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Un concierto / tres experiencias

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En días pasados, me di cuenta de que llevo ya más de un año sin asistir a un concierto. En ese momento, vino a mi mente un recuerdo en particular, de cuando llevé a mi hijo a su primer concierto. Él tenía tan sólo 9 años y estaba súper emocionado de poder ver en vivo a 3 de sus bandas favoritas de “Glam” que fueron las que escuchaba cuando era más pequeño.

El cartel estaba conformado por Firehouse, Warrant y Poison, quienes se presentaron en la Arena Monterrey el 2 de junio de 2011. Lo estuvimos planeando durante meses y ya estábamos listos con los boletos en la mano, para asistir mi hijo Reno Jr., Vero mi esposa y yo. Llegamos al recinto con tiempo suficiente para poder recorrer los pasillos y dar un vistazo entre los diferentes puestos que ofrecen mercancía oficial del evento y de las bandas. El calor afuera era insoportable, 35°C como mínimo, que es normal en un junio cualquiera en la Sultana del Norte.

Al abrir la puerta de cristal que da paso al interior, pude sentir la brisa fresca proveniente del recinto. Nos checaron los boletos y comenzamos el recorrido antes de pasar a sentarnos en nuestros asientos. 

Íbamos mi hijo y yo vestidos con camiseta negra de alguna banda y jeans, un día cualquiera para nosotros. Vero, iba vestida con ropa casual, pero no rocker. Y entonces noté, cuando caminábamos por el pasillo, que su cara mostraba extrañeza, y le pregunté por ello y me contestó:

- ¡No manches! ¿Por qué andan todos disfrazados? 
- Tu tranquila, no pasa nada. – le dije.  

Gente tatuada, pelo largo hasta mitad de la espalda, bandanas, ojos delineados, chalecos con animal print, pantalones de cuero, cadenas y estoperoles por todas partes. Y es cuando recordé que ella no estaba acostumbrada a los conciertos de rock y a ver a la gente “rara” que solíamos asistir a ellos. Somos una tribu que gusta de ataviarse, ya sea en la vida diaria o sólo para ocasiones especiales, según al evento que asistamos. Recuerdo muy bien, que varios chicos y chicas saludaban a mi hijo y le hacían la seña de la mano cornuda al verlo tan pequeño.

El shock emocional de Vero, fue sustituido poco a poco por la emoción de poder ver a Bret Michaels, líder de la banda Poison en persona. Y a manera de advertencia, para que no me pescara desprevenido dijo:

- Discúlpame, me da mucha pena decirte esto, pero cuando salga “Bretito” voy a gritar, gritar y gritar… pero te vas a tener que aguantar porque le voy a decir que lo amo y otros improperios, como cuando fui a ver a Luis Miguel.

- OK, Bret es amigo, así que no hay pedo. – y sonreí. Entonces, llegamos al acceso que indicaba el boleto para ir a nuestros lugares y vimos el lugar a la mitad de su capacidad. Vero, me dice que el show no se va a llenar y yo sólo vuelvo a sonreír.

- Mejor para mí, así Bretito va a poder verme más fácil cuando le grite que lo amo. – dijo.

Encontramos nuestros lugares, y como los asientos estaban al costado derecho del escenario, mi esposa pasó primero porque dijo que ella tenía que estar más cerca para ver mejor al cantante. Seguro, pensé yo, no pasa nada por estar 2 lugares más lejos. Junto a ella se sentó el Jr, y yo al final junto a las escaleras. Nos sentamos, comimos unas papitas con salsa y refrescos y yo por supuesto una cerveza. Sólo faltaba esperar.

Los lugares que antes estaban vacíos, poco a poco fueron ocupados por la gente que seguía llegando, continuando así, hasta que todo lució abarrotado hasta minutos antes de que las luces se apagaran. La banda abridora era Firehouse. 

- ¿Y estos weyes quien son? ¿qué tocan o que? – pregunta Vero.
- Es Firehouse, los que tocan la de “Don’t Treat Me Bad”.
- ¡Ah ya!... la de: “Tara tra tara tra” (Indistinguible). 
- ¡Andale si, esa mera! – mentí, ya que ni le entendí, pero no la quise hacer sentir mal.  

Y de pronto: Oscuridad. Y ésto dio paso a que la gente comenzara a gritar de emoción. Y con el primer acorde de guitarra al máximo volumen, el rostro de mi esposa se transformó, y con un ceño fruncido por la extrañeza, giró lentamente su cabeza hacia mí como preguntándome: ¿Qué onda con este volumen? A lo que sólo pude contestarle con una carcajada. A los pocos segundos entró el “beat” de la batería con todo el punch. Y Vero acierta a tocarse el pecho con ambas manos cuando sintió el retumbar de los tambores, y sólo pude leerle los labios cuando dijo: ¿Qué es esto por Dios?

