Entrevista:
Edui Tijerina Chapa
Fotografía: Cortesía Yvonne Faulkner
YVONNE FAULKNER
El arte como catalizador de emociones
Casi todas las definiciones a “Arte” coinciden en que éste es “una actividad en
la que el ser humano recrea, con una
finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento, valiéndose de la
materia, la imagen o el sonido”. Muchos
agregaríamos que “el proceso implica
la inversión intelectual y/o emocional
del autor y el potencial vínculo con el
receptor, que podría verse / sentirse
identificado o proyectado en la obra”.
Precisamente, esa maravillosa fuerza que el arte tiene para
facilitar la descarga emocional, tanto en quien lo produce como
en quien lo aprecia a través de cualquiera de sus sentidos, es
parte importante de nuestra charla con Yvonne Faulkner, una
talentosa fotógrafa, diseñadora, pintora, muralista, escritora,
conferencista y promotora cultural originaria de Monterrey,
Nuevo León, México, pero actualmente radicada en la Ciudad
de Dallas, Texas, en los Estados Unidos.
Dime, Yvonne. ¿Se puede hablar de una edad ideal para
descubrir la vocación por el arte?
Desde pequeña fui introvertida, callada; siempre curiosa y con
afán de aprender cosas nuevas.
Recuerdo que, estando en clases, me ponía a dibujar en mi
cuaderno. Trazar muñequitas de papel era, en cierta forma, mi
manera de aplacar el bullicio en mi cerebro y, así, poder escuchar
con atención a los demás, aunque pareciera lo contrario. Así fue
como, a los seis años, vendí mi primer dibujo. Gustó tanto, que
llegó un momento en que tenía que dedicar el tiempo completo
del recreo para dibujar muñequitas para mis compañeras de
clase, quienes pagaban un peso por cada una.
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Yvonne Faulkner |
¿Qué tanto influye el entorno?
Pues, crecí en un ambiente muy estricto. Según mis padres, mi
única responsabilidad era estudiar y mantener dieces en mis
clases. Creo que eso marcó la forma de ser tan exigente conmigo
misma y este deseo constante de preparar, actualizar y seguir
formando en variedad de temas.
Definitivamente, no tuve una niñez típica. No salía a jugar con
las vecinas ni con amiguitas de mi edad. Papá y mamá trabajaban
todo el día, por lo que me quedaba al cuidado de la abuela, de
quien -por cierto- aprendí a cocinar. Así, mis juegos se limitaban a crear un mundo imaginario y a tocar a escondidas la
guitarra de mi tío, quien jamás permitía que nadie la usara ni
que se acercara siquiera a sus cancioneros de colección. Desde
ahí comencé a amar la música.
“Descubrí que, sin
palabras,
se puede
expresar
lo más íntimo de uno
mismo sin
necesidad
de dar explicaciones
a nadie”
Artes plásticas y música… ¡Pero, también, baile y canto!
¡Sí! Fíjate que una de esas tardes en casa de mi abuela, donde, como buena niña regia de ese tiempo, tenía como mis programas
favoritos los de “Pipo” y “Club Infantil”, escuché que en este último
tendrían pruebas de talento para quienes quisieran participar.
Sin más ni más, al día siguiente “recluté” a cuatro compañeras
de la escuela, con quienes armé un grupo de baile, las invité a
la casa y presenté con mi mamá, a quien, al tenerlos ahí, no le
quedó otra alternativa que apoyarnos. Comenzamos a ensayar…
¡Y así nació “Yvonne y su grupo CHIPS”!
Preparamos dos temas musicales. Una vez ante los productores, me preguntaron que si podía cantar porque ya tenían
muchos grupos de sólo coreografía. No estaba dispuesta a perder
la oportunidad así que de inmediato les dije que sí y me puse a
cantar. Fue así como aquella niña de nueve años siguió cantando
con el corazón, sin parar, durante los siguientes cuatro años.
Esa etapa fue una de las experiencias más hermosas, a la vez que
difíciles, que he tenido en la vida. Aunque no lo creas, sentía pavor
de estar frente a una cámara, pero decidí enfrentar los miedos.
Eso me enseñó el valor de la disciplina, el peso y satisfacción de
ser responsable y, sobre todo, que para lograr lo que queremos se
requiere empuje y decisión para dejar la zona de confort.
Definitivamente, cuando se tiene sensibilidad y talento,
siempre se está en busca de más y nuevas ventanas de
expresión.
