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#Nosotras tenemos otros datos | DIANA ELISA GONZÁLEZ | Junio 2020


La exquisitez de ser nosotrxs

#Nosotras tenemos otros datos

Urge modificar la narrativa de la violencia que culpabiliza a la víctima por como vestía o por dónde estaba, por otra que señale al victimario y la acción cometida.

Hace unos días, se hizo viral un documento escrito y audiovisual que señalaba la situación de vulnerabilidad de un sector de la población ante lo que se considera la otra pandemia, usando el hashtag #NosotrasTenemosOtrosDatos, se señalaba que “la violencia contra mujeres y niñas es más letal que el COVID-19”.

Publicado por activistas y escrito a manera de carta al Presidente de la República, se hacían algunas declaraciones que deberían indignarnos, por ejemplo, que la violencia en el ámbito familiar es real, ocurre a lo largo de todo el país y quien más la padece son las mujeres, las niñas y los niños.

Que hay muchos tipos de violencia más allá de la física, como la violencia psicológica, sexual, económica y feminicida. 

Que según datos oficiales, en México todos los días hay 10 feminicidios, y que ante el obligado resguardo en casa por la pandemia, la cifra ha aumentado. 

Que las llamadas al 911 por violencia familiar, se han disparado a 155 por hora. Que en lo que llevamos de contingencia se han registrado más de 20 mil denuncias, pero en el 90% de los casos, no pasa nada.

Que toda omisión o declaración que subestime el tema frente a su gravedad, fortalece la impunidad y normaliza el escenario de peligro y violencia, el cual en gran medida, ocurre en el mismo hogar.

Que urge el trabajo coordinado desde los tres niveles de gobierno. Que urgen acciones estratégicas para atender la situación, así como llevar a cabo medidas efectivas de atención y protección a las víctimas y garantizar su derecho a una vida libre de violencia. 

Ante el escenario que plantea la carta, me pregunto qué tanto abonamos a la naturalización de la violencia desde nuestras prácticas cotidianas, y que hemos normalizado al grado de ya ni notarla en el tipo de música, series, o películas que vemos, o en nuestras relaciones y vivencias cercanas.

Que seguimos educando y promoviendo un tipo de rol, un tipo de mujer, un tipo de hombre o soñando con un amor romántico que tolera cierto tipo de violencia creyendo que es amor. 

Que movimientos como los que promovieron los hashtag #MiPrimerAcoso, #YoSiTeCreo, #MeToo, #NiUnaMenos, #NiUnaMás o #NosotrasTenemosOtrosDatos, han hecho evidente que muchas de las historias de violencia iniciaron desde la infancia, incluso en el hogar como una violencia tolerada y se habían guardado en silencio. 

Si bien un hashtag no resuelve la violencia, sí visibiliza el problema y la denuncia es el primer paso para resarcir el daño, pero urge modificar la narrativa de la violencia que culpabiliza a la víctima por como vestía o por dónde estaba, por otra que señale al victimario y la acción cometida. 

Es necesario señalar que muchas de las narrativas que se forjan desde los medios y en el interior mismo del hogar, enjuician bajo un marco de dominación y discriminación jerárquica por edad, género, raza y clase; por lo que necesitamos generar nuevas narrativas que ayuden a reescribir la historia desde otro tipo de relaciones basadas en el respeto, la tolerancia, la equidad y la cultura de paz.

Por ello, señalar el problema es el primer paso y entiendo la razón de la carta al Presidente, porque parte de la solución en el hoy, recae en las actuales políticas públicas y programas específicos para ello; pero creo que la otra parte necesaria, es nuestra propia reflexión cotidiana y permanente en las relaciones que generamos en el hogar. Esa, es la otra escuela y en tiempos de pandemia, el universo entero.


Diana Elisa González Calderón 
Docente e investigadora en la Universidad Autónoma del Estado de México.