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Editorial: ¿El talento se hace o se nace? | ROBERTO GARZA | Septiembre 2022

 

¿El talento se hace o se nace?

No basta con tener talento, si no detectamos y desarrollamos esa capacidad para ponerla en práctica.

Conversando con el maestro Javier Camarena, considerado por muchos, como el mejor tenor del mundo en la actualidad, era de esperarse, qué durante la entrevista, viniera a colación el tema del talento, particularmente en lo que se refiere a cuestionarnos ¿se hace? o ¿se nace? Pregunta a la que Javier no dudó en responder que se requiere de ambos: “Talento sin trabajo es algo incompleto, si tienes un talento, debes trabajarlo para hacerlo productivo”, menciona.

Pero, ¿Qué es el talento? Quizás una de las definiciones más aceptadas, es la que lo describe como una capacidad intelectual o aptitud para aprender o desarrollar con facilidad alguna actividad.

En este contexto, está más que claro que de nada sirve tener un talento, si este no es descubierto y desarrollado durante la infancia y adolescencia a través de la educación. En otras palabras, si nosotros como padres, trabajando de manera conjunta con un buen sistema educativo, no somos capaces de estimular a nuestras hijas e hijos a descubrirlo primeramente y luego a desarrollarlo, no sirve absolutamente de nada haber nacido con él.

Todos conocemos a Mozart, a ese genio musical que a los 5 años ya había compuesto importantes conciertos para piano y obras musicales de gran trascendencia. Sin duda, todo un niño prodigio, que pudiéramos pensar, le debe su talento y genialidad a una arbitrariedad divina o a una situación genética.

Sin embargo, aun y cuando es importante contar con capacidades cognitivas y aptitudes desde temprana edad, está más que demostrado que es posible, que la mayoría de las personas sean prodigios, siempre que cuenten con un entorno adecuado.

Inclusive la mayoría de los investigadores reconocen que al menos un 3% de la población posee una alta capacidad cognitiva. Incluso, existen autores que manifiestan que, con la suficiente dedicación y energía por parte de las instituciones educativas y los padres, es posible que no sea tan difícil producir un niño prodigio. 

De tal manera que, si hacemos números, obtenemos que si al menos 3% de la población mexicana, tuviera desarrolladas sus capacidades cognitivas para proyectar sus talentos, o para impulsar la genialidad detectada en alguna niña, niño o adolescente, tendríamos al menos 3,600,000 de estos casos en México.

Sin embargo, debemos preguntarnos, ¿Nuestras escuelas estimulan a sus alumnos para poder detectar y luego encaminar los talentos de nuestros hijos? ¿Nosotros como padres, estamos motivando a la detección y desarrollo de estos? 

Quizás existan muchos puntos de vista en relación a este tema, no obstante, lo que sí está claro, es que no basta con tener talento, ser un genio o un superdotado, si no detectamos y desarrollamos esa capacidad para ponerlo en práctica. 

 robgarza@att.net.mx