Por: Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Sinhué Benavides
SINHUÉ BENAVIDES
El cine no es como se ve en la pantalla
Lo conocí hace varios años. Coincidimos en
una función de teatro y, luego, en un par de
cursos de guion que impartí en la Alianza
Francesa de Monterrey y en la Universidad
de la Comunicación Avanzada (UNICA).
De ahí comencé a adentrarme en su trabajo y talentos para la producción audiovisual. Con larga trayectoria en el terreno
de la publicidad y con varios cortometrajes
con impacto importante en crítica, público y jurado de distintos
festivales internacionales, siempre me ofreció charlas amenas,
interesantes y aleccionadoras.
Cuando se dio la posibilidad de colaborar como guionista en,
hasta ahora, dos de sus proyectos, “Frágil” (Un thriller psicológico en espera de producción) y “Somos Invisibles” (un drama
con guiños de horror ya casi listo para llegar a las pantallas),
encontré gran afinidad en la veta y proceso creativo y, sobre
todo, en la pasión por contar historias.
Por eso, esta ocasión, sugiriendo que se graben bien el nombre
porque cada vez dará más de qué hablar en temas cinematográficos, les comparto una entrevista con Sinhué Benavides.
Algunos cineastas encuentran su vocación desde muy
pequeños. Otros, hasta ya entrada la juventud o, incluso,
en plena madurez. ¿Cuál fue tu caso?
Desde la niñez, sin duda.
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Escena del fime “Somos Invisibles” |
Cuéntame de eso…
La verdad, mi infancia fue un poco confusa. Me resultaba complicado que todos mis amigos querían salir a jugar soccer mientras
yo prefería quedarme en casa, leyendo o viendo una película.
Eso sí, que no fuera de animación.
En casa me notaban la “rarencia” y eso hacía un poco áspero
el ambiente. No sabían cómo lidiar conmigo porque era un niño
callado y muy emocional. Lloraba con facilidad.
Para mí fue todo un reto el aceptarme y convivir conmigo
mismo. Antes, como ahora, pasaba mucho tiempo en mi propio
universo.
¿Alguna vivencia que haya marcado tu interés por la
producción audiovisual?
Recuerdo que rentaba películas que no podía ver por mi edad. Las
de “El Padrino” 1 y 2 las vi a los 10 años, sacándolas, a escondidas
de mis padres, del videoclub de la colonia, donde, por cierto, ya
no querían ni verme, porque iba casi a diario.
Creo que esa afición por las películas, combinada con la manera
en que lo que ves se va quedando en el bloque de recuerdos de un
momento dado y específico de la vida, fue lo que me determinó,
desde siempre, a querer hacer audiovisuales. Y no tanto por la
“enseñanza” que pueden o no dejar, sino la posibilidad de tatuar
la memoria de los demás.
Pienso que los audiovisuales nos impactan de distinta manera,
dependiendo en qué momento nos toque verlos. En ese sentido, son “de temporada”. Por ejemplo, ´lo que antes me causaba
miedo, ahora no. Recuerdo aquella noche de octubre en la que
mis padres tuvieron que salir y quedé al cuidado de unos tíos.
Me escondí bajo la cama para ver “El Resplandor”, de Stanley
Kubrick. Todas las noches de esa semana batallé para dormir, ya que a todas las sombras les encontraba alguna forma relacionada con algo de la película.
¿Y qué tal tu familia? ¿Te apoyó cuando dijiste que querías
ser cineasta?
Sería mentira si dijera que sí, que tuve apoyo, pero, la verdad es que
no. Yo creo que en ese tiempo era complicado y preocupante para
un padre que un hijo saliera con que quería ser “cineasta”, ya que
con eso se abría todo un abanico de posibilidades tanto económicas
como sexuales, especialmente si estaba en edad temprana. Lo digo
por el pensamiento antiguo de que las personas que se dedican
al arte son muertos de hambre, homosexuales y desorientados.
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Sinhué Benavides |
Además de eso, ¿tuviste algún obstáculo?
¡Todos!
“No creo en
la ‘regionalidad’
del cine, ni
tampoco en
la famosa
frase ‘apoyemos al
cine mexicano’”
Sé que estudiaste música…
Podría decirse que soy un músico frustrado. Toda la vida estudié
música, toqué en muchas partes gran variedad de instrumentos.
