Sin audiencia
no hay medios
Telenovelas
¿Reflejan o definen
la realidad?
Seguimos envueltos en el tema del romance. En
la edición anterior abordamos el cine de género
y se adelantó que daríamos continuidad con un
salto a las producciones televisivas románticas
por excelencia: Las Telenovelas.
Antes que nada, resulta pertinente hacer justicia al formato señalando que, aunque muchos
siguen evaluándolas, comparando con las
ahora famosas “series”, las telenovelas son, por
sí mismas, parte de esa clasificación.
Algunos de ustedes recordarán cuando compartí que las series televisivas y de plataformas
se clasifican en tres grandes grupos (independientemente del género): Episódicas, Antológicas
y Fragmentadas o Noveladas.
Las series Episódicas ofrecen un mismo grupo
de personajes que viven distintas situaciones
o aventuras en cada episodio. Las Antológicas
son las que en cada entrega presentan historias distintas, con diferente grupo de personajes,
pero con un tema en común, que es lo que le
da sentido de unidad al todo. Las Noveladas (de
trama por temporada y telenovelas) son las que
cuentan una historia amplia, compleja y completa, pero que, para conocerla en su totalidad,
necesitamos ver cada uno de los fragmentos
-capítulos- que la integran. Cada uno está ligado
al anterior y al siguiente.
Las Telenovelas se produjeron originalmente en
América Latina y ahora son un formato que se
realiza en todo el mundo. Cuentan historias con
base melodramática, no siempre realistas y, la
mayoría de las veces, con final feliz, luego de
que los protagonistas enfrentan variedad de
conflictos, así como a uno o varios villanos que
intentan obstaculizar su felicidad.
Las tramas de telenovela son regularmente
románticas, con engaños y todo un despliegue
de valores y antivalores, pero con el paso del
tiempo se han diversificado, al grado de que
hoy encontramos policiacas, de acción, de
comedia, ciencia ficción, suspenso, juveniles y
hasta infantiles.
La principal diferencia entre las telenovelas y
las conocidas como “soap opera” (productos
anglosajones) es la duración al aire y la red de
subtramas. Mientras que las primeras se planean para cierta extensión (número de capítulos) las segundas van ampliando sus historias
básicas y de complemento de tal forma que se
da seguimiento a los personajes de referencia,
a los nuevos, a sus familias, a su descendencia, y así sucesivamente, por tiempo indefinido,
mientras se mantengan el gusto y fidelidad del
espectador.
Con el tiempo se han conformado algunos estereotipos, tanto en personajes como en situaciones, que se van hilvanando para dar forma
(construcción) a las tramas. Esto ha sido motivo
e imán para oleadas de críticas, sin embargo,
tiene una razón de ser y estar.
Las telenovelas, más que para “hacer pensar”,
son un entretenimiento con potencial para la
descarga emocional (catarsis) del televidente
que, aunque pueda inferir en qué terminarán
los “buenos” y los “malos”, lo que le importa es lo
que ocurre en el proceso y, sobre todo, la posibilidad de tener, por un rato, un oasis en el que
se mete a los problemas de los demás para
olvidar, por poco, de los propios.
Se trata de un muy válido recurso de esparcimiento que distrae de las tensiones diarias
para, una vez que termina, podamos regresar
a ellas con la mente despejada y un poco más
relajados, con posibilidad de enfrentar los problemas de la realidad con una óptica o actitud
distintas. Otros buscarán este desahogo en un
partido de fútbol, cantando, pintando, corriendo,
durmiendo. Muchos otros, toman éste como
su compuerta de descarga y se les respeta la
decisión.
Todos tenemos derecho a que nos guste o disguste algo. Lo que no se vale es insistir en que los
demás tienen que pensar o gustar de lo mismo
que nosotros.
Les invito a buscar lo que plantean las Teorías de
la Catarsis o Vicario, la de Efectos del Estímulo,
Aprendizaje por Observación, del Refuerzo y del
Cultivo. Todas llegan al mismo punto: los contenidos mediáticos están ahí, expuestos, pero el
efecto que tengan en cada receptor dependerá,
principalmente, de la capacidad y forma en que
el individuo los reciba, procese y apropie.
No podemos responsabilizar a los medios de
aquello en lo que nuestra decisión resulta determinante.
Volviendo al punto, veamos las telenovelas como
el producto de entretenimiento que son. Disfrutemos sus historias, sus romances, sus aventuras. Y, luego, volvamos a nuestra vida real, sin
esperar a que lo que vimos defina, como por
acto de magia, lo que estamos haciendo, bien
o mal, en nuestro mundo real.
Edui Tijerina Chapaedui_tijerina@yahoo.com.mx
Twitter: @EduiTijerina
Instagram: @eduitijerinachapa
Escritor, dramaturgo, guionista,
asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas
teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”,
“Juan Diego” y “Jesús de Nazaret”