Terminó la primera canción de la noche y ella no podía creer el volumen que puede alcanzarse en este tipo de presentaciones. Cuarenta minutos después, la primera banda terminó su repertorio. Hubo una pausa de casi media hora para reacomodar el equipo de sonido de Warrant, la segunda banda de la noche, así que aprovechamos para platicar.

- ¡Mis oídos wey! La méndiga guitarra estaba perforando mis oídos. – me decía - ¿Qué es eso que se sentía en mi pecho? Me iba a explotar el corazón. 
- ¿Pues qué pensabas Vero? Es Rock y ésto es así. 

- No sabía si proteger mis oídos o mi pecho, era demasiado. Y eso que traigo tapones en los oídos. 
– nos platicaba mientras mi hijo y yo nos reíamos.

Cuando Warrant comenzó, el tipo que estaba sentado a la derecha de mi esposa, le dio por imitar los movimientos del baterista cuando comenzó la canción “Down Boys”. Y ella pareció sorprendida por eso. Y conforme la presentación fue subiendo de intensidad, así mismo fue subiendo la energía con la que el tipo de al lado pretendía tocar su batería imaginaria. 

Doce canciones después, terminó la presentación de Warrant. Iban a pasar otros 30 minutos antes del turno de Poison para cerrar la noche, así que el tipo de la batería imaginaria se levantó de su lugar para ir a comprar algo. Y entonces, cuando estaba suficientemente lejos, Vero volteó y dijo:

- ¿Qué pedo con ese wey y su batería ficticia? Deja tu eso, pinche batería gigantesca, ha de traer 800 tambores porque el wey la tocaba de acá hasta acá. Decía mientras movía las manos imitando los rápidos redobles de izquierda a derecha que acostumbran los bateristas.

- Haz de cuenta que trae una batería más grande que la aquel. – refiriéndose al baterista de Warrant. – nomás que no me vaya a tocar un madrazo porque no se la va a acabar conmigo.

Y siguiendo con la plática y sus primeras impresiones, también pudo notar en algún momento de la noche, mientras las bandas ejecutaban, que mucha gente tocaba sus instrumentos “ficticios”, ya sean guitarras o baterías, y hasta había personas que usaban micrófonos imaginarios. Osea, se formaban cientos de grupos de instrumentos ficticios aquí y allá, mientras disfrutaban de la música.

Seguimos platicando y riendo, al igual que aprovechando el tiempo para ir al baño, recargarnos de bebidas y golosinas, y saludar a unos cuantos amigos que también andaban por ahí. Volví a mi lugar mientras me decía que la música de Warrant se escuchaba como “la más pesada del universo” según ella.

- ¿Pero ahora si sigue Bretito verdad? 
- Si, ya sigue él. – contestó Jr. 
- Perdón marido, pero mientras Bretito esté ahí, yo soy soltera. 
- Si hombre, no hay pex.

Las luces se apagan de nuevo, y sale Bretito, perdón, quise decir Bret Michaels al escenario y aquella se prende con todo. Grito tras grito deshaciéndose de la emoción.

- ¡Hermoso, te amo! – se le veía gritar. 
Y así lo gritó muchas veces durante las primeras 3 canciones, hasta que entre canción y canción me dijo: 
- Wey, no me va a escuchar, ¡ni siquiera yo me escucho!

Yo no podía parar de reír, pues sabía que eso era lo que iba a suceder. El volumen es tan fuerte que, si es casi imposible escuchar a la persona de al lado mientras gritas, menos te va a escuchar él que está lejos en el escenario, rodeado de amplificadores, la batería y la pirotecnia.

Se terminó el concierto y al fin Vero pudo descansar del ruido. Íbamos caminando hacia la salida de la mano de mi hijo los 3 contentos a más no poder. Jr y yo, por haber visto tanta calidad musical, aparte de que fue el primer concierto para él y mi esposa por haber podido ver a su Bretito en persona a media distancia. 

Y mientras continuábamos caminando despacio hacia la salida, seguíamos platicando de lo que nos había parecido la tocada de esa noche. Mi hijo y yo comentábamos sobre cuál era la canción que más nos había gustado de las tres bandas, cuál era la que traía el show más espectacular, etc.

- Todo estuvo bien. Mi Bretito está hermoso el condenado. Lo único malo, fue el wey de al lado que casi me da un tamborazo en la cabeza a cada rato.

Y así fue como vivimos uno de los conciertos más memorables de nuestras vidas, cada uno de nosotros tuvimos una experiencia única y diferente. Pero no por eso se le quita valor al momento. Espero pronto regresemos a la normalidad para poder seguir viviendo nuevas experiencias y nuevos conciertos que siempre dejan una marca en tu corazón.


René “Reno” Aldrette 
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blackmetalmvffin@gmail.com

Arquitecto, artista plástico, músico y promotor del género del Metal. Actualmente conduce el canal digital Black Metal Mvffin y promociona la cultura de la escena musical.