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Por: Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Mónica Muruato
MÓNICA MURUATO
Abogada de la actuación
Conversar con Mónica Muruato es abrir
todo un abanico de posibilidades temáticas, especialmente si se trata del arte
y, más aún, de la actuación.
La conocí hace algunos años, cuando
asistí a “Casa Musa” -En Monterrey, Nuevo
León, México- como público de una pieza
teatral en la que interpretaba magistralmente a un personaje tan complejo como
profundo y exigente. Se trataba de “Encerrados”, una versión de
“A Puerta cerrada”, de Jean-Paul Sartre, con Ludyvina Velarde,
Mauro Samaniego y Juan Javier García, bajo la guía del Maestro
Hernán Galindo.
Desde entonces he admirado y seguido muy de cerca su trabajo.
Incluso, he tenido la fortuna de coincidir con ella en lo profesional.
Primero, en un proyecto de serie relacionada con los Pueblos
Mágicos de México y, recientemente, ella protagonizando y yo
como co-guionista, en la película “Somos Invisibles”, de Sinhué
Benavides, que está próxima a estrenarse.
Esta ocasión, dedico el espacio de entrevista a compartir con
Ustedes apenas un poco de lo mucho que hay por conocer y
aprender de esta talentosa mujer.
En lo personal, ¿cómo distingues una intérprete de una
actriz?
Tan simple como que el objetivo es uno y las herramientas son
otras. Sin llegar a dar definiciones, Actriz o Actor, en mi opinión,
es quien habiéndose preparado profesionalmente y desarrollado
en la práctica un nivel sólido, logra desdoblarse en distintos
personajes históricos o de ficción. También, que ese alguien les
permita (a los personajes), “hablar con verdad”. Para lograrlo,
definitivamente, un actor o actriz requiere de capacidad interpretativa de alto nivel.
Y tú, ¿qué te consideras? ¿Actriz, intérprete o ambas?
Siempre me he considerado “una actriz en desarrollo”. Nunca
he dejado de aprender. En cada texto, guion, autor, director y
compañeros de trabajo, siempre encuentro la oportunidad de
mejorar mi capacidad interpretativa; usar esas herramientas
para llegar a “la verdad”. Unas veces mejor que otras, pero ese
es el objetivo.
Cuéntame de Mónica, la niña.
Soy orgullosamente regiomontana. Mis padres eran “grandes”,
para cuando decidieron tener a su última hija, la quinta. Llegué
luego de tres hermanos hombres y una mujer.
Mi mamá enfermó y murió muy joven, siendo yo una chiquita
de 9 años. Papá, un hombre inteligente, conservador y trabajador,
era gran amante de los libros y la música.
Las habilidades de lectura y oratoria siempre estuvieron presentes en mi formación académica y las usé desde niña. Después,
en la adolescencia, se les sumaron todas las actividades artísticas
que podían ocupar mi tiempo. En “Sociedad Cuauhtémoc y
Famosa” estudié baile, canto, guitarra, piano.
Ya en preparatoria (Universidad Regiomontana) y buscando
una formación un tanto más “integral”, participé en actividades
del Departamento de Difusión Cultural. No sabía exactamente
“qué” o “cómo”. Sólo quería estar arriba del escenario. Eso me
hacía sentir completa.
Para muchos, esas actividades son un complemento
formativo. Para ti, fue reforzar un camino de vida que ya
tenías marcado. ¿Qué vivencia definió tu vocación?
De muy chica, las navidades eran lindas, con mucha gente alrededor y siendo la más pequeña de toda la familia, primos y primas,
siempre encontraba algo con qué entretenerlos; algún bailable,
una poesía o representación que me aplaudieran y festejaran.
Era una forma de regalarles algo, de decirles “te quiero”.
Mónica Muruato en “Niño Doctor”. |
¿Cómo y en qué momento te orientaste al teatro?
Tenía 15 años cuando acompañé a una persona a hacer audición a
la escuela del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) donde
el Maestro Rubén González Garza impartía un taller de teatro.
Aunque no iba con la idea de participar, el Maestro ordenó
que pasara al frente y me quedé en el reparto. Fue mi primer
acercamiento al teatro y ya no me pude separar.
¿Y tu familia? ¿Cómo reaccionó?
Tanto como reacción, no hubo. Creo que mi papá llegó a pensar
que iba a ser un pasatiempo más, un tema artístico con qué
mantenerme ocupada.
Las cosas cambiaron cuando, ya en la preparatoria, comencé
a enfilar mis intereses. Para acabar pronto, la orden fue muy
clara: “Aquí me traes un título real y después harás lo que desees”.
