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Las imágenes de violencia en los medios | DIANA ELISA GONZÁLEZ | Abril 2019


La exquisitez de ser nosotrxs

Las imágenes de violencia en los medios

¿Debería la imagen de los medios tener límites y no mostrar la violencia tal como es?

Hace unos días, mientras seguía en twitter algunos comentarios y discusiones, me topé con una noticia terrible de violencia ocurrida en Veracruz y otra en Tabasco. En la escena señalada en los medios aparecían adultos y niños como víctimas. Me he vinculado al tema de infancia desde hace años y soy consciente de la importancia de esta etapa como inversión de vida al ser humano y a la sociedad a la que aspiramos. Si usted tuvo la oportunidad de ver las imágenes de los hechos que reporto, sabrá lo impactantes que eran. 

No es intención de esta columna hablar de política, pero como estudiosa de la imagen y sus efectos, sí es de interés de este espacio hablar de la política de la imagen en cuanto a límites y usos. Permítame partir de una reflexión: ¿Debería la imagen de los medios tener límites y no mostrar la violencia tal como es?

Parto de la idea, de que un medio periodístico se debe al reporte del hecho verídico. No se puede ocultar o maquillar un acto de violencia, pues distorsiona lo ocurrido. Sin embargo, es conveniente decir que cada medio tiene una línea editorial que marca los límites de lo permitido. Esto depende del público al cual se dirige o bien, de los intereses propios del medio con entes de poder. De aquí que todo lo que los medios reportan, tenga un sesgo intrínseco que parcializa lo ocurrido, al hacer énfasis en la cantidad de sangre derramada o bien, en otros elementos.

Pero regreso a la inquietud de esta columna: 

Ante el reporte de un acto de violencia, ¿debería ser más moderado el discurso? 

¿Dónde debe radicar la moderación?  

El signo más dramático de las escenas reportadas, tienen que ver con niños como víctimas. La infancia como sector vulnerable encuentra en los medios un espacio más de vulneración de derechos, porque en estos nuevos medios queda registrado un historial permanente digital que lo revictimizan, afectando su dignidad. Fuentes especializadas, recomiendan que se denuncie el hecho violento condenándolo, pero NO compartir las imágenes para respetar los derechos de ese niño o niña, y mucho menos señalar sus nombres. Son historias de vida que ante todo, deben ser respetadas. Desgraciadamente las escenas de nota roja son cada vez más frecuentes. A pesar de ello, debemos resistirnos a normalizar su presencia en los medios, pues esto solo trae consigo que naturalicemos los actos violentos en lo cotidiano. También el fácil acceso que tenemos a contenidos a través de dispositivos, genera cierta responsabilidad social por lo que consumimos y lo que se produce en imágenes.

En el reportaje gráfico de los hechos que señalo, había un niño que siendo víctima, miraba la violencia ocurrida quizás sin entender que estaba pasando. Me pregunto si somos conscientes de la sociedad fría en la que nos estamos convirtiendo al preferir guardar el momento en nuestro teléfono, al percibir el acto violento como uno más entre muchos, al observar al niño pasivamente, o empezar a acostumbrarnos y por lo tanto, pedir que no se exagere con la crítica. Pero me detengo en la mirada confundida del niño en las imágenes y le pido reflexionemos en sus consecuencias... ¿cómo afectará esa experiencia al ser humano que hoy es niño y mañana adulto? 

Pienso en las niñas y niños que todos los días se cruzan con imágenes violentas también como espectadores. Seguro tenemos una enorme responsabilidad en el tipo de sociedad que estamos viviendo y forjando para el futuro.



Diana Elisa González Calderón 
Doctorada por la Universidad Autónoma de Barcelona. Es docente e investigadora en la Universidad Autónoma del Estado de México.