Incluso, podría afirmar que pasé por todas las escuelas importantes de la Ciudad de Monterrey, comenzando por la Escuela
Superior de Música y Danza (ESMD) Carmen Romano, del INBA, lo
cual me llenó de orgullo. Desde que me aceptaron, siempre tuve
buenas notas, pero nunca encontré una forma de monetizarlo.
¿Qué más?
A la par, estudié la Licenciatura en Administración en la UANL,
carrera que agradezco, ya que me resulta de suma y vital importancia para mis proyectos audiovisuales, ya que me permite
organizar y manejar mejor los tiempos y recursos involucrados.
Poco a poco me fui quitando la espina del cine tomando cursos
y diplomados tanto locales como nacionales y en el extranjero.
Soy de las personas que siempre están abiertas a aprender. No
tengo complejos con eso.
Entonces, tienes muy en claro la responsabilidad social
que conlleva esta expresión, es decir, hacer cine…
Así es. Para mí, la verdadera responsabilidad de quienes con tamos historias en audiovisual recae en armar y compartir un
mensaje. Ya al público le toca descifrarlo. Cada persona, a su
manera, lo toma de un modo o de otro.
Es imposible entrar a la percepción de cada persona y saber
cuál será su reacción. Todos somos y pensamos de manera
distinta, pero, justamente, ahí está lo interesante. Es lo que
le llaman el “valor intrínseco” de las películas, que una sola
puede ser muchas a la vez, ante los ojos de cada integrante del
público espectador.
He recibido buenas críticas sobre mis trabajos. Incluso, me
han escrito o se han acercado para contarme lo que sintieron al
verlos. Pero también ha ocurrido todo lo contrario. Esa retroalimentación incrementa mi entusiasmo por seguir contando
historias de esta manera.
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Escena del fime “Somos
Invisibles”. |
Has recorrido un largo camino. Incluso, fundaste “Sizigia
Films”, tu propia casa productora. ¿Cómo surgió?
Durante un diplomado que tomé, de hecho, en una clase en particular, nos plantearon como ejercicio diseñar y fundar nuestra
propia compañía audiovisual.
Por ese entonces, mi hermano y yo estábamos escribiendo
un guion sobre los efectos míticos de los eclipses y en él se hacía
referencia a que un “sizigia” es la reunión de varios cuerpos
celestes. Comencé a conectar ideas y conceptos. Imaginé que
el AUDIO y el VISUAL eran como dos objetos celestes que se
alineaban para armar el compuesto de sonidos e imágenes. De
ahí salió el nombre. La verdad, fue para no tronar la materia.
De haber sabido que se iba a quedar, hubiera puesto algo más
mexicano y fácil de recordar y decir, como “Totopos Films” o
algo así.
“Soñar en
Hollywood
puede ser
muy peligroso, ya
que pareciera que
uno va sólo
en busca
de la fama,
riqueza y
reconocimiento”.
Hasta el momento, ¿cuáles han sido las producciones qué
más satisfacciones te han dado?
Hasta hace poco, mis producciones han sido cortometrajes. Todos
dejan algo. Entre los más marcados está “El Silencio” (2012), que fue
el primero que hice por mi cuenta y tuvo tal aceptación en muchos
lados que me motivó a seguir. Con “Otto” (2016) cumplí un sueño
infantil que era filmar el primer cuento de Stephen King en México
y con “Niño doctor” (2019) atraje la atención de los amantes del cine
de género de horror y terror. ¡Ah, cómo disfruté el asustar gente!
¿Qué tipo de historias te gusta contar?
Me gusta mucho ese cine que esconde algo, que obliga a pensar
qué es lo que oculta, que activa al receptor. Y aunque a veces
no lo descubrimos, el sólo hecho de participar en la dinámica
resulta interesante, atractivo, envolvente.
Al final, creo que al ver una película todos esperamos algo,
sea una novedad en la historia o una experiencia sensorial, en
fin… y al menos eso intento dar en cada proyecto que escribo,
produzco y/o dirijo.
¿Cuál es tu género preferido, el consentido?
Antes podría decir que el thriller emocional con toques de suspenso, hoy en día no le veo el género a las películas. En todo
caso, nunca he hecho comedia o algo que mueva a la risa. Quizás
sería algo interesante de hacer.