No hubo opción. Eso, aunado a que, como rutina de formación
familiar, era obligatorio trabajar de lo que fuera, para ganar tu
propio salario. Así, me convertí en cajera del primer McDonald’s
de México.
“Me siento comprometida, agradecida, emocionada y sumamente maravillada, de poner mi profesión al servicio de los demás”
Entonces, supongo que tu ritmo diario se aceleró.
¡Imagínate! Era estudiar por la mañana -primero preparatoria
y después la Licenciatura en Derecho-, luego trabajar toda la
tarde y, al salir, ya en la noche, correr a la escuela de actuación
del Centro de Estudios Teatrales del Teatro de La Ciudad de
Monterrey.
¿Y el giro a lo profesional?
Aunque la historia empezó atrás, la escuela me brindó claramente grandes oportunidades académicas y de tablas. De ahí,
trabajos y proyectos que completaron apenas el inicio de esta
pasión. Me gusta pensar que en agosto de 1986 se definió el
rumbo de mi vocación participando en mi primera producción
formal de SCyF en el “Teatro Monterrey” del IMSS y, por otro
lado, trabajando para la Compañía de Teatro Infantil de México
de Ramón Sevilla.
Ser actriz implica tanto satisfacciones como de
responsabilidades. ¿Cómo te sientes al respecto?
Comprometida, agradecida, emocionada y sumamente maravillada de poner mi profesión al servicio de los demás. En este
trabajo puedes tocar el corazón de las personas. Definitivamente,
soy muy afortunada.
¿Quiénes fueron tus principales mentores?
Como actriz independiente, ofrezco mi eterno agradecimiento
y admiración a maestros que han sido pilares de la actuación
y dirección teatral en Nuevo León: Rubén González Garza (+),
Sergio García (+), Luis Martín, Javier Serna, Gerardo Valdez y
Hernán Galindo.
Como actriz ante una cámara, Sinhué Benavides, de quien he
aprendido, según sus propias palabras, que, a diferencia de un
escenario teatral, al actuar para audiovisual “menos, es más”.
Y tú, ¿qué consejo compartes con los que apenas
comienzan?
Más que un consejo, es un deseo, un tip: Constancia, preparación
y humildad. A todos, siempre, eso nos viene bien. Prepararte
para buscar la verdad escénica y entregarla con pasión. No te
rindas, nunca es tarde, comprométete.
Actualmente, ¿Qué tan difícil es desempeñarse -y abrir
camino- en el mundo de la actuación?
Es un gran tema. Desde la centralización de la industria, hasta
los apoyos gubernamentales. No hemos logrado desarrollarnos
a la par. La producción teatral y de cine requieren de fuertes
esfuerzos e iniciativas, muchas veces individuales e independientes, para llevarse a cabo. De ahí la razón por la que grandes
propuestas apenas llegan a tocar una parte muy pequeña de
nuestra población. Sé que las cosas están cambiando y que la
gente joven trabaja muy duro en consolidar nuevos mecanismos.
Espero ser parte del cambio.
¿Cuál ha sido tu principal campo de acción?
Definitivamente, mi carrera está fincada en el teatro. Me fascina
estar sobre las tablas. Pero, de unos 7 años para acá, he tenido
la oportunidad de incursionar en cine, el cual representa para
mí un gran reto de aprendizaje y un área con enormes posibilidades interpretativas y de cómo abordar una diferente verdad
escénica. El cine es una continua Caja de Pandora.
Hablemos de “personajes difíciles”.
¡Uy! Quisiera platicarte de todos. Es que a cada uno los llevo
en un cachito de mi corazón y todos han representado un reto
diferente, en algún sentido.
De los últimos 10 años en teatro, tuve un personaje histórico
retador en “Víspera de Fuego”, un casi monólogo en el que interpreté a Mariana de Carbajal y de la Cueva, quien fue llevada a
la hoguera por ser judía. Y en cine, en el largometraje “Somos
Invisibles”, dar vida y voz a Consuelo, una madre llena de matices
y dolores internos.
“La preparación es la llave que abre todas las puertas y el aprendizaje, la retribución”
¿El personaje te encuentra a ti o tú encuentras al
personaje?
Nos buscamos hasta encontrarnos. Nos tejemos, nos construimos. Creo fervientemente en esa teoría. Y si no nos encontramos
en un tiempo y espacio determinado, es muy probable que lo
hagamos en un futuro.
Poster de “Vispera de Fuego” |
¿Qué perfiles son tus consentidos?
No te puedo negar que los personajes históricos me encantan.
