Sin audiencia
no hay medios
Cuando el miedo produce placer
El terror ha ocupado la
atención de escritores,
directores, realizadores
y de todos aquellos que,
desde distintos medios,
buscan mover un
particular flujo emocional
en el público.
¿Saben cuál es la diferencia entre el HORROR y
el TERROR? Si la respuesta es sí, pueden considerarse dentro de un porcentaje relativamente
reducido. Y es que la gran mayoría sigue sin
tener clara la línea que separa uno del otro.
Según la psicología, el terror es “el sentimiento
de miedo en su máxima expresión”.
Si el miedo es un patrón de supervivencia, entonces el terror es el nivel más alto al que éste puede
llegar, incluso por encima de las fronteras de
la razón.
El terror ha ocupado la atención de escritores, directores, realizadores y de todos aquellos que,
desde distintos medios, buscan mover un particular flujo emocional en el público.
Cada persona tiene sus propias formas de desahogo. Unos van por la comedia o dramas lacrimógenos, otros por la música, pintar, escribir,
hacer ejercicio, en fin. Muchos prefieren las emociones fuertes, sea a partir del contacto real con
el peligro, como en los deportes extremos, o el
figurado, como el que ofrecen los simuladores,
libros, películas y series.
Los asiduos a las cintas de terror buscan estímulos emocionales intensos, distintos a los cotidianos; esperan acelerar ritmos cardíacos y
respiratorios, aumentar sensación de riesgo,
sabiendo que éste no es real y que, finalmente,
les permitirá descargar, llegar a la relajación y,
luego, enfrentar de forma concreta y enfocada
las situaciones del día a día.
En cine, el terror no es un género sino un subgénero. Está incluido en el Fantástico, donde
comparte con el horror, el cine de fantasía (o
fantástico) y el de ciencia-ficción. Con los años,
todos ellos se han ramificado en amplia variedad con sus respectivas reglas.
Las películas de horror incluyen elementos sobrenaturales, desconocidos y ajenos a cualquier
posibilidad de explicación. En vez de explorar la
intimidad emocional del espectador (miedos
más profundos) se concentran en provocar
reacciones de rechazo, generando náuseas y
asco.
Las producciones de terror ofrecen subclasificaciones que van desde las de asesinos seriales,
criaturas (engendros, monstruos), animales/insectos y fenómenos naturales hasta las gore,
splatter, snuff, suspenso y misterio.
Los planteamientos clave van desde las preguntas de corte existencial sobre si existe o no el más
allá hasta las relaciones de tiranía y sumisión, la
pérdida de identidad, la posesión demoníaca,
los atentados contra Dios y/o la naturaleza que
generan personajes (seres) monstruosos.
Como parte del bloque “de horror” pueden ubicarse distintas clasificaciones como las películas
de fantasmas, espíritus y entes; vampiros, “de
psique” y posesiones demoníacas.
En las cintas “gore” se encuentran secuencias
cargadas de sangre, mutilaciones, vísceras y
violencia extrema, mientras que las de “splatter”
llevan el recurso a niveles más altos, pero sin
llegar al “snuff”, abordado en la edición anterior.
Sea cual sea la línea, el resultado (susto, sobresalto o estado continuo de tensión) depende
mucho tanto de la combinación de elementos
de fondo y forma como del estado anímico y
emocional en que se encuentre el espectador
al momento de exponerse a la cinta.
Así que, ya lo saben: No es lo mismo asustarse
que tener miedo; y entre tener miedo y estar
aterrorizado… hay una diferencia abismal.
edui_tijerina@yahoo.com.mx
Twitter: @EduiTijerina
Instagram: @eduitijerinachapa
Escritor, dramaturgo, guionista,
asesor y analista de medios. Autor de numerosas piezas
teatrales y de scripts para películas como “Cantinflas”,
“Juan Diego” y “Jesús de Nazaret”.