¿El talento se hace o se nace?
No basta con tener talento, si no detectamos y desarrollamos
esa capacidad para ponerla en práctica.
Conversando con el maestro
Javier Camarena, considerado
por muchos, como el mejor tenor
del mundo en la actualidad, era
de esperarse, qué durante la
entrevista, viniera a colación el
tema del talento, particularmente
en lo que se refiere a cuestionarnos ¿se hace? o ¿se nace? Pregunta a la que Javier no dudó
en responder que se requiere
de ambos: “Talento sin trabajo
es algo incompleto, si tienes un
talento, debes trabajarlo para
hacerlo productivo”, menciona.
Pero, ¿Qué es el talento? Quizás una de las definiciones más
aceptadas, es la que lo describe
como una capacidad intelectual o aptitud para aprender o
desarrollar con facilidad alguna
actividad.
En este contexto, está más que
claro que de nada sirve tener un
talento, si este no es descubierto
y desarrollado durante la infancia y adolescencia a través de
la educación. En otras palabras,
si nosotros como padres, trabajando de manera conjunta con
un buen sistema educativo, no
somos capaces de estimular a
nuestras hijas e hijos a descubrirlo
primeramente y luego a desarrollarlo, no sirve absolutamente de
nada haber nacido con él.
Todos conocemos a Mozart, a ese genio musical
que a los 5 años ya había compuesto importantes
conciertos para piano y obras musicales de gran
trascendencia. Sin duda, todo un niño prodigio, que pudiéramos pensar, le debe su talento
y genialidad a una arbitrariedad divina o a una
situación genética.
Sin embargo, aun y cuando es importante contar
con capacidades cognitivas y aptitudes desde
temprana edad, está más que demostrado que
es posible, que la mayoría de las
personas sean prodigios, siempre que cuenten con un entorno
adecuado.
Inclusive la mayoría de los investigadores reconocen que al menos
un 3% de la población posee una
alta capacidad cognitiva. Incluso,
existen autores que manifiestan
que, con la suficiente dedicación
y energía por parte de las instituciones educativas y los padres,
es posible que no sea tan difícil
producir un niño prodigio.
De tal manera que, si hacemos
números, obtenemos que si al
menos 3% de la población mexicana, tuviera desarrolladas sus
capacidades cognitivas para proyectar sus talentos, o para impulsar la genialidad detectada en
alguna niña, niño o adolescente,
tendríamos al menos 3,600,000
de estos casos en México.
Sin embargo, debemos preguntarnos, ¿Nuestras escuelas
estimulan a sus alumnos para
poder detectar y luego encaminar los talentos de nuestros
hijos? ¿Nosotros como padres,
estamos motivando a la detección y desarrollo de estos?
Quizás existan muchos puntos de
vista en relación a este tema, no
obstante, lo que sí está claro, es que no basta con
tener talento, ser un genio o un superdotado, si
no detectamos y desarrollamos esa capacidad
para ponerlo en práctica.
robgarza@att.net.mx