Las artes siempre han sido esenciales en mi vida. Durante la
adolescencia, me inspiraba mucho el escribir poesía. Amaba el
lenguaje y los juegos de palabras; siempre soñé con escribir un
libro. Utilizaba la escritura como un puente, un motor para echar
a volar la imaginación y crear ese amor perfecto que sólo una
adolescente puede perfilar. Lo curioso aquí es que no tenía novio
ni nadie en particular por quien sintiera atracción. Más bien,
me retaba a ponerme en los zapatos de alguien más - “empatía”, le llaman - y describir los sentimientos como si los viviera
en carne propia. Por desgracia, mi madre no lo entendió así y
muchas de esas poesías se perdieron en el cesto de la basura.
El llamado de atención fue al potencial que uno tiene de
tomar las adversidades como un bache, una barrera que nos
hace regresar o, al contrario, que nos exige saltar para seguir
caminando. Yo tomé la segunda opción y, por eso, surgió lo que
llamo “mi primera poesía hecha pintura”. Descubrí que podría
esconder mis emociones detrás de las formas y colores de una
obra pictórica; descubrí que, sin palabras, se puede expresar
lo más íntimo de uno mismo sin necesidad de dar explicaciones a nadie. Todo se traduce a una sinfonía de trazos, colores
y texturas que se compaginan en un secreto, en un mensaje
doble, ante los ojos del espectador. Detrás de cada una de mis
pinturas existe una poesía. Describo mis obras como “poesías
que puedes escuchar con los ojos”.
Con todo lo que me cuentas, no puedo evitar una pregunta
casi obligada: El artista, ¿nace o se hace?
Todos somos, de cierto modo, artistas. Todos tenemos sensibilidad. Sin embargo, el porcentaje es distinto en cada persona,
como también lo son las posibilidades de explotarla, de sacarla,
y de dar con las técnicas que mejor se nos acomoden para esa
expresión. Algunos se sienten más cómodos con las letras, otros
con la música, la escultura, la actuación, pintura, en fin.
A muchos se les queda trunca. A otros se nos va
presentando la oportunidad de pulir, de perfeccionar, de
liberar.
Particularmente, mis estudios de diseño me ayudaron a desarrollar habilidades como pintora y a tramar mis inicios como
instructora. Durante las vacaciones de verano, armaba cursos
y talleres en mi casa y recibía pequeños de entre los cinco y
quince años interesados en el arte. Ver cómo los chicos aprendían a reconocer técnicas de distintos pintores me llenaba de
felicidad, de orgullo.
La carrera también me introdujo a una nueva vertiente expresiva. Una que, años después, se convertiría en una de mis grandes
pasiones: la fotografía. Aunque el aprendizaje que obtuve fue
con cámara análogo y actualmente todo es digital, las bases de
composición, perspectiva, sentido del diseño, paletas de colores,
y demás, siguen siendo las mismas. El equipo es lo de menos.
Lo que te hace fotógrafo no es simplemente tomar las fotos, sino
lo que transmites a través de ellas.
“Desde pequeña fui
introvertida, callada;
siempre
curiosa y
con afán de
aprender
cosas nuevas”
¿Y te aferraste a la fotografía? ¿O qué pasó?
Incursioné de lleno en ella el tiempo en que trabajé como
Manager de Mercadotecnia en un Hospital en Texas. Mis fotos se
utilizaban para anuncios espectaculares, o Billboards, de campañas institucionales a nivel nacional como las de Children’s Miracle Network y Go Red de American Heart Association.
Mi labor en ese entonces permitió convivir con pacientes de
cáncer de mama. Sentí una necesidad imperiosa de hacerles
ver lo hermosas que eran aún después de una mastectomía;
quise enfocar la fotografía al lado humano. Esto me motivó a
abrir mi propio estudio enfocado única y exclusivamente para
mujeres. Hasta la fecha, sigo tomando el quehacer detrás de la
cámara como una herramienta para motivar, ayudar a fortalecer
autoestimas y empoderar a las mujeres que se acercan a mí.
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En la Embajada de México en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos |
Sobre todo, en nuestros días, en los que los conceptos de
belleza cambian de un día para otro…
Claro. Vivimos en una sociedad que constantemente nos establece nuevos y casi inexplicables niveles de presión en cuanto
a estándares de belleza. Todos vemos que ya hasta rayan en lo
ficticio. Las redes sociales están llenas de imágenes logradas
con filtros, trucos de perspectivas y demás recursos que, lejos
de causar admiración, propicia frustración y hasta depresión
en quienes no toman las cosas como son y se obsesionan con
cumplir esos patrones.