Saber que esa persona/personaje existió en la vida real, provoca
en mí una fascinación. Estudiar y empaparme de su vida me
compromete de una forma especial. Sin embargo, los personajes bien construidos desde la ficción, los bien escritos, los que tienen alma propia, me retan de igual forma. El respeto
que siento por ambos perfiles me hace que los aborde con el
mismo entusiasmo.
¿Y tu género preferido?
El drama es, sin duda, un lugar en donde encuentro la voz para
decir muchas cosas que pienso y que no me pertenecen. Me
reta y me confronta. Te obliga a un suspenso. No siempre es
necesario un final feliz.
¿Hay alguno que se te dificulte más?
Ya sabes. Una es todo terreno. Respeto todos los géneros, pero
el monólogo me parece un doble reto. Se necesita mucho valor y
preparación para brindar un trabajo con sentido y valor escénico.
¿Cuál ha sido el principal reto que has enfrentado como
actriz?
Hace un par de años, bajo la dirección de Hernán Galindo, participé en un proyecto basado en una adaptación de “A puerta
cerrada” de Sartre. Justo el que referiste al principio de esta
charla. En él interpreté a una mujer homosexual en su tránsito
por el purgatorio. Fue retadoramente genial. Y el último filme
en el que participé, de tu coautoría, interpretando los pedazos
de una mujer y madre en confrontación con su pasado. Fue un
viaje que será inolvidable.
¿Y la mayor gratificación?
Sonará trillado, lo sé, pero dedicarme a lo que me apasiona es la
mejor recompensa. He recibido algunos reconocimientos que valoro
mucho, en especial, apenas iniciada en cine, recibí un premio a
mejor actriz en el Festival Internacional “Latinas In Cinema” por
mi participación en “Otto”, una adaptación del texto de Stephen
King, bajo la dirección de Sinhué Benavides. Esto fue en el 2017.
“Siempre me he considerado ‘una actriz en desarrollo’. Nunca he dejado de aprender”
¿Te has decepcionado de alguna de tus tareas
interpretativas?
En el desarrollo de los personajes que me ha tocado interpretar,
no. Creo que la decepción aparece a partir de tus expectativas,
¿sabes? Así que, tal vez, en algunas ocasiones mis expectativas
hacia algún proyecto, dirección o equipo de trabajo han sido
muy elevadas. Sin embargo, son oportunidades y todas han
representado aprendizaje y experiencia. Eso nadie me lo quita.
Mónica Muruato en “Starting Over” |
No falta alguien que refiera que entre actores y actrices
predominan las envidias y traiciones. ¿Qué le dirías?
Que eso no es privativo de nuestro gremio. Pasa en todos los
campos de trabajo. En esta profesión, el material principal de
trabajo es el ser humano, con todos los beneficios y todas sus
consecuencias. Uno puede hacer la diferencia.
¿Sigues alguna escuela clásica para construir tus
personajes o echas mano de la intuición?
Hay un método clásico de análisis de personaje del que me agarro siempre. Me resulta infalible. Se trata del trabajo de mesa,
de la mano con el director y el equipo. Además de fundamental, lo disfruto mucho. Después, bajo la guía quien dirige -que
debe saber claramente lo que quiere- empezar a entretejernos,
a integrarnos, el personaje y yo.
“El drama es, sin duda, un lugar en donde encuentro la voz para decir muchas cosas que pienso”
Si te llega un guion o libreto para estudio. ¿Cuáles son
los pasos que sigues para asimilar tu personaje y darle
forma/vida en tu desempeño sobre el escenario o ante la
cámara?
Primero darle la bienvenida; estás de acuerdo que formará parte
de tu vida los siguientes meses. Leer para entender; lo que tú
traduzcas, lo que toque tu corazón.
Intercambiar, discutir y definir con el director el objetivo
escénico del personaje para, así, empaparte de su historia y
poderla contar.
Tengo por costumbre volver a escribir el texto haciendo ajustes
de tamaño de letra y colores para que, visualmente, me ayude
al siguiente paso: memorizar, memorizar, memorizar. También
lo grabo en audio.
Luego, proponer cuando se pueda y contribuya a lograr “la
verdad”. Finalmente, ensayar, ensayar y ensayar.
Mónica Muruato en “Monstruo bajo la tierra” |
¿Hay algún trabajo escénico del que te arrepientas?
Me hiciste recordar algunos trabajos que realicé cuando era
estudiante, hace mil años. ¿Arrepentida? ¡Jamás! Cuando veo el
resultado a la distancia, creo que, en definitiva, hay cosas que pude
haber hecho mejor. Y sí, también hay algún equipo de trabajo
o director, con los que no me he identificado plenamente y aún
así valen más el aprendizaje y la experiencia para replantear mi
trabajo y sumar herramientas para lograr una mayor calidad.
