Por: Irma Idalia Cerda
Fotografía: Especial
Poner pausa
Hace unos días el presidente Andrés
Manuel López Obrador entre sus muchas
“ocurrencias”, dijo en la “Mañanera” que
convendría hacer una pausa entre las
relaciones entre México y España, provocando una nueva polémica, porque hay que recordar
que anteriormente había pedido al rey Felipe VI una
disculpa por los abusos cometidos a los pueblos originarios durante la época de la Conquista.
“Si ahora no es buena la relación, y así me gustaría
que hasta nos tardamos en que se normalizara para
hacer una pausa, que yo creo que nos va a convenir a
los mexicanos y a los españoles”, dijo al argumentar
que “no nos vean como tierra de conquista”, expresó
el pasado 9 de febrero.
Más que abundar sobre este tema-ya muy comentado en su momento-quiero ampliar sobre esto de
hacer pausas, pues de alguna manera “suaviza” el
término suspensión, o suena un poquito más “políticamente correcto”.
Y me quedé pensando en qué conveniente sería si
todos pudiéramos sacarnos de la manga una “pausa”
para todo, por ejemplo: ya no quiero trabajar, haré
una pausa por un año; o cuando una persona ya no
quiere estar con su pareja le dice “hagamos una pausa”;
tienes inconcluso un proyecto profesional o personal
y te justificas con un: “lo tengo en pausa”.
Realmente sería maravilloso poner pausa en diferentes aspectos de nuestra vida y así evitar pagos, responsabilidades, situaciones difíciles e incómodas, pero no se
puede usar la pausa como varita mágica para arreglar
problemas, sino que lo único que hace es posponerlos.
Recuerdo en la película “Click: perdiendo el control”, protagonizada por el comediante estadounidense Adam Sandler, que descubre que el control de su
televisor podía ser utilizado para su propio beneficio,
así que irónicamente el aparato también controla
su vida y cuando se da cuenta, es demasiado tarde.
Digo, sí se pueden hacer ciertas pausas cuando nos
sentimos muy agobiados, agotados y nos merecemos
un “break”, pero no para evadir lo que tenemos que
resolver de todas maneras.
De hecho, las primeras semanas de la pandemia,
estuvimos como una especie de pausa, porque dejamos
de hacer las actividades que acostumbrábamos, pero
fue un periodo que afortunadamente no se prolongó
demasiado.
Y es que poco a poco se tuvieron que buscar soluciones para continuar, porque a nadie nos conviene
quedarnos “congelados”. La vida sigue su curso, y
nosotros no podemos estar solamente como espectadores.
Cuántos de nosotros hemos hecho pausas inútiles,
esperando que el destino sea el acomode nuestros
rompecabezas, pero las piezas permanecerán en
la misma posición hasta que nosotros decidamos
moverlas.
irma_idalia@hotmail.com