Cuando quitamos todo eso de la ecuación y llegamos hasta
lo más profundo del ser humano, descubrimos lo perfectos que
somos, así, tales como somos; que la belleza interna puede mostrarse a través de una imagen directa, auténtica, enfocada en
el sentir más que en el aparentar. También, que ni un seno ni
una cabellera hacen a una mujer. Eso es lo que me propongo
mostrar cuando alguien se posiciona frente a mí y yo del otro
lado de la lente.
¿Qué pasó contigo al terminar tu carrera? ¿Cómo fue salir
del aula al campo laboral?
Cuando me titulé como Licenciada en Diseño Gráfico y Publicidad
por el Centro de Estudios Superiores de Diseño de Monterrey
(CEDIM), decidí que era justo el momento para moverme y crecer
profesionalmente. Contra la voluntad de mis padres y contando
con los pocos pesos que había ahorrado, me mudé a San Antonio,
Texas, con el plan de estudiar inglés.
Fue un “Día de la bandera”. Lo recuerdo perfecto. 24 de febrero
de 1996, cuando dejé todo: trabajo, familia y amigos. Emprendí
el viaje sin mirar atrás. Esa misma semana obtuve contrato
para diseñar la nueva línea de empaques de una compañía de
productos vitamínicos.
Un año después, abrí mi propia agencia de publicidad en
Omaha, Nebraska, a donde me mudé tras casarme con quien
fue mi compañero durante quince años. Su carrera militar nos
obligaba a cambiar constantemente de residencia. Fue por eso
por lo que tuve que cerrar mi agencia y comenzar de nuevo en
Corea del Sur. Allá retomé el camino del arte y experimenté la
opción de dar clases en escuelas públicas. A pesar de la barrera
del idioma, me di cuenta de que el arte es universal; que su
lenguaje puede conectar al mundo. Me fue tan bien que mi trabajo como artista fue reconocido y presentado en la prestigiada
galería “Yongsan” de aquel país.
“Detrás de
cada una
de mis pinturas existe
una poesía.
Describo
mis obras
como ‘poesías que
puedes escuchar con
los ojos”
¿Qué tan duro fue el choque cultural?
Pues sobreviví y, sin duda, salí fortalecida. Eso me preparó
para el siguiente punto: Italia. ¡Otra maravilla! Allá, en Florencia, tomé una especialidad en muralismo y restauración en el
“Istituto per l’Arte e il restauro Palazzo Spinelli”. ¿Te imaginas?
¡Trabajar directamente sobre piezas del renacimiento usando
la misma técnica de Miguel Ángel! Apasionante y estresante a la vez. Reparar una pintura de alguien más requiere de mucha
paciencia, delicadeza y, sobre todo, saber lo que estás haciendo.
Más en casos como esos, que eran piezas de mucho valor artístico, histórico y material.
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Con el Embajador de México en Tailandia. |
Cuéntanos de tu incursión en el muralismo.
En el muralismo encontré una nueva forma de amor. Estar
frente a una pared y tenerla como lienzo gigantesco, da una
sensación de libertad creativa impresionante. Saber que lo que
hagas quedará ahí por mucho tiempo activa un sentimiento muy
particular en el que se combinan el orgullo, la responsabilidad, la sensación de trascendencia. Es muy difícil, por no decir que
imposible, detallarlo.
El primer mural que hice fue en mi propia casa. Medía aproximadamente 8 metros de alto por 5 de ancho. Jamás había sentido
tanta emoción al estar trepada en una escalera. Ese muro fue la
“tarjeta de presentación” que sirvió para que me contrataran
para otros proyectos y, después, ser reconocida por el Club de
Arte en Pordenone.
Es difícil dejar atrás algo tan personal, pero, a la vez, queda
como huella, como propuesta, como un llamado espiritual que
otros escucharán y, tal vez, disfrutarán.
El año pasado, tres lustros después, volví a esa casa en la
que sembré tantas memorias. Me atreví a tocar la puerta y fui
recibida muy amablemente por una chica. Cuando le dije que
había vivido ahí, lo primero que exclamó, mientras señalaba la
pared, fue: “¿Tú eres la artista que pintó el mural?”.
Mi sorpresa fue mayúscula al encontrar mi obra intacta; esa
obra que consideraba perdida y hasta cubierta bajo varias capas de
pintura. No pude evitar las lágrimas cuando fue corriendo para
traerme un plumón negro y me pidió que lo firmara. Entonces
caí en cuenta que me había ido sin firmarlo. No fue sino hasta
ese día que pude estampar mi nombre y considerarlo oficialmente terminado.
