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MÓNICA MURUATO | Abogada de la actuación | EDUI TIJERINA | Marzo 2022

Por: Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Mónica Muruato



MÓNICA MURUATO
Abogada de la actuación

Conversar con Mónica Muruato es abrir todo un abanico de posibilidades temáticas, especialmente si se trata del arte y, más aún, de la actuación.

La conocí hace algunos años, cuando asistí a “Casa Musa” -En Monterrey, Nuevo León, México- como público de una pieza teatral en la que interpretaba magistralmente a un personaje tan complejo como profundo y exigente. Se trataba de “Encerrados”, una versión de “A Puerta cerrada”, de Jean-Paul Sartre, con Ludyvina Velarde, Mauro Samaniego y Juan Javier García, bajo la guía del Maestro Hernán Galindo. 

Desde entonces he admirado y seguido muy de cerca su trabajo. Incluso, he tenido la fortuna de coincidir con ella en lo profesional. Primero, en un proyecto de serie relacionada con los Pueblos Mágicos de México y, recientemente, ella protagonizando y yo como co-guionista, en la película “Somos Invisibles”, de Sinhué Benavides, que está próxima a estrenarse.

Esta ocasión, dedico el espacio de entrevista a compartir con Ustedes apenas un poco de lo mucho que hay por conocer y aprender de esta talentosa mujer.



En lo personal, ¿cómo distingues una intérprete de una actriz?

Tan simple como que el objetivo es uno y las herramientas son otras. Sin llegar a dar definiciones, Actriz o Actor, en mi opinión, es quien habiéndose preparado profesionalmente y desarrollado en la práctica un nivel sólido, logra desdoblarse en distintos personajes históricos o de ficción. También, que ese alguien les permita (a los personajes), “hablar con verdad”. Para lograrlo, definitivamente, un actor o actriz requiere de capacidad interpretativa de alto nivel.

Y tú, ¿qué te consideras? ¿Actriz, intérprete o ambas? 

Siempre me he considerado “una actriz en desarrollo”. Nunca he dejado de aprender. En cada texto, guion, autor, director y compañeros de trabajo, siempre encuentro la oportunidad de mejorar mi capacidad interpretativa; usar esas herramientas para llegar a “la verdad”. Unas veces mejor que otras, pero ese es el objetivo.

Cuéntame de Mónica, la niña.

Soy orgullosamente regiomontana. Mis padres eran “grandes”, para cuando decidieron tener a su última hija, la quinta. Llegué luego de tres hermanos hombres y una mujer. 

Mi mamá enfermó y murió muy joven, siendo yo una chiquita de 9 años. Papá, un hombre inteligente, conservador y trabajador, era gran amante de los libros y la música.  

Las habilidades de lectura y oratoria siempre estuvieron presentes en mi formación académica y las usé desde niña. Después, en la adolescencia, se les sumaron todas las actividades artísticas que podían ocupar mi tiempo. En “Sociedad Cuauhtémoc y Famosa” estudié baile, canto, guitarra, piano.

Ya en preparatoria (Universidad Regiomontana) y buscando una formación un tanto más “integral”, participé en actividades del Departamento de Difusión Cultural. No sabía exactamente “qué” o “cómo”. Sólo quería estar arriba del escenario. Eso me hacía sentir completa.

Para muchos, esas actividades son un complemento formativo. Para ti, fue reforzar un camino de vida que ya tenías marcado. ¿Qué vivencia definió tu vocación?

De muy chica, las navidades eran lindas, con mucha gente alrededor y siendo la más pequeña de toda la familia, primos y primas, siempre encontraba algo con qué entretenerlos; algún bailable, una poesía o representación que me aplaudieran y festejaran. Era una forma de regalarles algo, de decirles “te quiero”.

Mónica Muruato en “Niño Doctor”.


¿Cómo y en qué momento te orientaste al teatro?

Tenía 15 años cuando acompañé a una persona a hacer audición a la escuela del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) donde el Maestro Rubén González Garza impartía un taller de teatro.

Aunque no iba con la idea de participar, el Maestro ordenó que pasara al frente y me quedé en el reparto. Fue mi primer acercamiento al teatro y ya no me pude separar.

¿Y tu familia? ¿Cómo reaccionó?

Tanto como reacción, no hubo. Creo que mi papá llegó a pensar que iba a ser un pasatiempo más, un tema artístico con qué mantenerme ocupada.

