Por: Irma Idalia Cerda
Fotografía: Especial
De regreso a la
‘vieja’ normalidad
Las pocas veces que he tenido
que salir a la calle porque
necesito hacerlo, me he dado
cuenta que todo pareciera
que la pandemia terminó y
que el miedo a contagiarse del coronavirus es cosa del pasado.
Recientemente fui a hacer un pago al
banco que está dentro en un conocido
centro comercial, que recientemente
estrenó su sección nueva y un tercer
piso convertido en “food court” (área
de comidas), en la que me sorprendió
ver el lugar prácticamente lleno, que
según un letrero colocado en la entrada,
estaba limitado a 319 personas.
Entonces me di cuenta había gente
compartiendo sus alimentos en la
misma mesa- seguramente eran miembros de la misma familia, amigos o
compañeros de trabajo- igual que antes
que estuviéramos en confinamiento.
“Yo sólo me limité a comprar una
hamburguesa para llevar, pero me
quedé pensando en que las cosas se
habían relajado mucho y que no sé si
para bien o para mal, la gente ya perdió el temor a salir de sus casas, irse
de compras o a restaurantes o al cine,
como solía hacerlo antes del 2020.
Y hace días, por cuestiones de salud,
tuve que ir a un hospital privado a que
me revisara un especialista y en el
momento que yo llegué no había tanta
gente, pero al salir de la consulta ya la
sala de espera estaba llena. Claro, hay
muchas medidas de higiene y seguridad, pero no dejo de pensar en que
pareciera que estamos de regreso a la
“vieja” normalidad, con la diferencia de
que portamos el cubrebocas.
Y en las pasadas vacaciones de Semana
Santa, vimos las filas en los aeropuertos,
y una gran demanda en los hoteles de
Cancún, Puerto Vallarta, Mazatlán, por
mencionar algunos destinos, a donde los
mexicanos escaparon para sentirse nuevamente vivos, pues estar tanto tiempo
encerrados nos estaba y está bajando la
energía cada día, lo que nos hace sentir
apagados y desanimados.
Pero, lo importante es que recordemos que el coronavirus se encuentra todavía entre nosotros, que está
esperando este tipo descuidos para acecharnos, así que más vale seguirnos protegiendo y no bajar la guardia.
Porque de lo contrario sería inútil
que después de haber esperado tantos
meses, nos contagiáramos por sentimos confiados y de esa forma, dejar
de tomar las mismas precauciones que
teníamos al empezar la crisis sanitaria
por el COVID-19.
También existe gran esperanza
desde que empezaron a aplicar las
vacunas a los adultos mayores de 65
años; por ejemplo, a mi mamá quien
tiene 81 ya tiene la primera dosis, y el
día último de este mes, le aplican la
segunda.
Yo confío en que en algunos meses el
panorama cambie para bien, pero hasta
entonces podremos empezar a recuperar nuestro anterior estilo de vida
de manera total, en lo que se refiere a
lo social y laboral; por lo pronto tenemos que conformarnos con seguir en
modo “virtual” y realizar actividades
presenciales necesarias.
irma_idalia@hotmail.com