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Durante la filmación de “Somos Invisibles”. |
¿Cómo han sido tus experiencias en los distintos
festivales?
La verdad no tengo una buena o mala experiencia como tal,
quizá una triste porque “Niño doctor” quedó seleccionado en
muchos Festivales alrededor del mundo, pero, por la pandemia,
no pude ir a todos.
Alcancé a verlo en el de Molinos del Rey, en España, y resultó
ser una experiencia mucho muy grata, sobre todo porque es uno
de los públicos más exigentes en cuanto a festivales de género.
¿Cuál es tu percepción del cine en México?
Nunca me he enfocado en la procedencia de la película. Quizás
estoy mal, pero siento que lo que hace maravilloso al cine es que
nos llegan historias de todo el mundo y que las podamos entender, aún cuando se generaron en un país lejano. El compartir un
sentimiento con alguien que está en una situación totalmente
distinta a la de uno es lo que hace interesante esta profesión.
No creo en la “regionalidad” del cine. Tampoco en la famosa
frase “apoyemos al cine mexicano”. El cine no se trata de “apoyar”, sino de verlo y sentirlo, y si lo que vemos no funciona, no
debe de importar su procedencia. No es de sólo ver por ver, por
mucho que sea local o nacional.
Creo más en la experiencia por sí misma. Más en que como
ir al cine cuesta tiempo y dinero, uno tiene todo el derecho de
sentirse gratificado o decepcionado por lo que se esforzó en ver.
Si sientes que perdiste el tiempo y dinero al estar ahí, puedes
reclamar y quejarte lo que quieras.
En Monterrey no existe la industria cinematográfica como
tal. En la actualidad, la actividad audiovisual se sustenta en la
publicidad y al ser una ciudad que carece de escuelas cinematográficas de peso, no hay un verdadero desarrollo de talento,
lo que hace complicado el oficio.
No tenemos mucha historia cinematográfica en la localidad. Digo, sé que no es “rocket science”; las escuelas de
ingeniería se establecieron hace décadas para fortalecer la
industria y no por algo Monterrey, hoy en día, es la principal
entidad industrial del país. Por eso no me quejo. Si esta es
la época que nos tocó vivir, pues que así quede en los libros:
“Antes, en los 2000’s, los regiomontanos intentaron hacer
una industria y al paso de los años se logró hacer tal cosa…”
Y, pues, así que quede. Soñar en Hollywood puede ser muy
peligroso, ya que pareciera que uno va sólo en busca de la
fama, riqueza y reconocimiento, y no el simple hecho de crear
y contar historias audiovisuales.
“El acercamiento entre
creadores
y distribuidores es
tan importante como
el acercamiento del
talento con
la producción de la
película”
¿Existen apoyos significativos para la creación y
producción audiovisual?
En Nuevo León sí existen, pero tenemos que señalar algo: hacer
cine es muy costoso.
PROMOCINE, que es un apoyo local, ofrece un millón de
pesos para hacer una película y eso es relativamente poco.
Para un escritor de libros es más que suficiente. Recuerdo que,
en una sesión de máster class, William Friedkin, director de
“El Exorcista”, “Contacto en Francia” y “El Salario del Miedo”,
entre muchas otras, dijo algo con mucho sentido: “Para esculpir,
coreografiar una danza, plasmar una pintura, escribir dramaturgia o prosa, armar un diseño arquitectónico, requieres
sólo a un artista… Pero ¿cuántos artistas necesitas reunir para
hacer una película?”
Por más productor independiente que seas, requieres de una
cámara, lentes, un método de edición, iluminación, decoración
-aunque sea moderada-, vamos, se necesitan muchos “juguetes” para maniobrar y artistas comprometidos, con talento…
Y todos comemos, no todo es sólo “por amor al arte”.
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Poster del cortometraje “Otto”. |
¿Qué consejos das a tus colegas productores y directores?
Dar un consejo en este medio es tan peligroso como cruzar la
calle sin voltear para ambos lados. Más que consejo, va una
advertencia bondadosa a quien se quiera meter al ruedo:
“El cine no es como se ve en pantalla”.
¿Cuál ha sido tu mayor reto, hasta ahora?
Filmar “Somos invisibles”, mi Opera Prima.