Deduzco que eres amante de los viajes.
Los viajes dejan grandes lecciones, de todo tipo. Y esas lecciones
cierran o abren puertas, según las necesidades emocionales e
intelectuales que necesitemos cubrir.
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Yvonne Faulkner con su obra “Tradiciones
más allá de las Fronteras”. |
A propósito de moverse y marcar distancias, ¿te has
alejado del arte en algún momento?
Tras varios años alejada del arte debido a mi trabajo diario como
consultora de mercadotecnia y al esfuerzo para completar una
carrera en Administración de negocios en la Universidad de
Maryland, decidí que era hora de retomar. Siempre he sido muy
celosa de mi carrera como pintora y, por tanto, no me gusta
comercializar las obras que produzco. Para mí, como dije antes,
el arte es, más que nada y, sobre todo, fuente de inspiración y
desahogo; un escape y oportunidad de autoconocimiento. Me ha
salvado la vida en muchas ocasiones en las que mi única forma
de sobrevivencia ha sido vaciarme sobre un lienzo. Mi divorcio
fue uno de esos momentos.
El arte, cualquiera que sea su forma de expresión, llámesele
música, gastronomía, danza o pintura, la que quieras referir,
es una manera saludable de dejar que afloren las emociones.
Una vez que las sacamos, podemos ver desde otra perspectiva
la situación que las involucra. Entonces, aumenta la posibilidad
de sentirnos mejor y hasta de tomar decisiones más prudentes
y directas que faciliten, si no resolver, al menos sobrellevar el
asunto. Es por eso que mi enfoque ha sido la utilización del
arte como terapia.
“Sigo tomando el
quehacer detrás
de la cámara
como una
herramienta para
motivar, ayudar
a fortalecer
autoestimas y
empoderar a las
mujeres”
“Arte” y “Terapia” en una misma oración. Suena
interesante.
Así es. Tanto que, luego de dar varias vueltas al concepto, fundé
“PICS-Mixer”. Te cuento. Al ver la necesidad de actividades que
fomenten el arte y su utilización como herramienta psicológica,
diseñé el concepto PICS que, por sus siglas en inglés, significa
Pinta, Inspira, Crea y Brilla.
PICS me ha llevado a lugares en los que el acceso a la educación
básica es limitado; a países donde los pequeños no cuentan con
apoyo psicológico para lidiar con los traumas que les dejan las
situaciones en que viven, muchas de ellas no aptas para menores.
Esto nació de mi primera visita a Dubai. Quedé tan asombrada con la belleza de sus edificios y desarrollos turísticos,
que lo primero que me vino a la cabeza fue la interrogante de
quién estaba detrás de todo eso, quiénes eran las personas que
hacían posible esa magnificencia; quiénes se sacrificaban en
horas y horas de intenso trabajo, lejos de sus familias, por trabajar levantando esas magnas obras.
Tantas preguntas, y la necesidad de respuestas, me llevaron
hasta las afueras de la ciudad, donde conocí la otra cara. Una
muy diferente. El rostro de los asentamientos de inmigrantes, esos que dejaron todo para ir tras una oportunidad de vida
mejor para los suyos, esos que no pueden conducir un Ferrari,
que apenas pueden pagar un departamento en el que cohabitan
más de veinte personas; esos que apenas tienen para comer.
Entonces conecté con una Asociación que provee educación a
niños de residentes inmigrantes, usando una casa como aulas
y la docencia de voluntarios, porque se trata de familias que no
pueden pagar los más de 30,000 dólares que cuesta allá asistir
a una primaria.
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Obra fotográfica para cliente por Yvonne Faulkner. |
El contraste resultó impactante.
Definitivamente. Tan pronto regresé a casa, comencé a planear
lo que quería y debía hacer. Pensé en compartir y enseñar a todos
esos chiquitos, sin importar su procedencia ni su historia, que
pueden lograr todo lo que se propongan; salir adelante, creando
su propio futuro. ¿Cómo? A través del arte.
Armé una agenda de trabajo y cinco semanas después regresé para impartir clases de “Arte como terapia” a dos grupos, uno 29
en Sharjah y otro en Ajman, así como una conferencia para el
“Dubai International College” y el proyecto de un libro.