Las cosas cambiaron cuando, ya en la preparatoria, comencé a enfilar mis intereses. Para acabar pronto, la orden fue muy clara: “Aquí me traes un título real y después harás lo que desees”. No hubo opción. Eso, aunado a que, como rutina de formación familiar, era obligatorio trabajar de lo que fuera, para ganar tu propio salario. Así, me convertí en cajera del primer McDonald’s de México.

“Me siento comprometida, agradecida, emocionada y sumamente maravillada, de poner mi profesión al servicio de los demás”

Entonces, supongo que tu ritmo diario se aceleró. 

¡Imagínate! Era estudiar por la mañana -primero preparatoria y después la Licenciatura en Derecho-, luego trabajar toda la tarde y, al salir, ya en la noche, correr a la escuela de actuación del Centro de Estudios Teatrales del Teatro de La Ciudad de Monterrey.

¿Y el giro a lo profesional?

Aunque la historia empezó atrás, la escuela me brindó claramente grandes oportunidades académicas y de tablas. De ahí, trabajos y proyectos que completaron apenas el inicio de esta pasión. Me gusta pensar que en agosto de 1986 se definió el rumbo de mi vocación participando en mi primera producción formal de SCyF en el “Teatro Monterrey” del IMSS y, por otro lado, trabajando para la Compañía de Teatro Infantil de México de Ramón Sevilla.

Ser actriz implica tanto satisfacciones como de responsabilidades. ¿Cómo te sientes al respecto?

Comprometida, agradecida, emocionada y sumamente maravillada de poner mi profesión al servicio de los demás. En este trabajo puedes tocar el corazón de las personas. Definitivamente, soy muy afortunada. 

¿Quiénes fueron tus principales mentores?

Como actriz independiente, ofrezco mi eterno agradecimiento y admiración a maestros que han sido pilares de la actuación y dirección teatral en Nuevo León: Rubén González Garza (+), Sergio García (+), Luis Martín, Javier Serna, Gerardo Valdez y Hernán Galindo.

Como actriz ante una cámara, Sinhué Benavides, de quien he aprendido, según sus propias palabras, que, a diferencia de un escenario teatral, al actuar para audiovisual “menos, es más”.



Y tú, ¿qué consejo compartes con los que apenas comienzan?

Más que un consejo, es un deseo, un tip: Constancia, preparación y humildad. A todos, siempre, eso nos viene bien. Prepararte para buscar la verdad escénica y entregarla con pasión. No te rindas, nunca es tarde, comprométete.

Actualmente, ¿Qué tan difícil es desempeñarse -y abrir camino- en el mundo de la actuación?

Es un gran tema. Desde la centralización de la industria, hasta los apoyos gubernamentales. No hemos logrado desarrollarnos a la par. La producción teatral y de cine requieren de fuertes esfuerzos e iniciativas, muchas veces individuales e independientes, para llevarse a cabo. De ahí la razón por la que grandes propuestas apenas llegan a tocar una parte muy pequeña de nuestra población. Sé que las cosas están cambiando y que la gente joven trabaja muy duro en consolidar nuevos mecanismos. Espero ser parte del cambio.

¿Cuál ha sido tu principal campo de acción?

Definitivamente, mi carrera está fincada en el teatro. Me fascina estar sobre las tablas. Pero, de unos 7 años para acá, he tenido la oportunidad de incursionar en cine, el cual representa para mí un gran reto de aprendizaje y un área con enormes posibilidades interpretativas y de cómo abordar una diferente verdad escénica. El cine es una continua Caja de Pandora.

Hablemos de “personajes difíciles”.

¡Uy! Quisiera platicarte de todos. Es que a cada uno los llevo en un cachito de mi corazón y todos han representado un reto diferente, en algún sentido. 

De los últimos 10 años en teatro, tuve un personaje histórico retador en “Víspera de Fuego”, un casi monólogo en el que interpreté a Mariana de Carbajal y de la Cueva, quien fue llevada a la hoguera por ser judía. Y en cine, en el largometraje “Somos Invisibles”, dar vida y voz a Consuelo, una madre llena de matices y dolores internos.

“La preparación es la llave que abre todas las puertas y el aprendizaje, la retribución”

¿El personaje te encuentra a ti o tú encuentras al personaje? 

Nos buscamos hasta encontrarnos. Nos tejemos, nos construimos. Creo fervientemente en esa teoría. Y si no nos encontramos en un tiempo y espacio determinado, es muy probable que lo hagamos en un futuro.

Poster de “Vispera de Fuego”


¿Qué perfiles son tus consentidos? 

