos diversos; usa la intertextualidad con otras obras y critica al costumbrismo conservador. En la obra, la muerte es una etapa más de la vida, un hecho natural que ocurre a cada rato. Tres personas muy distintas miran la muerte y enriquecen el relato: para el Coronel es un momento muchas veces visto de cerca, un paso para un cambio tan natural y esperado que no siente angustia ni sorpresa frente al cadáver. La joven Isabel ve la muerte como una amenaza a la vida de su hijo y a la suya, algo que los rezos logran alejar. La mirada inocente del niño asiste con sorpresa a un hecho nuevo, y descubre su condición de estar vivo, lo que el muerto, frío y duro como una piedra, ya no tiene más.

La obra trata con cuidado el tema de los fantasmas que vuelven de noche a sentarse solitarios a la luz de la luna. Los espíritus provocan sentimientos en los personajes, que no son de miedo, porque son vistos como una mera transformación, una más de las muchas que sufre una persona a lo largo de su vida.

• Cabe recordar a los muchos otros nombres de esta corriente: el mexicano Carlos Fuentes y su novela Aura, el brasileño Jorge Amado y su Doña Flor y sus dos maridos, Juan Rulfo con Pedro Páramo, Arturo Uslar Pietri y Lanzas Coloradas, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias y El señor Presidente, Laura Esquivel con Como agua para chocolate y la chilena Isabel Allende con La casa de los espíritus.


Javier Villanueva. 
blog.javier.villanueva@gmail.com
www.albertointendente2011.worldpress.com 

Argentino, establecido en Brasil, profesor de idiomas, editor, traductor, escritor y librero. Investigador y conferencista de temas hispanoamericanos y de la historia y las culturas de los pueblos nativos. Autor de más de una centena de libros didácticos publicados en Brasil, y de dos colecciones de cuentos en Argentina