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Entre el suicidio, el drama y la tragedia | MARTÍN FUENTES | Febrero 2019

Por: Martín Fuentes
Fotografía: Martín Fuentes


Entre el suicidio, el drama y la tragedia

“Que no se culpe a nadie de mi muerte”, monólogo de Humberto Robles llega a su función número 20 en Teatro Frida Kahlo y anuncia gira.

Hay mil maneras de morir. Una bala en la sien o en el paladar, una ingesta masiva de pastillas, una soga, veneno… pero quizá la forma más cruel de terminar con la vida es recordando esos momentos que produjeron tanta infelicidad que irremediablemente nos orillan a querer terminar, lo más pronto posible con la existencia. 

Aunque probablemente una llamada, largamente anhelada, podría cambiar el curso de las cosas y el suicidio no sea la salida idónea.

El monólogo “Que no se culpe a nadie de mi muerte” es una pieza de Humberto Robles sobre una mujer que en los últimos momentos de su vida recapitula todos aquellos detalles que la llevaron a tomar la decisión de arrancarse la existencia.

Es una tragicomedia que esconde bajo diálogos divertidos y situaciones que se antojan chuscas, un gran problema. El inmenso dolor de la protagonista se mezcla con anécdotas divertidas y situaciones que arrancan la carcajada.

Pero en realidad, el texto de Robles hace hincapié en una problemática que cada vez aqueja más a la sociedad: la tasa de suicidios va en aumento.

La protagonista, interpretada de una forma extraordinaria, fresca y desenfadada por Adriel Vázquez, espera inútilmente que su teléfono suene. Desde el primer momento es evidente que una simple llamada, en este caso de su novio, la haría desistir de sus intenciones.

Pero mientras el teléfono permanece mudo, la mujer adentra al espectador de los por qués de su decisión.

Una madre indolente y más preocupada por el botox que por sus hijas, una hermana lesbiana y drogadicta, una abuela clasista y racista, una monja cruel que usa la religión como castigo y un novio desprovisto de la capacidad de amar de la misma forma que su pareja contribuyen en diferentes medidas al destino fatal de la antiheroína

En las obras de Humberto Robles las mujeres llevan un rol estelar gracias a que el autor las provee de un encanto particular que enamora a la audiencia.

Esto ocurre con “Que no se culpe a nadie de mi muerte”. Aunque hay personajes que podrían ser repudiados por el público, están tan delicadamente concebidos y por lo mismo tan bien elaborados que terminan fascinando.

De una forma intensa, simpática y hasta entrañable, Adriel salta de personaje en personaje con una facilidad asombrosa. La joven actriz de sólo 17 años de edad, está estupendamente dirigida por Víctor Vázquez.

Entre ambos se da, no sólo la complicidad de padre-hija, también forman una mancuerna perfecta como director-actriz y gracias a ello el montaje resulta disfrutable de principio a fin.

En la función número 20 de “Que no se culpe a nadie de mi muerte” se anunció que la puesta en escena continuará dos semanas más en el Teatro Frida Kahlo para luego salir de gira por Aguascalientes y Guadalajara para después volver al espacio ubicado en Morelos 949A Barrio Antiguo.