No te puedo negar que los personajes históricos me encantan. Saber que esa persona/personaje existió en la vida real, provoca en mí una fascinación. Estudiar y empaparme de su vida me compromete de una forma especial. Sin embargo, los personajes bien construidos desde la ficción, los bien escritos, los que tienen alma propia, me retan de igual forma. El respeto que siento por ambos perfiles me hace que los aborde con el mismo entusiasmo.

¿Y tu género preferido? 

El drama es, sin duda, un lugar en donde encuentro la voz para decir muchas cosas que pienso y que no me pertenecen. Me reta y me confronta. Te obliga a un suspenso. No siempre es necesario un final feliz.

¿Hay alguno que se te dificulte más? 

Ya sabes. Una es todo terreno. Respeto todos los géneros, pero el monólogo me parece un doble reto. Se necesita mucho valor y preparación para brindar un trabajo con sentido y valor escénico. 

¿Cuál ha sido el principal reto que has enfrentado como actriz? 

Hace un par de años, bajo la dirección de Hernán Galindo, participé en un proyecto basado en una adaptación de “A puerta cerrada” de Sartre. Justo el que referiste al principio de esta charla. En él interpreté a una mujer homosexual en su tránsito por el purgatorio. Fue retadoramente genial. Y el último filme en el que participé, de tu coautoría, interpretando los pedazos de una mujer y madre en confrontación con su pasado. Fue un viaje que será inolvidable.

¿Y la mayor gratificación? 

Sonará trillado, lo sé, pero dedicarme a lo que me apasiona es la mejor recompensa. He recibido algunos reconocimientos que valoro mucho, en especial, apenas iniciada en cine, recibí un premio a mejor actriz en el Festival Internacional “Latinas In Cinema” por mi participación en “Otto”, una adaptación del texto de Stephen King, bajo la dirección de Sinhué Benavides. Esto fue en el 2017.

“Siempre me he considerado ‘una actriz en desarrollo’. Nunca he dejado de aprender”

¿Te has decepcionado de alguna de tus tareas interpretativas? 

En el desarrollo de los personajes que me ha tocado interpretar, no. Creo que la decepción aparece a partir de tus expectativas, ¿sabes? Así que, tal vez, en algunas ocasiones mis expectativas hacia algún proyecto, dirección o equipo de trabajo han sido muy elevadas. Sin embargo, son oportunidades y todas han representado aprendizaje y experiencia. Eso nadie me lo quita.

Mónica Muruato en “Starting Over”


No falta alguien que refiera que entre actores y actrices predominan las envidias y traiciones. ¿Qué le dirías? 

Que eso no es privativo de nuestro gremio. Pasa en todos los campos de trabajo. En esta profesión, el material principal de trabajo es el ser humano, con todos los beneficios y todas sus consecuencias. Uno puede hacer la diferencia.

¿Sigues alguna escuela clásica para construir tus personajes o echas mano de la intuición? 

Hay un método clásico de análisis de personaje del que me agarro siempre. Me resulta infalible. Se trata del trabajo de mesa, de la mano con el director y el equipo. Además de fundamental, lo disfruto mucho. Después, bajo la guía quien dirige -que debe saber claramente lo que quiere- empezar a entretejernos, a integrarnos, el personaje y yo. 

“El drama es, sin duda, un lugar en donde encuentro la voz para decir muchas cosas que pienso”

Si te llega un guion o libreto para estudio. ¿Cuáles son los pasos que sigues para asimilar tu personaje y darle forma/vida en tu desempeño sobre el escenario o ante la cámara?

Primero darle la bienvenida; estás de acuerdo que formará parte de tu vida los siguientes meses. Leer para entender; lo que tú traduzcas, lo que toque tu corazón.

Intercambiar, discutir y definir con el director el objetivo escénico del personaje para, así, empaparte de su historia y poderla contar. 

Tengo por costumbre volver a escribir el texto haciendo ajustes de tamaño de letra y colores para que, visualmente, me ayude al siguiente paso: memorizar, memorizar, memorizar. También lo grabo en audio. 

Luego, proponer cuando se pueda y contribuya a lograr “la verdad”. Finalmente, ensayar, ensayar y ensayar.

Mónica Muruato en “Monstruo bajo la tierra”


¿Hay algún trabajo escénico del que te arrepientas? 

Me hiciste recordar algunos trabajos que realicé cuando era estudiante, hace mil años. ¿Arrepentida? ¡Jamás! Cuando veo el resultado a la distancia, creo que, en definitiva, hay cosas que pude haber hecho mejor. Y sí, también hay algún equipo de trabajo o director, con los que no me he identificado plenamente y aún así valen más el aprendizaje y la experiencia para replantear mi trabajo y sumar herramientas para lograr una mayor calidad. 