¿Y el que te hace sentir más orgullosa?
Te voy a contestar con el corazón en la mano: El proyecto que
sigue siempre me hace sentir muy orgullosa, porque significa
que hay trabajo, que hay vida, que hay oportunidad.
Llevo varios en el corazón: “Sexo, Pudor y Lágrimas”, por el éxito que tuvo. “Los Locos Addams”, por ser un musical. “A
Puerta Cerrada”, por ser un reto actoral. “Otto”, por iniciarme
en cine y “Somos Invisibles”, porque dejé parte de mi corazón.
¿Qué tanto ha afectado la pandemia tus oficios como
actriz?
Jamás imaginamos que esto sucedería. ¡Cuántas cosas cambiaron y nos replanteamos! Estos dos años han sido ejemplo
de resiliencia y fortaleza. Cuando llegó la pandemia, yo estaba
iniciando “El Mercader de Venecia” con la Compañía de Teatro
de Nuevo León. Tuvimos que adaptarnos rápidamente. Por
fortuna, el trabajo no faltó. El año pasado, por ejemplo, tuve
la oportunidad de participar en varios proyectos en línea, dos
filmados y uno presencial. Creo que de esta etapa saldremos
fortalecidos y con una creatividad a punto de ebullición.
La narrativa pasa por una vertiginosa evolución,
especialmente desde el surgimiento de variedad de
ventanas hacia las audiencias. ¿Es difícil adaptarse a las
nuevas exigencias?
¡Claro que es difícil! Sobre todo, cuando llevas tantos años siguiendo
un solo camino. Pero qué aburrido sería si no lo intentara.
Y es que cada ventana plantea un criterio actoral distinto,
aunque hay quienes creen que basta con aprender una técnica
para moverse en todos lados, sin considerar que los actores de
cine, radio, TV y teatro tienen que adecuarse a la naturaleza de
cada espacio.
Así es. La preparación es la llave que abre todas las puertas
y el aprendizaje, la retribución. Existen métodos clásicos que
vivirán por siempre, pero hay que actualizarse, complementarse,
equiparse. Como bien lo dices: evolucionar.
¿Diriges, escribes?
“Zapatero a tus zapatos”. Siento un profundo respeto por quien
decide dirigir y/o escribir. Yo soy actriz.
Poster de “El Mercader de Venecia”. |
¿Cuál sería tu punto máximo en la actuación?
Fíjate que me pasa algo curioso, sobre todo últimamente. En
cada proyecto creo que ya llegué a donde quería, pero en cuanto
llega el siguiente, me emociono igual, me ilusiono y empiezo a
trabajar. Siempre hay algo más por decir. Eso sí, me gustaría
seguir haciendo cine, es mágico. Desde mi trinchera, con las
herramientas que tengo y con las que pueda aprender y sumar
para seguir contando historias.
¿Qué es Mónica Muruato, además de actriz?
Soy abogada (aunque no ejerzo). También, esposa y madre de
familia, por lo tanto, también soy psicóloga, taxista, enfermera,
cocinera y muchas cosas más.
“Respeto todos los géneros, pero el monólogo me parece un doble reto”.
A propósito, ¿Cómo eres en tus facetas de esposa y madre?
Sería interesantísimo que esta pregunta la contestaran mis hijas
y mi marido. ¡Ja! Soy una mujer muy apasionada en lo que hago.
Amo a mi familia y el rol de mamá. Ya sabes, para esto “no hay
manual” ni técnica que te evite alguna falla. Pero para este “papel”,
como en los otros, trato de prepararme y entregar lo mejor de mí.
¿Y en el rol de amiga?
Intensa. Entregada. Exigente. Me gusta la gente clara y que
habla de frente. Por eso tengo pocos amigos. Son muy difíciles
de encontrar. Me gustaría ser una mejor amiga, ser más dedicada, más detallista, tener más tiempo.
Mónica Muruato en “Anfitriona” |
¿Trabajos en desarrollo?
Me invitaron a colaborar en un proyecto de Audio/Doblaje en
donde participan varios países haciendo equipo. Esto se hace por
primera vez en el mundo y estoy muy emocionada de poder ser
parte. Por otro lado, estamos trabajando en una nueva puesta
teatral para verano de este año. Se trata de un texto maravillosamente escrito que aborda la amistad de dos grandes artistas plásticas, Leonora Carrington y Remedios Varo. Dirige el
Maestro Luis Franco.
¿Algo a manera de cierre?
Agradecerte por brindarme la oportunidad de compartir un
cachito de mi trabajo y traer todo a mi memoria. Es lindo recordar
de dónde salí y por qué estoy haciendo lo que hago.
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