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Por: Reno Aldrette
Fotografía: Archivo
Fotografía: Archivo
Festival de metal:
día del evento
Contrario a lo que los ajenos a este tipo de eventos
pueden pensar, todo es buena vibra y amistad, el
respeto entre metaleros es algo fundamental.
Es el mes de Octubre, día del evento, un día
que he esperado durante meses, para poder
ver al fin en vivo a una gran cantidad de
bandas locales e internacionales reunidas
en un sólo festival. Algunas de ellas ya
las he visto, sin embargo te puedo decir que no me
las perderé.
Camiseta negra, jeans, calzado cómodo y con boleto
en mano, me preparo para dirigirme al recinto donde
se llevará a cabo el concierto. Acompañado de mis
amigos, caminamos bajo el nada complaciente sol
de Monterrey hacia la puerta, donde nos espera una
larga fila de hombres, mujeres y alguno que otro niño
acompañado de sus padres, todos esperando su turno
para poder entrar y dirigirse al lugar desde donde
disfrutaremos el concierto.
Una vez dentro, contrario a lo que los ajenos a
este tipo de eventos pueden pensar, todo es buena
vibra y amistad, el respeto entre metaleros es algo
fundamental. Entre un mar de gente que porta 99%
camisetas negras, no falta quien lleva puesta una
camiseta igual a la tuya y a quien saludas diciéndole:
“¡Está chida tu camiseta bro!”
Pasan las horas y la estridente música no deja de
sonar, la gente no se cansa de cantar, brincar y gritar, los más valientes, se unen al moshpit: que es la
“danza” que se ejecuta en el auge de una presentación
y durante las canciones más emblemáticas, en las que
en medio de toda la multitud y de manera espontánea,
se abre un gran espacio donde los que entran, corren
en círculos dando tumbos y empujones, tratando de
esquivar a quien tienen enfrente. No se trata de hacer
daño a los demás, sino de sacar lo que llevas dentro,
si alguien cae al suelo, el que viene detrás lo ayuda
a levantarse, esa es la regla. No se entra para dañar,
se entra para sanar: ese es el ritual.
Ya hace horas que el sol se ocultó y una veintena
de bandas han tocado, dejando tras de sí todo un
repertorio de poder musical y actitud rebelde. El
reloj marca las 12:17 am y el tibio viento de la noche
corre entre la multitud y trae consigo el aroma a
cerveza, tabaco y sudor.
Todo esto es la antesala a la presentación de la
última banda de la noche, la más grande, la más
famosa, la más ruidosa, por la que muchos pagamos
el boleto y aguantamos horas de pie. Esta banda es
quien tiene el honor de cerrar tan grandioso festival
de música de Metal, en el que entregamos todo desde
el momento en que ésta pisa el escenario principal.
Entre humo y luces tenues, se escuchan los primeros acordes de la canción que da inicio a la recta
final del Fest, entonces vibras y el sonido hace retumbar tu pecho, la multitud corea a la banda, miles de
brazos alzados piden por más y el grupo responde.
Aún restan 2 horas de música, 2 horas que se pasan
lentas, sabiendo que pronto todo acabará y ésto será
cuando en tu interior sientas que tu tanque está lleno.
El cuerpo cansado ruega por piedad, después de
más de 12 horas continuas estando de pie, escuchando
un maratón de bandas que no da tregua al espíritu. Es
una batalla en la que el cuerpo pide descanso, pero el
alma pide más, más música y más energía para tratar
de mitigar esa sed que sólo el Metal puede saciar.
Cuando al final la banda se despide, volteo hacia
arriba a ver el cielo oscuro, el cual pronto se ve iluminado con los brillos y colores de la pirotecnia
que marca la clausura del evento, cuando siento sus
explosiones retumbar en mi cuerpo, observando a mi
alrededor cómo el mar de personas que me rodeaban y se movían en oleadas durante toda la fiesta,
ahora se van replegando lentamente hacia la puerta
encaminándose a la salida. Todos ellos agotados y
abatidos, algunos exhiben los signos de la “batalla”
del moshpit, cicatrices de la danza del Metal.
Finalmente, me enfilo despacio hacia la salida,
esquivando los cuerpos de los guerreros caídos que
descansan en el suelo, pidiendo un momento para
poder recuperase y seguir caminando, cuando de
pronto, un extraño con tatuajes y pelo largo que va
a mi lado, me abraza y dice amistosamente: “¡Estuvo
con madre hermano! ¿Cuál fue la banda que más te
gustó?”.
Intercambias experiencias y te vas caminando
junto con él platicando de lo vivido durante la cita
del concierto, hasta que nuestros caminos se separan
y se despide de ti deseándote que se topen en algún
otro festival.
Los oídos zumban, los pies punzan, la espalda duele,
el corazón está alegre y el alma plena…
… y aún así llevo una torre de vasos de cerveza en
una mano y con el otro brazo en alto, hago el signo
de la mano cornuda.
René “Reno” Aldrette
Instagram: @blackmetalmvffin666
FB: @BlackMetalMvffin
Twitter: @blackmetalmvfin
blackmetalmvffin@gmail.com
Arquitecto, artista plástico,
músico y promotor del género del Metal.
Actualmente conduce el canal digital Black Metal Mvffin,
promociona la cultura de la escena musical, así como
realiza reseñas de bandas y eventos musicales del Metal
en México y el mundo.
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