¿Y el que te hace sentir más orgullosa? 

Te voy a contestar con el corazón en la mano: El proyecto que sigue siempre me hace sentir muy orgullosa, porque significa que hay trabajo, que hay vida, que hay oportunidad.

Llevo varios en el corazón: “Sexo, Pudor y Lágrimas”, por el éxito que tuvo. “Los Locos Addams”, por ser un musical. “A Puerta Cerrada”, por ser un reto actoral. “Otto”, por iniciarme en cine y “Somos Invisibles”, porque dejé parte de mi corazón.

¿Qué tanto ha afectado la pandemia tus oficios como actriz? 

Jamás imaginamos que esto sucedería. ¡Cuántas cosas cambiaron y nos replanteamos! Estos dos años han sido ejemplo de resiliencia y fortaleza. Cuando llegó la pandemia, yo estaba iniciando “El Mercader de Venecia” con la Compañía de Teatro de Nuevo León. Tuvimos que adaptarnos rápidamente. Por fortuna, el trabajo no faltó. El año pasado, por ejemplo, tuve la oportunidad de participar en varios proyectos en línea, dos filmados y uno presencial. Creo que de esta etapa saldremos fortalecidos y con una creatividad a punto de ebullición. 

La narrativa pasa por una vertiginosa evolución, especialmente desde el surgimiento de variedad de ventanas hacia las audiencias. ¿Es difícil adaptarse a las nuevas exigencias?

¡Claro que es difícil! Sobre todo, cuando llevas tantos años siguiendo un solo camino. Pero qué aburrido sería si no lo intentara. 

Y es que cada ventana plantea un criterio actoral distinto, aunque hay quienes creen que basta con aprender una técnica para moverse en todos lados, sin considerar que los actores de cine, radio, TV y teatro tienen que adecuarse a la naturaleza de cada espacio. 

Así es. La preparación es la llave que abre todas las puertas y el aprendizaje, la retribución. Existen métodos clásicos que vivirán por siempre, pero hay que actualizarse, complementarse, equiparse. Como bien lo dices: evolucionar.

¿Diriges, escribes? 

“Zapatero a tus zapatos”. Siento un profundo respeto por quien decide dirigir y/o escribir. Yo soy actriz.

Poster de “El Mercader de Venecia”.


¿Cuál sería tu punto máximo en la actuación? 

Fíjate que me pasa algo curioso, sobre todo últimamente. En cada proyecto creo que ya llegué a donde quería, pero en cuanto llega el siguiente, me emociono igual, me ilusiono y empiezo a trabajar. Siempre hay algo más por decir. Eso sí, me gustaría seguir haciendo cine, es mágico. Desde mi trinchera, con las herramientas que tengo y con las que pueda aprender y sumar para seguir contando historias.

¿Qué es Mónica Muruato, además de actriz? 

Soy abogada (aunque no ejerzo). También, esposa y madre de familia, por lo tanto, también soy psicóloga, taxista, enfermera, cocinera y muchas cosas más.

“Respeto todos los géneros, pero el monólogo me parece un doble reto”.

A propósito, ¿Cómo eres en tus facetas de esposa y madre? 

Sería interesantísimo que esta pregunta la contestaran mis hijas y mi marido. ¡Ja! Soy una mujer muy apasionada en lo que hago. Amo a mi familia y el rol de mamá. Ya sabes, para esto “no hay manual” ni técnica que te evite alguna falla. Pero para este “papel”, como en los otros, trato de prepararme y entregar lo mejor de mí.

¿Y en el rol de amiga? 

Intensa. Entregada. Exigente. Me gusta la gente clara y que habla de frente. Por eso tengo pocos amigos. Son muy difíciles de encontrar. Me gustaría ser una mejor amiga, ser más dedicada, más detallista, tener más tiempo.

Mónica Muruato en “Anfitriona”


¿Trabajos en desarrollo? 

Me invitaron a colaborar en un proyecto de Audio/Doblaje en donde participan varios países haciendo equipo. Esto se hace por primera vez en el mundo y estoy muy emocionada de poder ser parte. Por otro lado, estamos trabajando en una nueva puesta teatral para verano de este año. Se trata de un texto maravillosamente escrito que aborda la amistad de dos grandes artistas plásticas, Leonora Carrington y Remedios Varo. Dirige el Maestro Luis Franco.

¿Algo a manera de cierre? 

Agradecerte por brindarme la oportunidad de compartir un cachito de mi trabajo y traer todo a mi memoria. Es lindo recordar de dónde salí y por qué estoy haciendo lo que hago.