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Telenovelas | EDUI TIJERINA | Febrero 2022

Sin audiencia no hay medios

Telenovelas

¿Reflejan o definen la realidad?

Seguimos envueltos en el tema del romance. En la edición anterior abordamos el cine de género y se adelantó que daríamos continuidad con un salto a las producciones televisivas románticas por excelencia: Las Telenovelas.

Antes que nada, resulta pertinente hacer justicia al formato señalando que, aunque muchos siguen evaluándolas, comparando con las ahora famosas “series”, las telenovelas son, por sí mismas, parte de esa clasificación.

Algunos de ustedes recordarán cuando compartí que las series televisivas y de plataformas se clasifican en tres grandes grupos (independientemente del género): Episódicas, Antológicas y Fragmentadas o Noveladas.

Las series Episódicas ofrecen un mismo grupo de personajes que viven distintas situaciones o aventuras en cada episodio. Las Antológicas son las que en cada entrega presentan historias distintas, con diferente grupo de personajes, pero con un tema en común, que es lo que le da sentido de unidad al todo. Las Noveladas (de trama por temporada y telenovelas) son las que cuentan una historia amplia, compleja y completa, pero que, para conocerla en su totalidad, necesitamos ver cada uno de los fragmentos -capítulos- que la integran. Cada uno está ligado al anterior y al siguiente.

Las Telenovelas se produjeron originalmente en América Latina y ahora son un formato que se realiza en todo el mundo. Cuentan historias con base melodramática, no siempre realistas y, la mayoría de las veces, con final feliz, luego de que los protagonistas enfrentan variedad de conflictos, así como a uno o varios villanos que intentan obstaculizar su felicidad.

Las tramas de telenovela son regularmente románticas, con engaños y todo un despliegue de valores y antivalores, pero con el paso del tiempo se han diversificado, al grado de que hoy encontramos policiacas, de acción, de comedia, ciencia ficción, suspenso, juveniles y hasta infantiles.

La principal diferencia entre las telenovelas y las conocidas como “soap opera” (productos anglosajones) es la duración al aire y la red de subtramas. Mientras que las primeras se planean para cierta extensión (número de capítulos) las segundas van ampliando sus historias básicas y de complemento de tal forma que se da seguimiento a los personajes de referencia, a los nuevos, a sus familias, a su descendencia, y así sucesivamente, por tiempo indefinido, mientras se mantengan el gusto y fidelidad del espectador.

Con el tiempo se han conformado algunos estereotipos, tanto en personajes como en situaciones, que se van hilvanando para dar forma (construcción) a las tramas. Esto ha sido motivo e imán para oleadas de críticas, sin embargo, tiene una razón de ser y estar.

Las telenovelas, más que para “hacer pensar”, son un entretenimiento con potencial para la descarga emocional (catarsis) del televidente que, aunque pueda inferir en qué terminarán los “buenos” y los “malos”, lo que le importa es lo que ocurre en el proceso y, sobre todo, la posibilidad de tener, por un rato, un oasis en el que se mete a los problemas de los demás para olvidar, por poco, de los propios.

Se trata de un muy válido recurso de esparcimiento que distrae de las tensiones diarias para, una vez que termina, podamos regresar a ellas con la mente despejada y un poco más relajados, con posibilidad de enfrentar los problemas de la realidad con una óptica o actitud distintas. Otros buscarán este desahogo en un partido de fútbol, cantando, pintando, corriendo, durmiendo. Muchos otros, toman éste como su compuerta de descarga y se les respeta la decisión.

Todos tenemos derecho a que nos guste o disguste algo. Lo que no se vale es insistir en que los demás tienen que pensar o gustar de lo mismo que nosotros.

Les invito a buscar lo que plantean las Teorías de la Catarsis o Vicario, la de Efectos del Estímulo, Aprendizaje por Observación, del Refuerzo y del Cultivo. Todas llegan al mismo punto: los contenidos mediáticos están ahí, expuestos, pero el efecto que tengan en cada receptor dependerá, principalmente, de la capacidad y forma en que el individuo los reciba, procese y apropie.

No podemos responsabilizar a los medios de aquello en lo que nuestra decisión resulta determinante.

Volviendo al punto, veamos las telenovelas como el producto de entretenimiento que son. Disfrutemos sus historias, sus romances, sus aventuras. Y, luego, volvamos a nuestra vida real, sin esperar a que lo que vimos defina, como por acto de magia, lo que estamos haciendo, bien o mal, en nuestro mundo real.


Edui Tijerina Chapa

edui_tijerina@yahoo.com.mx 
Twitter: @EduiTijerina 
Instagram: @eduitijerinachapa  

Escritor, dramaturgo, guionista, asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”, “Juan Diego” y “Jesús de Nazaret”