“Me gusta
mucho ese
cine que
esconde
algo y que
obliga a
pensar”
Que, por cierto, ya está en etapa de postproducción,
preparándose para su estreno. ¿Qué tiene esta historia
que fue la que te motivó para lanzarte a tu primer
largometraje?
Me cansé un poco de contar historias alejadas de mí o de mi
vida personal. Necesitaba mezclar ficción con realidad.
A veces, es muy cómodo filmar el cine como espectador, “si
funciona, qué bien. Si no, pues también”, cuando debería ser un
reflejo de nosotros mismos, comprometernos en cada escena,
plasmar -como un álbum fotográfico- escenas que te contaron
tus padres o que viviste. Que el mundo las vea, que juzguen y
quizás, con eso, descubrir que no estabas tan equivocado en tus
percepciones… o tal vez sí.
Este proyecto fue rechazado en varias locaciones por su temática. Seguimos buscando hasta que, al final, se logró filmar en
una propiedad en Arteaga, Coahuila, a mediados de noviembre
del 2021.
¿Qué puede esperar el público de esta producción?
¿La verdad? No tengo idea y eso me tiene muy emocionado.
Es la historia de una mujer que es acusada de matar a su
esposo. Su hermano, abogado, consigue que le permitan una
tarde con sus hijas antes de entrar de por vida a prisión. La trama de la película transcurre esa misma tarde.
¿Quiénes encabezan el elenco?
Hice una combinación con actores locales (Mónica Muruato, Ana
Ochoa) con actores profesionales de cine (Ramón Medina, Luna
Balvanera, Claudia Frías), no actores (Mina Martins), mis hijas
(Daniela y Natalia Benavides), niños actores (Jocelyn Guevara,
Esteban Barrera), un comediante famoso en un papel dramático
(Oscar Burgos) y hasta una perrita pastor belga (Isis) entrenada
especialmente para esto. Todos, en una mezcladora, integran
el elenco de “Somos Invisibles”.
¿Alguna anécdota durante el proceso creativo?
Pues de eso estás bien enterado, porque la coescribimos entre ambos.
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Poster del filme “Somos Invisibles” |
Pues sí, pero quisiera que nuestros lectores se enteren
desde tus propias palabras.
La nuestra es una profesión que se podría comparar con la
arquitectura. Si no diseñas bien el plano, si no eliges bien los
materiales que debes de tener y no calculas cuidadosamente
los costos del proyecto, lo que construyas se te puede caer de
buenas a primeras.
Creo que el guion es fundamental para que una película
camine. La historia debe ser sólida, independientemente de
que se cuenta de manera lineal o no-lineal. Como Opera prima
creo que era fundamental tener la guía bien fundamentada para
poder diseñar el cómo se podría contar.
“Somos Invisibles” habla del pasado de una familia y las consecuencias emocionales en el presente. Para mí fue importante
primero filmar el pasado para, así, adentrarme más y entender
por lo que estaban pasando los personajes. En otras palabras,
se filmó pensando en la línea de tiempo regular para, luego,
jugar con la narrativa.
Apenas se terminó la filmación y ya se estaba presentando
como “work in progress” (trabajo en desarrollo) en el apartado
Blood Window, de “Ventana Sur”. Cuéntanos de ese evento de
mercadeo de proyectos cinematográficos.
Es muy gratificante que, aún sin estar terminado, confíen en
tu proyecto. Ya había tenido un acercamiento con Blood Window
desde “Niño Doctor”, proyecto ganador en el 2018, en Guadalajara.
Ahora fue en Buenos Aires, Argentina, en el marco de “Ventana Sur”.
El plan fue ir a buscar distribución. Resultó emocionante que
de 300 proyectos seleccionaran 10 y, de ese grupo, uno fuera el
nuestro. El acercamiento entre creadores y distribuidores es tan
importante como el acercamiento del talento con la producción
de la película. Esa ha sido una de las muchas gratas experiencias
que me ha dejado esta profesión.
“La verdadera responsabilidad de
quienes
contamos
historias
en audiovisual, recae
en armar y
compartir
un
mensaje”
¿Proyectos?
Terminar una película es como un atropello emocional del cual
se tiene que sanar marcando distancia de todo, Y cuanto más
rápido sea el regreso, más cosas podemos volver a hacer. Por lo
pronto, estoy enfocado en que la película “Somos Invisibles” se
estrene como debe ser.