Me topé con que muchos de los niños de mis grupos habían
llegado al área desde zonas de guerra como Afganistán, Rusia e
Irán, donde la educación artística es casi inexistente. La mayoría
de ellos estaban temerosos incluso de tomar una brocha o pincel. No sabían qué hacer con ellos. Cuando les mostré cómo y
orienté a utilizar sus emociones para plasmar formas y colores,
fueron fluyendo hasta crear sus propias obras, algo que jamás
imaginaron hacer.
A raíz de estas actividades, la Embajada de México en Abu
Dhabi me extendió invitación a un evento en el Palacio presidencial de Qasr Al Watan UAE, donde tuve el placer de convivir
con miembros de nuestra representación, cuya sede ostenta, en
sus paredes, una de mis pinturas.
¿En qué áreas se puede utilizar el arte como terapia?
Mi estilo de enseñanza va más allá de detallar técnicas y pasos
a seguir. Es, más bien, una oportunidad para aprender a ver
detalles, a reconocer espacios, aprender a soltar y fluir. Es un
tipo de pintura intuitiva. Tomo el arte como herramienta que
puede sanar el alma “un color a la vez”.
Sé que tú no lo dirás, por un tema de modestia, pero si me
permites, quiero compartir con nuestros lectores que lo que
haces con esos pequeñitos es como servicio gratuito y hasta les
llevas todos los materiales que necesitan.
Así es. La satisfacción de ver sus caritas de felicidad y apoyarlos,
aunque sea un poco, en sus procesos para sanar las emociones,
no tiene precio para mí.
Estas experiencias me inspiraron y motivaron a tomar una
certificación como consultora de vida, partiendo del principio
de “Arte como terapia”, así como en programación neurolingüística y salud mental.
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Yvonne Faulkner. |
¿Qué anduviste haciendo en Tailandia?
Fui invitada a continuar con este programa, impartiendo clases
a jóvenes que, además, recibían la experiencia de una meditación guiada y visitas al Templo Wat Arun. Por allá dejé también
una de mis obras (“Khwam s̄ āmạkhkhī” Harmony) que es la
representación pictórica de la unión de ese país con México.
De hecho, se encuentra en exhibición en la Embajada Mexicana.
Además de todas estas experiencias y labores tan admirables,
todavía te organizas para trabajar a favor de las mujeres latinas
en los Estados Unidos. Hablemos de “Amigas Latinas”.
Bueno, pues, se trata de una Organización que he creado
para apoyar a las mujeres de origen latino que han llegado a mi
ciudad y no cuentan con el respaldo de una familia o amigos. Se
facilitan herramientas para emprendedoras que quieren iniciar
o promover su negocio, organizamos exposiciones, reuniones,
retiros, sesiones de capacitación con especialistas en diferentes
materias, en fin.
Esta idea surgió de mi propia experiencia de empezar de
cero en cada nueva ciudad a la que me tocaba mudar. Es muy
difícil encontrar amistades y conexiones cuando recién te estás
adaptando a tu nueva realidad, pero, a través de agrupaciones
como “Amigas Latinas”, el proceso se acorta y facilita. Es un
verdadero círculo de apoyo.
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Ejercicios de pintura
intuitiva con niños de
Sharjah, Emiratos Árabes
Unidos. |
¿Proyectos a corto plazo?
Por fin estoy por realizar mi sueño de escribir un libro. Éste
tendrá la finalidad de compartir con todos las historias de superación y aprendizaje narradas por los protagonistas que he ido
conociendo a lo largo de mis viajes.
Regresar a la TV, desde la señal de Univision, con segmentos en los que presentaré ideas creativas y formas de utilizar
la imaginación para mejorar el ambiente en nuestros hogares.
Estoy pintando un mural para un centro de la Asociación de
“Boys and Girls Club of America”, preparando varias obras para
una presentación en Nueva York -cuya recaudación se canalizará
a las labores de PICS- y preparo lo necesario para concluir un
mural para un hotel en Bangkok.
Me sigo preparando con certificaciones en el área holística
como yoga, meditación, reiki, terapia de sonido con cuencos
tibetanos y todo lo que tenga que ver con el bienestar de la
mente. Eso complementa lo que hago en mis otras actividades.
Abrir la mente y el alma ayudan, también, a abrir la creatividad
y flujo emocional.
Y me he propuesto aportar nuevas obras pictóricas para subastas a beneficio del “Children Advocacy Center”, de San Angelo,
Texas. Con esto, mi objetivo es ayudar a los niños que de alguna
forma u otra han pasado por situaciones difíciles, como abuso
y/o maltrato. Seguiré trabajando por ellos mientras tenga una
brocha o pinceles en mis manos.
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Llevando tradiciones mexicanas a todo el mundo. |