La exquisitez
de ser nosotrxs
Las imágenes
de violencia
en los medios
¿Debería la imagen de los
medios tener límites y no
mostrar la violencia tal
como es?
Hace unos días, mientras seguía en twitter
algunos comentarios y discusiones, me topé
con una noticia terrible de violencia ocurrida
en Veracruz y otra en Tabasco. En la escena
señalada en los medios aparecían adultos y
niños como víctimas. Me he vinculado al tema
de infancia desde hace años y soy consciente
de la importancia de esta etapa como inversión
de vida al ser humano y a la sociedad a la que
aspiramos. Si usted tuvo la oportunidad de ver
las imágenes de los hechos que reporto, sabrá
lo impactantes que eran.
No es intención de esta columna hablar de
política, pero como estudiosa de la imagen
y sus efectos, sí es de interés de este espacio
hablar de la política de la imagen en cuanto a
límites y usos. Permítame partir de una reflexión:
¿Debería la imagen de los medios tener límites
y no mostrar la violencia tal como es?
Parto de la idea, de que un medio periodístico
se debe al reporte del hecho verídico. No se
puede ocultar o maquillar un acto de violencia,
pues distorsiona lo ocurrido. Sin embargo, es
conveniente decir que cada medio tiene una
línea editorial que marca los límites de lo
permitido. Esto depende del público al cual se
dirige o bien, de los intereses propios del medio
con entes de poder. De aquí que todo lo que
los medios reportan, tenga un sesgo intrínseco
que parcializa lo ocurrido, al hacer énfasis en
la cantidad de sangre derramada o bien, en
otros elementos.
Pero regreso a la inquietud de esta columna:
Ante el reporte de un acto de violencia, ¿debería
ser más moderado el discurso?
¿Dónde debe radicar la moderación?
El signo más dramático de las escenas
reportadas, tienen que ver con niños como
víctimas. La infancia como sector vulnerable
encuentra en los medios un espacio más de
vulneración de derechos, porque en estos
nuevos medios queda registrado un historial
permanente digital que lo revictimizan,
afectando su dignidad. Fuentes especializadas,
recomiendan que se denuncie el hecho violento
condenándolo, pero NO compartir las imágenes
para respetar los derechos de ese niño o niña, y
mucho menos señalar sus nombres. Son historias
de vida que ante todo, deben ser respetadas.
Desgraciadamente las escenas de nota roja
son cada vez más frecuentes. A pesar de ello,
debemos resistirnos a normalizar su presencia
en los medios, pues esto solo trae consigo
que naturalicemos los actos violentos en lo
cotidiano. También el fácil acceso que tenemos a
contenidos a través de dispositivos, genera cierta
responsabilidad social por lo que consumimos
y lo que se produce en imágenes.
En el reportaje gráfico de los hechos que señalo,
había un niño que siendo víctima, miraba la
violencia ocurrida quizás sin entender que
estaba pasando. Me pregunto si somos
conscientes de la sociedad fría en la que nos
estamos convirtiendo al preferir guardar el
momento en nuestro teléfono, al percibir el
acto violento como uno más entre muchos,
al observar al niño pasivamente, o empezar a
acostumbrarnos y por lo tanto, pedir que no se
exagere con la crítica. Pero me detengo en la
mirada confundida del niño en las imágenes
y le pido reflexionemos en sus consecuencias...
¿cómo afectará esa experiencia al ser humano
que hoy es niño y mañana adulto?
Pienso en las niñas y niños que todos los días se
cruzan con imágenes violentas también como
espectadores. Seguro tenemos una enorme
responsabilidad en el tipo de sociedad que
estamos viviendo y forjando para el futuro.
Diana Elisa González Calderón
Doctorada
por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Es docente e investigadora en la Universidad
Autónoma del Estado de México.